Capítulo 12: El zorro

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Por supuesto, Naruto no fue feliz cuando su papá le anunció que aparte de las clases de japonés, ahora también tendría que aprender Oclumancia. Aunque cuando le dijo que sería Severus quien iba a enseñarle, él se tranquilizó.

Debido a esta suma, las clases del niño aumentaron además de la escuela, a Oclumancia y japonés, en la misma academia que iba Haku. Además de eso, también ambos niños ya llegaban a la edad que debían aprender, mediante su padre, cómo ser un sangre pura que se digne de llevar su apellido. Sirius no estaba muy feliz con eso, pero entendía que al llevar el apellido Black, se esperaba que los muchachos tuvieran un comportamiento refinado.

Sirius hizo muecas y abrió la puerta de la habitación de Haku. Sonrió al ver el paisaje pintado en la pared que tenía dos amplias ventanas y agitó su varita para que las cortinas amarillas se abrieran y dejaran entrar la luz del sol. No bien ocurrió eso, los conejos blancos que estaban pintados en un prado descampado en la pared despertaron y comenzaron a saltar de un lado a otro. Eso era lo que había elegido su nuevo hijo para la decoración de su habitación. En la habitación de cuatro paredes, tres de ellas estaban pintadas de celestes con nubes blancas mullidas que giraban según la rotación de la tierra y de vez en cuando formaban cosas o animales y en la pared que tenía las ventanas había un prado muy verde y descampado, sin ningún árbol, pero lleno de conejos blancos.

Estos eran los animales preferidos del niño y Sirius ya estaba pensando en comprarle uno como mascota cuando festejaran su primer cumpleaños como un Black.

-Es hora de levantarse, hermoso –murmuró el animago, acariciando la cabeza de su hijo.

Haku pestañeó varias veces y se giró para mirarlo.

-¿Ya es hora de ir a la escuela? –susurró, apretando a su cuerpo el conejo de peluche con el cual dormía.

-Nopes, hoy es domingo y no hay escuela, pero quedamos en que iríamos a lo de Severus, ¿recuerdas? –Haku sonrió, mientras asentía. –Entonces anda, levántate, yo iré a prepararte la bañera para que tengas un buen baño que te quite todo el sueño, ¿ok?

-Bueno~ -murmuró en un bostezo.

Inconsciente a ellos, Naruto abrió sus ojos y miró que su padre ya no estuviera en la habitación que compartían. Sabiendo que su papá estaba ahora con Haku, el rubio aprovechó su oportunidad, agarró con fuerzas su perro negro y bajó de la cama. Con cautela y mirando para todos lados, fue hacia las escaleras y las bajó lentamente, no queriendo que la madera chirriara bajo su peso. Una vez que las bajó del todo, fue hacia el cuadro familiar y corrió la cortina.

-¡Abuela! –chilló con entusiasmo, al ver el retrato de Walburga destapado.

La señora Black saltó y después fulminó con la mirada al rubio que tenía la osadía de llamarla por ese nombre. Los sangres sucias son siempre irrespetuosos, pensó ella. Pero bueno, creo que yo también he incitado para que él piense lo que no es.

-¿Qué deseas, niño? –espetó-. Me tienes abandonada por quien sabe cuánto y ahora vienes y me tratas con tan poco respeto.

-¡Es que estaba llevando a cabo mi plan, abuelita! –exclamó con entusiasmo-. ¡¿Te acuerdas?! ¡De aquel de que me enseñaste!

Los ojos de la mujer se abrieron con interés.

-¿Lograste que el trai... digo, mi hijo se casara con el Prince?

-¡No! –rió Naruto, agitando su cabeza en negación, despeinado aún más su cabello caótico-. ¡No me gustó más esa idea! ¡Así que le pedí otra cosa a papi!

Walburga angostó sus ojos.

-¿Otra cosa? –siseó con frialdad-. ¿Y qué podría ser eso?

-¡Le dije que quería un hermano mayor! –Los ojos de la bruja del retrato se abrieron como platos. -¡Y adivina qué...! –chilló.

Quiero ser padreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora