Capítulo 24: Examen Chuunin (Segunda Parte)

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Los tres Genin recorrieron bastante camino esa tarde, sólo se detuvieron dos veces, en ambas, porque fueron atacados. La primera vez fue un insecto gigante; el cual Naruto se preguntó si no era uno mágico, porque que él supiera, los insectos Muggles no eran tan grandes, la segunda vez fue por un equipo o más bien un integrante, Sasuke lo detectó y lo redujo, quisieron encontrar al resto del equipo, pero fue en vano.

-¿Qué tal si nos reclinamos para la noche? –preguntó Naruto, acariciando su estómago, después de un ruido particularmente sonoro que había dejado.

Sasuke asintió y Sakura estaba más que contenta en convenir.

-Debemos buscar un árbol bastante grande y preferentemente que tenga un hueco, para poder poner los sacos de dormir dentro –afirmó Sasuke, ya mirando para todos lados.

-No creo que eso sea muy necesario –murmuró Naruto, sacándose su mochila de viaje y poniéndola en el piso, para luego rebuscar dentro-. No se imaginan los montones de cosas que mi papá me obligó a traer, pero entre tanta porquería, hay algo útil.

Sus otros compañeros de equipo se inclinaron con curiosidad para ver lo que sacaba y después le dieron una mirada escéptica, al ver que era un simple pedazo de tela pequeña.

-No todo es lo que parece –sonrió, antes de sacar su varita y murmurar un encanto-. ¡Taran~! Hogar dulce hogar.

Ante los ojos incrédulos del moreno y la pelirosada una carpa de tamaño modesto se materializó delante de sus ojos. Después, su compañero murmuró otro hechizo y la carpa se volvió invisible. Naruto hizo muecas y entró, gritándoles a ellos dos que hicieran lo mismo. Compartieron una mirada y después Sasuke se encogió de hombros, no era la primera vez que la magia de Naruto probaba ser de buena ayuda.

Sakura jadeó con sorpresa al ver lo que había congelado a su ídolo segundos antes. No, esa no era una carpa normal para nada. Tenía un techo, donde colgaba una araña de luz de aspecto costoso, el piso era alfombrado, había un sillón doble y dos más pequeños, con una butaca en el medio. Al costado derecho parecía haber una cocinita pequeña y cerca de allí, una mesa con tres sillas. Pero lo que la hizo casi llorar fue ver dos camas de aspecto blando, que te invitaban a dormir en ella, aunque ella no podía apartar la mirada de la puerta donde Naruto acababa de entrar, si no se equivocaba, ese era un baño. ¡Un baño!

-¿C-Cómo? –comenzó a balbucear la pelirosada, cuando su compañero de equipo salió.

Naruto hizo muecas.

-Magia. –Se encogió de hombros. –Pueden turnarse para tomar un baño si quieren, mientras tanto yo voy a ver qué puso mi papá en las alacenas para comer.

Sakura chilló y ni siquiera le importó la opinión del que decía estar enamorada y entró al baño.

-Todavía tenemos que montar guardia, Naruto –dijo Sasuke, entrando a la cocina-. Tu carpa podrá ser invisible, pero allá afuera hay Genins que podrán detectarla o verla si activan su bloodline, como los Hyuuga.

-Ya sé –suspiró-. Pero al menos vamos a darnos un baño, relajarnos un poco, comer y después decidimos quién toma el primer turno.

Sasuke no pudo luchar contra eso, había perdido la expectativa de tener un baño en ese bosque durante los cinco días, pero ahora que se le presentaba la oportunidad, no iba a decir que no.

Al parecer, ser un ninja común y corriente, junto a Black Naruto, era imposible.

Al día siguiente, Sakura, quien fue la última en el turno de vigilancia, se encargó de despertar a sus compañeros de equipo. Así pues, después de un buen desayuno, Naruto encogió la carpa y volvió a meterla en su mochila. Emprendieron la marcha, decididos a encontrar hoy el pergamino que les faltaba.

Quiero ser padreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora