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—Me gusta el equipo que estás conformando junto a Helia y Pete—me dice mi jefe mientras sale de su oficina y me indica dirigirnos en busca de su coche—. Es importante saber trabajar en equipo.

—Gracias—le digo—, también me parece importante eso, además que son chicos super inteligentes de quienes aprendo mucho.

—Es exceso de generosidad—suelta Pete más allá mientras se cuelga la mochila al hombro, camino a la puerta—. Y los afortunados somos nosotros, ha sido adulada por el departamento de estudios de mercado y sabemos cuán exigentes son.

—Me recomendaron mejorar cosas y está muy bien—les destaco que en verdad fue una crítica solapada de un halago—. Todo el mundo siempre tiene algo que mejorar y más yo que recién estoy empezando en esto.

—Pero eres muy buena igual... Oh, un momento—me pide el señor Green con un dedo en alto y se vuelve a Pete antes de retirarse—. Que te vaya bien, buenas noches. ¿Sí, hola?

—Gracias, señor Green—contesta mi compañero de trabajo y se vuelve a mí luego de que nuestro jefe se aleja un poco para hablar por el móvil, no es falto de costumbre ya el tener que atender todo el tiempo asuntos le vuelve un hombre muy ocupado. Por su parte, Pete no parece tener problema aún en irse pese a que ya es la hora—. ¿Se van a casa ahora? ¿Qué tal te está yendo?

No me gusta que aluda nuevamente a su descripción de "la preferida del jefe" porque él ahora es algo así como mi tutor, pero decido dejar de sentirme perseguida con esto y tratar de no acomplejarme, no puedo permitir que ese pensamiento me supere así que lo pienso largas veces y le contesto:

—Sí, tía Margaret hace la cena, le ayudo y me pongo a leer algo o a estudiar si es necesario, me gusta la vida que tienen.

—Me imagino, son un matrimonio ejemplar.

—Claro.

—¿Te gustaría casarte alguna vez?

Me sonríe.

—Ya sabes que soy un experto en incomodar gente con mis preguntas y mis intervenciones, si no quieres no me digas.

—Pues... No lo sé.

—Sabes, yo sí. Veo el matrimonio que tienen ellos y me recuerda al matrimonio de mis padres, siempre quise formar una familia y con esto de que los treinta están cada vez más cerca.

—¿Cumplirás los treinta?

—En cuatro años.

Pete tiene ocho años más que yo, lo cual indica que había errado en mis suposiciones de que era un genio recién graduado.

Bueno, no ha de haberse graduado hace mucho, es bastante joven, exitoso e inteligente para la edad que tiene, pero habría jurado que tenía menos. Además, es un chico muy atractivo.

—Seguramente te irá bien con la primera opción que encuentres, cualquier chica estaría feliz de estar contigo. O chico. O lo que prefieras—muestro mi lado amigable en caso de que quiera confesarme algo de su privacidad.

Pero él parece incomodarse y suelta una risita.

—No soy gay si es lo que piensas.

—Yo no he dicho eso, pero si lo eres, está bien.

—Que no lo soy—insiste—. Pero gracias igual por tu...empatía. ¿Tu sí lo eres?—. No sé muy bien por qué, pero me parece que esta última pregunta de su parte ha sido con cierta preocupación.

—¿Qué? No, no. O no lo sé, nunca pensé en enamorarme de alguien.

—Además dicen que hasta no haber probado todo íntimamente con ambos sexos, pues no sabes si... Eso.

El Socio de PapáDonde viven las historias. Descúbrelo ahora