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No he conseguido conciliar el sueño, ya que no suelo dormir completamente desnuda en la cama, tal cual es la orden del señor Green para mí esta noche. Me he sentido inquieta, pensando en su llega y, por primera vez creo, me he atrevido a cerrar la puerta para poder irme "a dormir". Es que me siento bastante apenada ante la opción de que puedan atraparme con esta pinta y sin nada de ropa lista para...¿descansar? Eso sí que me suena extraño ahora.

¿Qué motivos tendría una chica para dormir completamente desnuda? Pues, es lo que haré ahora, espero no volver a ensuciar las sábanas como hace unas noches, porque si me da frío, será un asunto de contener las ganas de orinar en caso de que lleguen. Por el momento, no me suceden, pero sí me sienta agradable la sensación de las sábanas lisas contra mis senos, los pezones respingones acariciados por la tela almidonada y la sensación gratificante deliciosa al tacto de mis propios brazos rozando con mi piel desnuda.

Huelo a cremas, a jabón y a champú floral porque me he duchado antes de venirme a acostar, quedando completamente preparada para el momento en que el señor Green finalmente hace crujir las tablas del suelo en el pasillo mientras mi cuerpo entero vibra al saber que este hombre inmenso está del otro lado, listo para desflorarme con toda su experiencia y necesidad.

En efecto, una inmensa mano se aparece luego de girar la manija de la puerta y un ligero rechinido que hacen los extremos me emiten el anuncio sonoro de que está acá. Trago grueso al ver su pinta, que me deja con la boca seca en un santiamén. Su inmensa masa muscular recubriendo su casi metro noventa de altura hacen aparición delante de mis ojos, obturando la luz del pasillo y la oscuridad vuelve a cernirse en todo el cuarto una vez que cierra la puerta y está ya dentro conmigo.

Él avanza en mi dirección, recoge el borde de la sábana y puedo ver un ligero destello de sus ojos a través de la noche.

—Ho...hola—me dice en un susurro.

—Hola, señor—le contesto con cierta timidez como un gatito siendo acechado por un animal brutal listo para zampárselo de un bocado.

El señor Green hunde el lado de la cama en cuanto lo siento a mi lado y suspira con satisfacción al sentir mi aroma y al momento en que sus manos tocan mis muslos desnudos, consiguiendo desatar la misma pasión en mí.

Una brisa fresca llega desde la ventana abierta, corriendo la cortina y haciendo brillar la luz de la luna en los hombros musculosos de mi falso tío Chris, mientras ahonda debajo de las cobijas y sin preliminares, su mano se cierne alrededor de mis mejillas y puedo sentir su cálida respiración contra mis labios llenos.

Esto es...magnífico. No cabe duda que lo es.

Fascinada, me embebo de su mirada en mitad de la oscuridad nocturna y como un imán soy yo quien se pega a sus labios primero esta vez, sintiendo la manera en que me recibe con total adherencia a mí. Su boca explora la mía, mis dientes, mi lengua, al tiempo que se deshace de su bóxer que prontamente se reduce a nada en lo hondo de la cama y puedo sentir su verga magnífica contra mi abdomen.

—Mi amor—susurra con calidez contra mi boca mientras sus manos se cierran alrededor de mi cintura y me envuelvo sobre sus hombros para no caerme—. Qué deliciosa... Qué hermosa... Qué...linda...estás, en verdad.

—Gracias—un beso—, señor—otro beso—. Usted también—esta vez en mi cuello—está muy—y baja hasta el valle entre mis senos—,bi...bien... Oh.

Suelto un gemido en cuanto lo siento chuparme los senos. Me devora como si fuesen frutas jugosas y maduras listas para ser consumidas por su voracidad. Me sujeta de manera tal que estoy segura de que mañana me quedarán marcas, aunque de todas maneras, esto es cuanto deseo.

El Socio de PapáDonde viven las historias. Descúbrelo ahora