Epílogo

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Lisa's POV

Cuatro meses después

Ese verano, Jennie y yo nos fuimos a vivir juntas.

Ella rompió el contrato antes de tiempo y yo vendí el ático en favor de una casa de piedra rojiza situada en el corazón del West Village. Era enorme, con cuatro plantas, una terraza en la azotea y un patio trasero de tamaño medio (lo cual era un lujo y medio en Manhattan), pero seguía teniendo un ambiente más acogedor que nuestra antigua casa.

Trajimos con nosotros a Ashley y al resto de nuestro personal doméstico. Ashley se había mostrado escéptica con la mudanza, pero en cuanto vio la cocina, que era incluso más grande que la del ático, se entusiasmó. A pesar de sus reticencias iniciales, sospeché que estaba tan contenta que volviéramos a estar juntas que se habría mudado con nosotros a una cabaña en el bosque si se lo hubiéramos pedido. Trataba a Jennie como a una hija, y su paciencia con mis cambios de humor inducidos por el divorcio se había agotado.

Cuando compramos la casa, Jennie y yo contratamos a un asesor de interiorismo, pero decoramos la mayor parte nosotras mismas. Por una vez, me preocupé menos por comprar los artículos más caros y más por lo que encajaba con nuestras vidas. Nuestro vestíbulo lucía flores frescas y baratijas elegantes en lugar del busto de mármol de valor incalculable pero algo aterrador por el que había pujado con éxito en una subasta de Sotheby's, y Jennie me convenció que no construyera un campo de minigolf en el patio trasero simplemente porque podía hacerlo. A ninguna de las dos nos gustaba el minigolf.

Afortunadamente, había accedido a un jacuzzi en la azotea y a la construcción de un ascensor privado. No estaba dispuesta a renunciar a muchos lujos.

Sin embargo, también doné una gran suma de dinero para la creación y el mantenimiento del Fondo de Becas Ehrlich en la Universidad Thayer. Las becas, basadas en las necesidades, ofrecerían becas completas a una docena de nuevos estudiantes cada año a partir de este otoño. El profesor Ehrlich había sido un ávido aficionado al minigolf, pero sospechaba que si estuviera vivo, las becas le habrían gustado aún más.

A veces echaba de menos el ático y lo que representaba la primera gran señal que lo había conseguido, fuera lo que fuera, pero aquella casa había sido para mí. Esta casa era para nosotras, y ya era hora que lo hiciera oficial.

ㅡ¿Lisa? ㅡLa voz de Jennie flotó desde lo profundo de la entrada. ㅡ¿Estás en casa?

ㅡ¡En el jardín! ㅡgrité. El sudor me manchaba la palma de la mano, lo cual era ridículo. Ya lo había hecho antes, pero cuando se trataba de Jennie, cada vez parecía la primera vez para todo.

Nunca la miraría y no me maravillaría que fuera mía. Nunca pensaría en lo cerca que había estado de perderla y no daría gracias a Dios por que hubiera vuelto a mí. Nunca volvería a besarla y a dar por sentada la oportunidad.

Apareció en la puerta trasera, con el cabello brillante bajo la luz del sol. Esa mañana había almorzado con sus amigas y sus mejillas brillaban con un tono rosado.

ㅡNo te ofendas, bebé, pero espero que no estés intentando cultivar el jardín otra vez. ㅡJennie cerró la puerta de cristal tras de sí y miró sus queridas flores con receloㅡ. ¿Recuerdas cuando casi matas a mi aster de Nueva Inglaterra?.

Floria Designs prosperaba tanto en Internet como en su tienda física, lo que significaba que necesitaba más inventario. La mayor parte de las flores para su negocio las obtenía de proveedores, pero también había empezado a cultivar las suyas propias en el jardín que habíamos instalado en lugar del campo de minigolf.

El concepto de cafetería y galería/floristería fue un gran éxito, y aunque odiaba la continua presencia de Jeonghan en su vida -ningún casero neoyorquino controlaba a sus inquilinos tan a menudo sin motivos ocultos-, me encantaba verla feliz. Era la única razón por la que no le había comprado la empresa. Por alguna razón, Jennie lo consideraba un amigo, y no le haría ninguna gracia que yo hiciera esa jugada.

Queen of Greed | JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora