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Llevamos dos semanas cogiendo con el señor Green. He aprendido a ponerme guarra, cachonda en todas partes y cuanto más lo hacemos, más quiero de él, es algo similar a una necesidad inmaculada de estar todo el tiempo pegada a él. Inclusive se inventó un viaje de trabajo en el que nos fuimos en verdad a la montaña donde el camino nos mostró un magnífico espacio de nieve, sin riesgos de que el camino tenga adherencia cero de los neumáticos a la carretera como suele suceder a la gente común y es que este tipo tiene los accesos pertinentes para un avión privado cuando guste.

Seguramente podrías pensar "wooow, qué grandioso, tiene acceso a tomar un vuelo privado, es un gran hombre, ha de tener mucho poder", pero he de decirte que no es eso sino que hay más.

¡No! No es que tenga un avión privado propio, tampoco es eso. ¿Te digo más? El señor Green ha invertido junto a dos socios en una compañía de vuelos privados, es decir que tienen más de diez aviones solo para ellos tres cuando quieran a disposición. ¡Este tipo tiene mucho más de lo que cualquier mortal común podría llegar a acumular en toda una vida!

Y llámame "zorra", ji ji ji, pero es cierto que el poder y el dineral que tiene me gustan mucho más de lo que solo su verga me puede entregar. Estuve investigando si me podría traer algún problema de que siempre me eyacule dentro, no sé muy bien cuál será ese apetito imperioso de que me acabe dentro, de que se deje ir con todas sus fuerzas dentro de mí, todo en su cuerpo es magnífico, inclusive en su manera de ser...claro, siempre que me deje engañar como a una tonta ante la idea de que tiene mucho amor para darme y de que soy parte importante de su vida más allá de su esposa.

Porque lo amo y estoy dispuesta a creerle sus promesas, noto la manera en que ha comenzado a priorizarme. Entre la casa, los viajes y el trabajo, pasamos tanto tiempo juntos que no soy capaz de entender cómo es que las cosas van saliendo tan bien entre nosotros. Me gusta cuando estoy en la oficina y su tono varonil me reclama...

—¿Megan? ¿Señorita Megan? Puedes acompañarme al aparcamiento a buscar unas cosas al auto, por favor.

Y me termina empotrando contra el mando.

—Megan, ¿tienes planes para el almuerzo? Porque quisiera debatir contigo las opciones que hay disponibles para los nuevos lanzamientos de la editorial.

El señor Green nunca está interesado en lo que hace al contenido que se trabaja en alguna de las empresas o a nivel de la compañía toda, precisamente porque su especialidad son los números, es muy hábil para encontrare la vuelta a las situaciones para que los resultados siempre sean en favor de todos los que trabajamos en este edificio.

—¡Oh, rayos, sí!

Su voz es un rugido brutal que me encanta, la manera en que su cuerpo vibra al correrse la pielcita que recubre la punta hinchada de su verga y palpa los pliegues hinchados de mi sexo ansioso de él.

Algo que también me gusta es que, cuando estamos en la casa, me busca y me declara que me ama. Suele hacerlo cuando estamos en casa, a veces nos volvemos antes de que su esposa salga de la universidad (porque se ha reincorporado prontamente de su licencia por el accidente doméstico del cual salió herida).

Me gusta cuando se mete en mi cama, es tan pequeña y estamos obligados a estar pegados, más juntos que antes, aunque a veces me pone en cuatro, con las rodillas ancladas al edredón y las manos ajustadas a los bordes del colchón mientras me hace brincar con los resortes sometiéndome a subir y bajar con violencia.

Además, a veces me voy a duchar y encuentro sus manos marcadas en mis caderas y en mis nalgas, me deja color hormiga sea porque me nalguea o porque me sujeta con tanta firmeza que me hace gritar de placer sin notar que se me entierra en la carne mucho más que únicamente con el cacho de carne que le cuelga debajo de la pelvis.

El Socio de PapáDonde viven las historias. Descúbrelo ahora