Si el viernes había sido el caos, el lunes fue aún peor.
Sin un rescate federal y con el capital de mi acuerdo desechado, DBG se hundió, enviando ondas de choque a través del mundo financiero. Las turbulencias del mercado alcanzaron cotas vertiginosas y la FDIC (Corporación Federal de Seguros de Depósitos) intervino para gestionar las secuelas.
El ambiente en la oficina era sombrío. Dejando a un lado las implicaciones de largo alcance de la quiebra de un banco importante, mi equipo se había dejado la piel en la compra y yo me la había cargado sin dar explicaciones ni avisar. No podía decirles la verdad sobre mi decisión, así que me inventé una excusa sobre la gestión de riesgos que sólo la mitad de ellos creyó.
Ese día no era la persona más popular de la oficina, pero no me importaba. No me importaba ser la villana si eso significaba proteger a la gente que quería.
ㅡ¿Eso es todo, señora? ㅡpreguntó Taeyeon después de nuestra sesión informativa diaria. Era lo bastante profesional como para no mostrar su rencor, pero un hilillo de él se filtraba en su postura erguida y su boca apretada.
Asentí, distraída por una llamada entrante de Bogum. Esperé a que se fuera antes de contestar.
ㅡNo me digas que hay otra quiebra bancaria en el horizonte.
ㅡNo exactamente ㅡdijo. Sonaba tan aturdido que instintivamente me enderecéㅡ. Mira Twitter. Es... mierda, nunca había visto nada igual. Hace que el colapso de DBG parezca un juego de niños.
El inusual comentario de Bogum me puso los pelos de punta. Aunque Faye no me hubiera matado, podría morir de una sobredosis de adrenalina antes que acabara la semana.
No tuve que buscar mucho para encontrar de qué hablaba Bogum. Estaba por todo Twitter, Facebook, Reddit, Instagram, TikTok y cualquier otra plataforma de intercambio de información que se me ocurriera.
No era un libro blanco. Era un contrato firmado entre dos partes por servicios prestados en el que se detallaba minuciosamente cómo el nuevo director general del Banco Sunfolk contrató a una empresa privada de mercenarios para acabar con su competencia por todos los medios.
Martin Wellgrew, Banco Orion. El libro blanco, DBG.
Mierda.
Y así, el lunes más salvaje de las últimas décadas se volvió aún más salvaje.
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Los expertos sólo tardaron unos días en verificar la autenticidad del contrato. El nombre y los datos de la empresa mercenaria estaban ocultos, pero no importaba. Si se tiraba de un hilo suelto, se desenredaba todo el plan.
Jack Becker, director general del Sunfolk Bank, recientemente se hizo cargo tras la muerte de su padre. El banco ya atravesaba dificultades en comparación con sus competidores, y el imprudente e impulsivo estilo de gestión de Jack había cavado su tumba más honda. Ante la inmensa presión del consejo de administración para que dimitiera o diera un giro a la empresa, optó por una tercera opción: acabar con sus competidores hasta que Sunfolk fuera el último que quedara de pie.
Era un plan inverosímil y alucinante, sacado directamente de las películas. Era difícil creer que alguien en la vida real fuera tan audaz o estúpido como para intentar algo así, pero los idiotas nacen todos los días.
ㅡ¿Algo? ㅡJennie me abrazó por detrás. Habíamos vuelto de cenar y yo había mirado las noticias mientras ella se duchaba.
Sacudí la cabeza. Había pasado una semana desde que se filtró el contrato, y Faye se había vuelto a esfumar.
No sabía qué lo había hecho traicionar a su empresa. Había quedado libre tras convencerme que rechazara la compra de DBG, pero fuera lo que fuese, lo había convertido en el objetivo número uno. La gente como su antiguo jefe no se detendría hasta darle caza, y yo vivía con el temor que apareciera su cadáver o, peor aún, que no lo encontraran.
ㅡEstoy segura que está bien ㅡdijo Jennie suavementeㅡ. Sabe cómo manejarse.
ㅡEso espero. ㅡGiré la cabeza y le di un suave beso. No sabía dónde estaba Faye, pero al menos Jennie estaba sana, salva y a mi lado.
Había despedido a mi antigua empresa de seguridad y contratado en su lugar al equipo de Christian Harper. El cambio había tardado mucho en llegar y, en veinticuatro horas, sus hombres habían renovado por completo mi casa, mi oficina y mi seguridad personal. Jennie aún vivía en su apartamento, así que también nos encargamos de ella y de Floria Designs.
Si el antiguo jefe de Faye me perseguía por mi relación con ella, estaba preparada, aunque esperaba que ese día no llegara nunca. Si Jennie salía herida por mi culpa, nunca me lo perdonaría.
Esa misma noche, cuando estaba profundamente dormida, salí del dormitorio para volver a ver las noticias. Era una compulsión de la que no podía librarme. Algunas personas eran adictas a las redes sociales o a los videojuegos; yo lo era a escudriñar los titulares en busca de menciones de alguien que pudiera ser Faye.
Nada.
El alivio no tuvo oportunidad de formarse del todo antes que un anillo familiar cortara la rebanada.
Llamada desconocida. Una oleada de inquietud se filtró en mi torrente sanguíneo.
ㅡ¿Hola? ㅡLa cautela envolvió mi voz. La persona que llamaba podía ser una de las dos partes, y cuando oí la suave respiración al otro lado, un cosquilleo de alivio aflojó el puño que rodeaba mi corazón.
De alguna manera, lo sabía. No éramos hermanas de sangre, pero algunas cosas trascendían la sangre.
ㅡSi me necesitas, estoy aquí ㅡdije en voz baja. Cuanto más tiempo estuviera al teléfono, mayor sería el riesgo de exposiciónㅡ. Cuídate.
Una respiración entrecortada, y luego... nada. Había colgado.
ㅡ¿Todo bien? ㅡpreguntó Jennie somnolienta cuando volví al dormitorio. Tenía el sueño ligero y el ruido de la puerta al cerrarse debió de despertarla.
ㅡSí. ㅡMe metí en la cama y rocé su frente con mi boca. Faye había arriesgado su vida al ayudarme, pero se aseguró que yo supiera que estaba bien. Tal vez le estaba haciendo un pequeño favor al subestimarla. Era una superviviente; las dos lo éramos.
ㅡTodo está perfecto.
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