Interludio I: Un vistazo al pasado.

16 2 0
                                    

-Oh, ¡vamos! –gimoteó Sirius, estironeando a su novio-. Moony está débil por la luna llena, así que no puede ir a Hogsmeade hoy. –Black fingió no ver el estremecimiento de su novio en la mención de su amigo. Habían pasado ya dos meses desde el incidente del Sauce Boxeador, pero él sabía que Severus todavía sufría de pesadillas de ese día.

-Disculpa si no quiero pasar mi único día libre con un montón de tontos Gryffindors.

-Mañana tienes libre también.

-Mañana debo hacer mis tareas.

-¡Merlín! ¿En qué momento me enamoré de un nerd? –suspiró exasperado, extendiendo sus brazos al cielo. Por eso no vio el rubor en las mejillas pálidas de Snape.

-Ya te dije que no, Sirius.

-Por fa, Sev~ -Hizo un puchero. –Además, me prometiste hace poco que tratarías de llevarte mejor con mis amigos, ¿y qué mejor que pasar una tarde de sábado bebiendo, comiendo y charlando con ellos?

Severus suspiró dimitido, cuando Sirius le hacía esa cara, era duro negarse.

-Está bien, pero si tus amigos se ponen groseros, me voy.

-¡Genial! –Sonrió de oreja a oreja y le dio un pico a su novio. –Vamos.

Tomó la mano izquierda de Severus y comenzaron a caminar. El Slytherin tensó un poco cuando se pararon frente al cuadro de la Señora Gorda y resopló al escuchar la contraseña. En serio: "¿Los amos del Quidditch?", les habían ganado el último partido por pura suerte. Al entrar a la Sala Común de Gryffindor, las miradas de desdén no tardaron en llegar. Lo gracioso era que la mayoría no eran porque él era un Serpiente en su guarida, sino porque era dueño del ex soltero más codiciado de los Leones.

Pero Severus ya se había acostumbrado a esto, desde que salió a luz que ellos estaban saliendo, no había día que él no recibiera miradas de odio y envidia. Para este entonces, ya se había acostumbrado. De hecho, siendo él el chico que era, a veces besaba apropósito a Sirius enfrente de todas/os para que sus rivales murieran de la envidia.

Peter y James fruncieron el ceño cuando vieron entrar a su amigo con Severus, pero Remus le dio una sonrisa cansada y lo invitó a sentarse.

-Me alegra que aceptaras venir, Severus –murmuró Remus-. Es bueno tener alguien inteligente con quien hablar de vez en cuando.

-¡Ey! –chilló James, ofendido.

-¡Moony! –gritó Sirius-. ¿No estás intentando coquetear con mi novio, cierto?

-Idiota –gruñó el hombre lobo, poniendo los ojos en blanco.

-Supongo que comprendo cómo te sientes –dijo Severus, mientras su novio lo guiaba a que se sentaran en su cama-. Estar rodeado de cabezas huecas como Black, Potter y, sobre todo, Pettigrew debe ser cansador.

-No todos somos sabelotodo como tú, Snivellus –contraatacó James.

-Ey, ey, ey. Tiempo fuera, tiempo fuera –intercedió enseguida Sirius-. Ninguno insulto esta tarde, ¿no quedamos en eso? Por favor.

James se cruzó de brazos y miró para otro lado, mientras Severus juntaba sus labios en una línea fina. Por suerte, Remus le dijo que Peter que vaya por las bebidas (whiskey de fuego que compraron ilegalmente de Hogsmeade) y la comida. Porque con la boca llena, los ánimos se calmarían un poco. Y, efectivamente, después de unos vasos la charla se volvió casi amena.

-... ella dará su brazo a torcer –decía James-. Sólo tengo que demostrarle un poco más lo buen partido que soy.

Severus resopló en su cómodo asiento. Sirius estaba recostado contra el cabecero de su cama, mientras Snape estaba entre sus piernas, con su espalda contra el pecho de su novio, y dejaba que este le acariciaba su cabello sedoso.

Quiero ser padreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora