Capítulo 3

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Jennie's POV.

No iba a venir.

Me senté en el salón, con la piel helada, mientras veía pasar los minutos. Eran más de las ocho. Se suponía que teníamos que haber salido para Washington hacía dos horas, pero no había visto ni sabido nada de Lisa desde que se fue a trabajar esa mañana. Mis llamadas habían ido al buzón de voz y me negaba a llamar a su oficina como si fuera una conocida cualquiera suplicando un minuto del tiempo de la gran Lisa Manobal. Yo era su esposa, maldita sea. No debería tener que perseguirla o adivinar su paradero. Por otra parte, no hacía falta ser una genio para darse cuenta de lo que estaba haciendo ahora mismo.

Trabajando. Siempre trabajando. Incluso en nuestro décimo aniversario. Incluso después de haber insistido en lo importante que era este viaje.

Por fin tenía una buena razón para llorar, pero no salían lágrimas. Sólo me sentía... entumecida. Una parte de mí esperaba que lo olvidara o lo pospusiera, ¿y no era eso lo más triste?

ㅡ¡Señora Manobal! ㅡNuestra ama de llaves, Ashley, entró en la habitación, con los brazos cargados de ropa recién lavada. Había vuelto de sus vacaciones anoche y había pasado el día ordenando el áticoㅡ. Pensé que ya se habías ido.

ㅡNo. ㅡMi voz sonaba extraña y huecaㅡ. No creo que vaya a ninguna parte este fin de semana después de todo.

ㅡ¿Por qué...? ㅡSe interrumpió, sus ojos de águila se fijaron en el equipaje que había junto al sofá y en mis nudillos blancos sobre las rodillas. Su cara redonda maternal se suavizó con una mezcla de simpatía y lástimaㅡ. Ah. En ese caso, le prepararé la cena. Moqueca. Su favorita, ¿eh? ㅡ Irónicamente, el guiso de pescado era lo que mi antigua ama de llaves de la infancia me preparaba cuando tenía el corazón roto por un chico. No tenía hambre, pero no tenía energía para discutir.

ㅡGracias, Ashley.

Mientras ella se dirigía a la cocina, yo intentaba ordenar el caos que se arremolinaba en mi cerebro.

¿Cancelar todas nuestras reservaciones o esperar? ¿Simplemente llegará tarde o no va a hacer el viaje? ¿Quiero hacer el viaje ahora, aunque ella quiera?

Lisa y yo íbamos a pasar el fin de semana en Washington, donde nos conocimos y nos casamos. Lo tenía todo planeado: una cena en el restaurante familiar donde habíamos tenido nuestra primera cita, una suite en un acogedor hotel boutique, sin teléfonos ni trabajo. No era lujoso, pero sí íntimo e informal, y se suponía que iba a ser un viaje para nosotras. Como nuestra relación se deterioraba cada día más, esperaba que nos acercara de nuevo. Que nos enamoráramos como lo habíamos hecho hace un tiempo.

Pero me di cuenta que eso era imposible porque ninguna de las dos éramos la misma persona que solíamos ser. Lisa no era la chica que hacía cien cortes de papel haciendo versiones de origami de mis flores favoritas para mi cumpleaños, y yo no era la chica que flotaba por la vida con estrellas y sueños en los ojos.

ㅡTodavía no tengo dinero para comprarte todas las flores que te mereces ㅡdijo, sonando tan solemne y formal que no pude evitar sonreír ante el contraste entre su tono y el tarro de coloridas flores de papel que tenía en las manosㅡ. Así que las hice en su lugar.

Se me cortó la respiración.

ㅡLis...

Debía de haber cientos de flores ahí dentro. No quería pensar en cuánto tiempo le llevó hacerlas.

ㅡFeliz cumpleaños, amor. ㅡSu boca se detuvo en la mía en un beso largo y dulceㅡ. Un día, te compraré mil rosas de verdad. Te lo prometo.

Queen of Greed | JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora