Capítulo 1

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Jennie's POV.

Érase una vez, había amado a mi esposa.

Su belleza, su ambición, su inteligencia. Las flores silvestres que arrancaba para mí cuando volvía a casa después de un turno de noche y los suaves besos que me daba cuando me negaba obstinadamente a hacer caso al despertador.

Pero el érase una vez fue hace mucho tiempo, y ahora, mientras la veía entrar por la puerta por primera vez en semanas, lo único que sentí fue un profundo y silencioso dolor en los lugares donde antes residía el amor.

ㅡLlegaste temprano a casa ㅡdije, aunque era casi medianocheㅡ. ¿Qué tal el trabajo?

ㅡBien. ㅡLisa se quitó el abrigo, mostrando un traje gris inmaculado y una camisa blanca. Ambos hechos a la medida, ambos costando más de cuatro cifras. Sólo lo mejor para Lalisa Manobal, la llamada Reina de Wall Streetㅡ. El trabajo es trabajo.

Me dio un beso superficial en los labios. Un olor familiar a cítricos y sándalo rozó mis sentidos e hizo que se me estrujara el corazón. Llevaba el mismo perfume desde que se la regale hace una década durante nuestro primer viaje a Brasil. La lealtad me parecía romántica, pero el nuevo cinismo que había en mí susurraba que era sólo porque no se molestaba en buscar un nuevo aroma.

A Lisa no le importaba nada que no le hiciera ganar dinero.

Pasó los ojos por las copas de vino manchadas de carmín y los restos de comida china en la mesita. Nuestra ama de llaves estaba de vacaciones y yo estaba haciendo la limpieza cuando Lisa llegó a casa.

ㅡ¿Vinieron amigos? ㅡpreguntó, sonando sólo marginalmente interesada.

ㅡSólo las chicas. ㅡMis amigas y yo habíamos celebrado un hito financiero de mi pequeño negocio de flores prensadas, que se acercaba a su segundo aniversario, pero no me molesté en compartir el logro con mi esposaㅡ. Se suponía que íbamos a salir a cenar, pero nos quedamos en casa a última hora.

ㅡSuena bien. ㅡLisa ya estaba revisando su teléfono. Tenía una estricta política de no correos electrónicos, así que probablemente estaba consultando los mercados de valores asiáticos.

Se me hizo un nudo en la garganta.

Seguía siendo tan impresionantemente guapa como la primera vez que la vi en la biblioteca de la universidad. Cabello negro, ojos cafes chocolate, un rostro esculpido con una expresión pensativa semipermanente. No era un rostro que sonriera con facilidad, pero eso me gustaba de ella. Si sonreía, lo hacía de verdad.

¿Cuándo fue la última vez que alguna de las dos sonrió a la otra como solíamos hacerlo?

¿Cuándo fue la última vez que me tocó? No por sexo, sino por afecto casual.

El nudo tiraba con más fuerza, restringiendo el flujo de oxígeno. Tragué fuerte y obligué a mis labios a curvarse hacia arriba.

ㅡHablando de cenas, no olvides nuestro viaje de este fin de semana.

Tenemos una reservación el viernes por la noche en DC.

ㅡNo lo haré. ㅡEscribió algo en su pantalla.

ㅡLisa. ㅡMi voz se endurecióㅡ. Es importante.

A lo largo de los años había soportado docenas de citas perdidas, viajes cancelados y promesas incumplidas, pero nuestro décimo aniversario de boda era único. Era ineludible.

Lisa finalmente levantó la vista.

ㅡNo lo olvidaré. Lo prometo. ㅡAlgo parpadeó en sus ojosㅡ. Diez años ya. Es difícil de creer.

ㅡSí. ㅡMis mejillas podrían agrietarse por la fuerza de mi sonrisaㅡ. Lo es. ㅡDudé y luego añadíㅡ: ¿Tienes hambre? Puedo calentar algo de comida y puedes contarme tu día.

Tenía la mala costumbre de olvidarse de comer cuando trabajaba. Conociéndola, no había probado otra cosa que café desde el almuerzo. Yo solía visitar su oficina y asegurarme que comía cuando empezaba, pero esas visitas cesaron cuando Manobal Capital despegó y se volvió demasiado ocupada.

ㅡNo, tengo que ocuparme de unos clientes. Tomaré algo más tarde. ㅡ Volvió al teléfono, con el ceño fruncido.

ㅡPero... ㅡPensé que habías terminado con el trabajo por hoy. ¿No es por eso que estás en casa?

Me mordí la pregunta. Era inútil preguntar cosas cuya respuesta ya conocía.

Lisa nunca terminaba de trabajar. Era la amante más exigente del mundo.

ㅡNo me esperes despierta. Estaré un rato en mi oficina. ㅡSus labios rozaron mi mejilla al pasar junto a míㅡ. Buenas noches.

Ya se había ido cuando respondí.

ㅡBuenas noches.

Las palabras resonaron en nuestro palaciego y vacío salón. Era la primera noche que estaba despierta para ver a Lisa volver a casa en semanas, y nuestra conversación había terminado antes de empezar realmente.

Parpadeé y contuve una vergonzosa punzada de lágrimas. ¿Y qué si mi esposa se sentía como una extraña? Yo misma me sentía extraña a veces cuando me miraba al espejo.

Al fin y al cabo, estaba casada con una de las mujeres más ricas de Wall Street, vivía en una casa preciosa por la que la mayoría de la gente mataría y tenía un negocio pequeño pero próspero en el que hacía lo que me gustaba. No tenía motivos para llorar.

Mantente junta.

Respiré hondo, enderecé mis hombros y retiré las cajas vacías de comida para llevar de la mesita. Cuando terminé de limpiar, la presión detrás de mis ojos había desaparecido como si nunca hubiera estado allí.

 Cuando terminé de limpiar, la presión detrás de mis ojos había desaparecido como si nunca hubiera estado allí

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Queen of Greed | JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora