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—Ven, amor. Ven conmigo.

El señor Green me saca de la cama y me lleva hasta tomada de la mano hasta la habitación, pasando de esta y dejándome en la entrada al baño donde me pongo de pie frente al espejo y él me deja un beso sobre la frente advirtiéndome:

—Detente acá, ¿sí? Espérame.

Trago grueso y asiento.

Sé que este momento podría llegar a suceder, pero me deja aterrada ver la entrepierna firme y elevada de él marcando un prominente bulto delicioso por debajo de la tela de sus calzoncillos.

Él se incorpora en dirección a la bañera, dejando que caiga el agua caliente en ella y también coloca sales, perfumes que me llegan y me saben bien, pero la sensación exquisita se suma a verle agachado con su trasero firme desplegado delante de mis ojos listo para desnudarse... Sé que lo hará.

Tenía otra idea de lo que podría llegar a ser este momento. Creía que sería desagradable, pensaba que el señor Green resultaría un tipo mayor asqueroso, de esos que te miran y te aterran, dejándote invadida con la sensación de que es un viejo asqueroso. Sin embargo, aquí tengo a un hombre atento, con un cuerpo escultural y listo para hacerme sentir la persona más agraciada del mundo.

—¿Qué pasó con tía Margaret?—pregunto con apenas un hilo de voz.

Él se vuelve a mí mientras aguarda a que termine de llenarse la bañera de agua caliente y me dirige un vistazo que me pone a temblar ante la suma de sensaciones.

—Eso no importa—determina.

—Les...les escuché discutir.

—A veces eso sucede entre las parejas—me explica, incorporándose tras de mí y apoya su mentón en la curvatura derecha de mi hombro. Cuando me habla, me mira a los ojos a través del cristal del espejo que poco a poco se va empañando—. Megs, necesito que no te preocupes de nada más que en nosotros a partir de este momento, ¿estamos? Solo relájate y déjate fluir.

—¿Q...qué es lo que sucede, señor...?

—Sucede que vamos a hacer el tratamiento que me indicó el doctor.

—¿El masaje de su...verga en mi...chocha?

—Exactamente eso, cariño. Exactamente eso.

Inspiro profundo y mi mano queda palpando su miembro que lo libera desde el interior de su ropa interior y lo toco.

Rayos, me encanta.

Fascinada con la situación, me sumerjo en la culpa por la tía Margaret y me dejo llegar por eso, dándome la vuelta e incorporándome cara a cara con él.

—Mi, amor—baja—sentencia.

Lo hago.

En cuanto tengo su verga delante de mi boca, separo los labios y me la meto sin dudarlo, lista para que me llegue hasta la garganta.

—Cariño, tienes que saber que hay una manera de que puedas cumplir tus sueños, de que puedas tener lo que te mereces.

—Papá, no hay manera de poderlo hacer, las becas no fueron para mí.

—Tuviste premio al mérito académico, significa que eres buena.

—Fue un consuelo, un reconocimiento de nada que solo me dice que soy la persona más desgraciada del mund...

—No, cielo santo, no digas eso.

—¿El qué? ¡Es verdad! ¡De nada sirvió haber sido una de las mejores alumnas sin reprobados si no me darían una jodida beca en la universidad!

—Cuida tu vocabulario, cariño, por favor.

—Papá, es cierto.

—Hay una manera, créeme.

—¿A ver? ¿De qué se trata? Dímelo.

—Ay, cielo... Primero que nada debes ser consciente de que esto es nada más que por tu propio bien y que no lo estaría haciendo si no creyera que puede que sea una gran oportunidad para ti.

—Ya dilo de una vez, papá. Hazlo.

—Tendremos que pulir tus modales, ¿dónde quedó mi querida Megs tierna e inocente que hasta no hace mucho endulzaba mis días?

—Lo siento, papá, es que... Han sido días duros para todos y lo sabes.

—Y comprendo que lo de tu universidad es algo que te afecta. Por ello es que mi viejo socio Christopher Green podrá ser de ayuda.

—¿Green? ¿El señor Green?

—Sí. ¿Recuerdas que de pequeña solías buscar a Margaret para que te entregue libros tal como siempre te gustó? Disfrutabas mucho de la lectura.

—Y lo hago.

—Pero nunca pude comprarte los libros que merecías.

—Tía Margaret... la señora Margaret lo hacía.

—Tía. Sí. Puede volver a ser tía Margaret.

—¿Por qué lo dices?

—Me he vuelto a encontrar con Chritopher en otro sitio, resulta que quiere comprar el almacén y algunas casas alrededor para tirarlos y convertirlo en un paseo comercial...

—Eso... Ay papá, tu mercado...

—Sí, cariño. Pero no será necesario.

—¿Por qué lo dices?

—Porque está dispuesto a hacer otra suerte de negocio y a costear tu universidad. Tanto él como Margaret estuvieron indagando sobre ti y han descubierto que eres una chica con un enorme potencial.

—¡Oh! ¡Papá, eso es fabuloso!

—Aunque...

—¿Sí?

—Habrá una pequeña contraprestación de solo unos meses. Unos meses nada más, cariño, y será entonces la mejor inversión de tu vida para que puedas hacer realidad tus sueños.

—¡Aggg!

Ahogada con su verga, se me llenan los ojos de lágrimas, pero no me disgusta. En cuanto me quita de encima, me limpio el hilo de saliva y presemen que me ha quedado colgando de los labios.

Él se vuelve a la bañera, cierra el agua ya seguro de que ha llegado a la medida que esperaba y vuelve hasta mí.

—Ven, por favor—me pide.

Me quita el pijama, primero la parte de arriba y luego la de abajo.

—Eso es—me dice—, más acá, por favor.

Ya completamente desnuda delante de él, arroja al suelo también su calzoncillo y se mete primero en la bañera.

Me inclina de rodillas sobre él, dentro del agua caliente y siento que se afirma su verga durísima y caliente como el agua, que expide sus borbotones de vapor.

Los enormes y firmes brazos del señor Green me rodean y me atrae hasta él.

—Oh, mierda. Eres tan... fascinante—determina, ya con su cuerpo y el mío, ambos completamente juntos y pegados.

Su boca atrapa la mía en un beso caliente que me hace sentir esto como algo mucho más real de lo que imaginaba.

Como algo real.

Como algo que la única importancia que tiene es que seamos solo él y yo...

...y nada más.

—Cariño.

—¿De qué se trata, papá?

—Demonios, me siento un canalla, olvídalo.

—Dime, papá. ¿Qué alternativa hay que pueda salvarnos?

—Sabes que los tratamientos de tu madre son costosos, que tu universidad es imposible de que la podamos costear y de que en el mercado no nos está yendo bien.

—¿Sí? ¿Entonces?

—¿Sabes lo que es un alquiler de vientre?

El Socio de PapáDonde viven las historias. Descúbrelo ahora