Capítulo 36

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Lisa's POV

Me desperté con una resaca infernal. Los taladros me golpeaban el interior del cráneo con una fuerza que hacía retumbar los huesos y el algodón me llenaba la boca. Un rayo de sol brilló a través del hueco entre las cortinas y casi me mata.

Me pasé el antebrazo por los ojos con un gemido. Se acabó el alcohol para mí.

Me gustaba un buen Macallan, pero en ese momento la idea de beber una gota más de whisky me revolvía el estómago.

¿Qué demonios pasó anoche? Normalmente me controlaba bien cuando se trataba de beber. La gente hacía todo tipo de tonterías cuando estaba borracha, y yo me esforzaba por hacer las menos tonterías posibles.

Era difícil pensar a través de la estridente obra de construcción dividiendo mi cabeza, pero trozos de la noche anterior lentamente se filtraron a través del caos.

Jennie. Cita. Bebidas. Faye. Más bebidas.

El estómago se me revolvió de nuevo, tanto al recordar la cita de Jennie como el bar de mala muerte en el que había bebido hasta hartarme. No me extraña que me sintiera como el culo. Nada era más humillante que el licor barato y las malas decisiones.

ㅡAquí. ㅡUna voz risueña me despertó de mi miseriaㅡ. Esto te hará sentir mejor.

Levanté la cabeza, otro taladro golpeándome con el movimiento.

Jennie estaba de pie al final del sofá, fresca y hermosa con un vestido amarillo. Sus húmedas ondas castañas le rozaban los hombros, y los embriagadores aromas de su perfume y su champú llenaron mis fosas nasales.

Yo parecía una mierda y ella parecía salida de un cuento de hadas.

Fan-maldito-tástico. Esto no era lo que tenía en mente cuando tomé la estúpida y borracha decisión de esperar fuera de su apartamento como una asquerosa desesperada la noche anterior. Que le den a Faye por no detenerme; había recibido una llamada del trabajo (de la que se había negado a dar detalles) y me había dejado abandonado a mis peores impulsos.

ㅡSi vuelves a verme acercarme a menos de metro y medio de un whisky, no dudes en abofetearme. ㅡMe obligué a incorporarme para tomar el agua y los pastéis que me ofrecía. Jennie me había presentado los pastéis fritos durante nuestro primer viaje a Corea, y desde entonces me había aficionadoㅡ. Quien inventó las bebidas de mierda merece ser fusilado.

Sus ojos brillaron de Jengría.

ㅡNunca te había visto con tanta resaca o despeinada. Debería hacerte una foto. Si no, nadie me creerá.

ㅡGraciosa. Restriégamelo, ¿por qué no? ㅡMe llevé el agua a los labios, pero estaba tan desorientada que derramé un poco sobre mi camisa. Solté una colorida maldición.

A Jennie le tembló todo el cuerpo.

ㅡNo tiene precio ㅡjadeo entre carcajadas. Levantó el teléfono y sacó una foto con una amplia sonrisa en las mejillas.

ㅡTe juro por Dios, Jen, que si veo esa foto en Internet, colgaré la tuya durmiendo con la boca abierta en el tren ㅡla amenacé, pero un atisbo de reticente diversión tiró de mi boca. Era difícil seguir enfadada cuando sonreía, aunque fuera a mi costa.

ㅡPuede que merezca la pena. ㅡSe limpió las comisuras de los ojos, y sus risitas suavizaron lo último de mi enfado.

ㅡPareces feliz ㅡdijeㅡ. No recuerdo la última vez que te hice tan feliz. Tal vez fuera una felicidad temporal, pero era felicidad, al fin y al cabo.

La había hecho llorar lo suficiente como para que verla reír mereciera los moretones de mi ego.

El humor de Jennie se desvaneció, desapareciendo en la tensión que se desató, repentina y eléctrica, a nuestro alrededor.

Queen of Greed | JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora