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Helia es una chica muy agradable que ronda la misma edad de los demás, porta unas piernas larguísimas, lo cual me hace pensar que hay un requisito de altura para llegar hasta acá, pero se luce por su pinta de intelectual, sus grandes gafas y un cabello afro imposible de pasar por alto al pasar.

Me conduce hasta mi escritorio y me muestra que puedo hacer uso de las computadoras y de la biblioteca, aunque puedo disponer de mi propio computador para trabajar en el lugar. Hay una carpeta con hojas impresas y en la carátula llevan la inscripción de "Estudios de mercado 48.9.1 Grupo Editorial Maxime".

—Oh, cielos—digo, sosteniendo los papeles en manos—. ¡Es Maxime! He leído libros desde muy chica que editaba este grupo.

No sé si es parte de los últimos que he comprado en el catálogo de los que aparecen como novedades en las librerías, pero estoy segura de que tiempo atrás eran de esas marcas editoras que se llevaban a la competencia, en una absorción que terminaba dejando figurar el logo de Maxime en cada una de las estanterías de tía Margaret.

—Tienen un lugar muy importante en mi corazón las historias y las sagas fascinantes que he leído de ellos—corroboro, sujetando la carpeta y pasando las hojas, tratando de descifrar algunos apartados.

—Es probable, tuvieron sus años de gloria. Ejem, ¿tienes conocimientos en economía? Porque verás balances y asientos, además de tablas con liquidaciones que no importan en el detalle más ínfimo sino primero los resultados generales y luego que puedas analizar qué influyó en esa variabilidad, con los topes y las caídas.

—Yo... Apenas he terminado la escuela.

Ella parece sorprenderse con mi declaración, quizá pensaba que soy más grande, pero me atajo antes de que piense o comience a tratarme como a una niña tal cual parecen acostumbrarse todos ya:

—Pero ya soy una persona mayor de edad, descuida, no hay nada en el mundo que no sea capaz de entender.

—Pues... Yo creo que es necesaria una carrera de economía al menos en lo básico para poder analizar un balance o una curva de variabilidad, pero descuida. Te doy un consejo: tú no tienes que realizar ningún estudio, esos ya fueron hechos por mis compañeros, imagino que estás ocupando este rol precisamente porque dices conocer al grupo editorial como a la palma de tu mano.

—Como a un guante, sí.

La verdad es que mi familia nunca fue muy ávida de comprarme libros, era más bien de ir a visitarlas librerías, manosear libros e irme con el agrio sabor en la boca de luego tener que buscar en internet los títulos que tanto me interesan leer, eso sí que sería toda una delicia comprarme lo que quiera.

Pero Margaret sí los tenía, y pude crecer viendo el sello de esta editorial y conociendo a sus grandes autores.

¡Oh!

—¿Qué sucederá con los autores a los que publicaba Maxime?—le pregunto, algo horrorizada.

—Pues, será hora de que decidamos quién se queda y quién no.

—¡No podemos quitarles el trabajo!

—Les estamos salvando el culo al comprar la editorial—ella me explica y no puedo ocultar mi gesto de sorpresa ante la palabra que acaba de soltar.

¡Es su lugar de trabajo! ¡Está hablando del trabajo de otras personas! ¡Está cobrando un sueldo acá y acaba de decir fuerte la palabra "culo"! ¡Es toda una degenerada e irrespetuosa, cómo se le ocurre!

—Ya—dice, un poco incómoda por cómo me le he quedado mirando al otro lado del escritorio—, no es para que te pongas así.

—Yo... Lo... Lo siento—me disculpo rápidamente, no quisiera ganarme la enemistad de quien es mi compañera de trabajo y en el primer día me explicará cuáles son las reglas de mi trabajo—. Es que no puedo...concebir la idea de dejar sin trabajo a personas tan magníficas.

El Socio de PapáDonde viven las historias. Descúbrelo ahora