—¿Toc, toc?
—¿Quién es?
—Soy yo, la Megs. Ji, ji, ji.
—Oh, pasa por favor Megan.
El señor Green tiene la puerta entreabierta de su oficina, pero igual me ocupo de llamar antes de entrar. Parece demasiado ocupado y haber olvidado el almuerzo, ha sido un día bastante agitado con muchas cosas por lo que no quiero darle más problemas. Una vez que ya estoy al otro lado, él me mira y me señala el sillón que ha ubicado al frente de su escritorio. Él da la vuelta a este y se afirma contra la superficie con unos papeles en sus manos que reconozco de inmediato. Es el informe que le envié por la mañana.
—Me mandó a llamar, señor—le digo.
—Sí, siéntate por favor.
Corro un poco el sillón hacia un costado, sino me quedará el rostro por poco estrujado contra la bragueta de su pantalón curvada hacia arriba.
Ya en el lugar indicado le pregunto:
—Creo que ya vio el informe—murmuro—. ¿Va a retarme? ¿Muchos errores? Dígame lo que está mal, prometo que podré mejorar.
—La verdad es que no lo he visto, no he tenido tiempo, pero te doy mi palabra de que lo haré.
Él se remueve en mi dirección y de nada sirve que aleje el sillón para darle espacio personal si su cintura estará marcándose tan cerca de mí.
Es un hombre muy cálido y generoso, si quiere mostrarme su afecto no debo hacer otra cosa más que mostrarme agradecida y aceptarlo.
Sin embargo, la imagen del sueño de anoche invade mis pensamientos, pero no comprendo por qué comienza a aparecer una punzada de culpa en mi interior ante las sensaciones que despierta en mi abdomen esta situación. ¿Qué va mal conmigo? ¿Por qué hay una tensión que se incrementa dentro de mí cada que lo observo tan tenso o sirviendo a todo lo que él mismo me pide?
No cabe duda que algo va mal conmigo.
—Lo bueno es que el departamento de estudios de mercado lo ha revisado al detalle—me cuenta y, expectante, le pregunto:
—¿Y qué opinan?
—No pusieron en duda ni por un momento que esto es brillante, se hace evidente que conoces de la materia y que aportas mucho contenido a los proyectos que tenemos para la empresa desde la firma.
—Oh—murmuro, sorprendida.
—Sí, es asombroso, además tomaste la decisión correcta con eso del sello especializado en erótica—asevera.
Una de sus manos se acerca a mi hombro y me acaricia el cabello de manera muy paternal. ¡Es un hombre orgulloso de mí!
—Me alegra poder servir correctamente—le digo con algo en mi pecho que se infla y se llama orgullo, sin dudas.
—El agradecido soy yo de tenerte acá, aprenderás mucho, ya verás.
—¿Aprender?
—Sí, sobre todo porque te gusta la erótica, eso significa que tienes muchas fantasías ahí—asevera, esta vez explorando con su mano el contorno de mi rostro y mi labio inferior mientras le explico:
—Yo... Solo creo que si la gente prefiere esas lecturas...no les voy a juzgar y dará vigencia a la empresa.
—Claro, sí, por la empresa—dice él.
Entonces toma forma el contorno de su pantalón formando un gigantesco bulto que él libera, notando que ya tiene el cinturón desabrochado y liberando su verga.
—¡Oh, cielos!—digo, asombrada al notar que está formando una L enorme con toda la forma mientras se mantiene firme hacia arriba su miembro—. ¡Señor eso está muy duro e hinchado!
—Baja la voz, por favor—me reta y pronto vuelvo en mis cabales.
—Es que me preocupa.
—Está bien que te preocupe, no sabes cuánto llevo sufriendo que puedas darme la ayuda que me prometiste hace tiempo, Megs.
Él deja la carpeta a un lado y se acerca aún más.
Me muerdo el labio inferior, muy confundida e incómoda por lo que surge dentro de mí ante la idea de meterme en la boca eso.
Nunca creí que querría hacerlo, tampoco sé muy bien qué clase de problemas tengo al desearlo con tantas ganas.
—Vamos—insiste.
Y lo tomo en mi mano, sacando primero mi lengua, probándolo por primera vez. Ante el contacto, percibo que él inspira profundamente y deja escapar algo así como un gimoteo. Parece contener su mano como si pudiese empujarme la cabeza en cualquier momento, clavándomela en la garganta.
Pero su punta rosada inflamada es todo lo que entra en mi diminuta boca mientra mientras rodeo sus bordes venosos.
Lo sujeto con mi mano derecha mientras lo sigo masajeando con mi boca, para ayudarme con la mano también.
¿Entonces se trata de chupar el tratamiento que él necesita? ¿Por qué siento algo cercano a un cosquilleo intenso dentro de mí que me hace estar anclada a él con un magnetismo frenético que me hace chuparlo de manera casi instintiva si ni siquiera sé cómo es que se hace algo así?
Lo sigo chupando, también satisfecha de que él parece estarse complaciendo de que libere sus tensiones.
—No tenemos mucho tiempo—asegura él entre suspiros—, eso es, eso... así—farfulla empujándose en mí y llenándome el paladar—. Oh, por todos los cielos, carajo, qué rico se siente.
¿Es posible que esto me guste?
¡Cosas muy cochinas hace él por su aparato reproductor masculino, no tendría que parecerme delicioso!
¡Además no puede ser delicioso algo que no puede comerse en un asador! ¡Casi caníbal se me podría surgir la idea de comer carne cruda y encima humana! Pero lo cierto es que tampoco surge la necesidad en mí de querer comer algo así de manera tan retorcida, solo hago lo que me ha pedido.
Sabiendo que esto le satisface.
Impide su sufrimiento.
Y me exacerba a mí también y esa es la parte que está mal en todo esto, pero prefiero no darle una preocupación más que ya ha de tener bastantes.
—Cielos, Megan...yo voy a...
Acelero el ritmo.
Sin tiempo a que termine la oración, siento algo lechoso y caliente que se resfriega desde su verga hasta mi lengua llegando a mi garganta y trago.
¡Oh, se ha orinado en mí!
Aunque esto tiene una textura muy distinta, casi cremosa.
En cuanto aparto, descubro que él se retuerce y de mi boca entre saliva y demás hay un líquido de algo blanco lechoso que luego sale disparado en un chorro sobre mi mentón y mi mejilla derecha.
—¡Oh, carajo!—sigue él.
¿Qué es eso?
—Señor—murmuro—. Eso no está bien...¿Tiene leche? ¿Eso es...normal?
—Claro, cariño.
Su mano me acaricia el cabello mientras parece recuperarse de un hipnótico estado de trance.
Por algún motivo no me deja mal sabor sino algo salado en la lengua.
—Es leche paterna para mi nena—dice él.
—¡Oh!—digo, sorprendida.
—Todos los hombres la tenemos.
—Ya entiendo por qué usted quiere que le diga papi—convengo, sonriente.
—Así es, hermosa. Mejor ve a limpiarte, ¿sí?
—Yo... Estoy conmovida. La leche tiene muchos nutrientes y más si es humana. Gracias por llenarme de nutrientes, señor, y me alegra ver que comienza a relajar su estado de tensión. Es un placer servirle...
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El Socio de Papá
RomanceMegan acaba de terminar sus estudios de bachillerato y quiere ayudar a su familia antes de empezar la universidad. Su madre acaba de morir y su padre está con graves problemas en el negocio familiar. Sin embargo, recibe una prometedora propuesta que...