Irina estaba tumbada en su cama, rodeada por el silencio de su habitación, como si el mundo entero hubiera quedado en pausa. Llevaba todo el día sin poder concentrarse en nada, repasando una y otra vez en su mente lo que había sucedido la noche anterior con Klara. Su confesión resonaba en su cabeza, amplificándose cada vez más. Se llevó una mano a la frente y cerró los ojos, deseando con desesperación poder borrar todo aquello.
"¿Por qué tenía que decirlo? ¿Por qué no pude simplemente... quedarme callada?" pensaba, sintiendo el peso de sus propias palabras, cada una de ellas siendo una punzada de vergüenza y arrepentimiento.
Por primera vez en mucho tiempo, Irina deseaba ser alguien distinta. Quería ser capaz de encajar, de no sentirse como un error, de no tener que esconderse ni disculparse por lo que sentía. El simple hecho de recordar cómo Klara se alejaba de ella después de su confesión era suficiente para hacerle sentir ese dolor en el corazón que apenas podía soportar.
De repente, el sonido de su teléfono rompió el silencio de la habitación, sacándola bruscamente de sus pensamientos. Irina frunció el ceño y tomó el teléfono con un gesto distraído, sin siquiera mirar quién era. Pero cuando vio el nombre en la pantalla, sintió un escalofrío recorrerle el cuerpo. Era su madre.
Irina se quedó paralizada, con el teléfono en la mano, sin saber si debía responder. ¿Por qué ahora? ¿Por qué, después de tanto tiempo, su madre decidía llamarla? Se sentía vulnerable, rota y desbordada, y la voz de su madre era la última cosa que esperaba escuchar en un momento así. Tragó saliva, con su pulgar temblando sobre la pantalla, aun dudando si responder o no.
Días después, en el Aurora
—¿Qué? ¿Irina no va a participar en la competición? —preguntó Susie, con los ojos muy abiertos de sorpresa.
Ethan asintió, cruzando los brazos con una expresión desanimada. Ambos estaban en la zona de recepción, y el ambiente triste era inusual para ese lugar.
Las cosas habían estado raras esos días. Ni Klara ni Irina se habían presentado en el Aurora. Klara había dado la excusa de que necesitaba sacar el certificado para ser entrenadora, e Irina había dicho que no se sentía bien de salud, al menos los primeros días de sus faltas.
A pesar de que Susie había intentado hablar con Irina, ella no le dio muchos detalles. Solo le dijo que prefería tomarse unos días de descanso y no se extendió más.
De repente, la puerta se abrió y Klara entró, lanzándoles una mirada curiosa.
—Vaya, ¿de quién es el velorio? —preguntó Klara con su tono sarcástico habitual.
—Buenos días, Klara —dijo Ethan con un suspiro—. Por fin decides honrarnos con tu presencia.
—Te dije que tenía que sacar el certificado. Y gracias por felicitarme por aprobar el maldito examen —respondió Klara, levantando una ceja.
—Lo siento, Klara. Es que... hoy no es un buen día —dijo Ethan, visiblemente desanimado.
Susie levantó la mano para saludar a Klara, quien se acercó y le dio un ligero golpecito en la cabeza, notando la tristeza en su rostro.
—¿Qué pasó? —preguntó Klara, con una mezcla de curiosidad y preocupación en su tono.
—Es Irina... no va a presentarse a la competencia —explicó Susie, bajando la mirada.
—¿Qué? Pero solo queda una semana —replicó Klara, frunciendo el ceño, sorprendida—. ¿Y por qué no? ¿Qué le pasa?
Klara se quedó en silencio un momento. Su mente volvió a la confesión de Irina, y una punzada de culpa le recorrió el pecho. Tal vez esa era la razón por la que Irina había decidido no participar en la competición.
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Orgullo de Invierno
General FictionIrina es una patinadora artística rusa, cuyo talento brilla en la escena nacional y regional, pero su impresionante habilidad viene acompañada de una arrogancia y orgullo que la han dejado sin entrenadores dispuestos a soportar su actitud. Tras perd...