Capítulo 28: La invasión

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Desde su posición, Sirius podía ver cada movimiento de Kabuto y podía decir que este estaba esperando algo. ¿Qué? No sabía, pero ahora estaba comenzando la lucha entre Sasuke y Gaara y él parecía muy interesado. De repente, Kabuto se dio vuelta y lo vio, así que Sirius improvisó. Una langosta estaba saltando cerca suyo, así que el dio un pequeño chillido perruno y saltó tras la langosta, como si estuviera jugando con ella.

Se veía realmente estúpido, porque él era un perro más grande de lo normal y estaba actuando como un cachorro juguetón. Pero su vergüenza amortiguó un poco cuando vio que Kabuto resopló y se tragó su actuación.

Maldición, las cosas que tengo que hacer. Pero si mi instinto no me falla, no estoy haciendo esto en vano.

Abajo, Naruto se agarró fuerte de las barandillas de metal del balcón donde ellos estaban mirando la lucha, sus ojos centrados exclusivamente en Gaara. La forma de manejar su arena era increíble, pero él no recordaba ningún bloodline que usara ese elemento. Durante su entrenamiento, cuando le había preguntado a Jiraiya acerca de este muchacho, el ninja sonrió pesarosamente y sólo le dijo que si podía evitar tener una lucha con el pelirrojo, lo hiciera. Naruto no era un Gryffindor para nada y en vez de apaciguar su curiosidad, aquellas palabras la avivaron.

¡Chidori!

El rubio salió de sus pensamientos y sus ojos se abrieron como platos al ver la bola de rayos que aparecía en la mano de su compañero de equipo. ¡Era impresionante! Y se sintió un poco envidioso al ver lo que era capaz de hacer. Cierto, él con su magia tenía muchas más cosas estupendas que podía hacer, pero esa bola de rayos parecía mucho más fantástica que un Incendio.

Sin embargo, al instante siguiente, sus celos desaparecieron. Él podía sentirlo. Esa sensación, esa que sentía pocas veces. Aquella sensación que sólo venía desde lo más profundo de su mente y avivaba el sello que estaba en su vientre. No podía ser otra cosa. La energía oscura, lujuriosa, malévola que se asemejaba a cuando invitaba al Kyuubi para ayudarlo parecía venir desde Gaara también.

¿Cómo? ¿Por qué tengo esta sensación? ¿Por qué viene de Gaara? ¿Será posible que él sea...?

—¡Naruto!

El rubio pestañeó y miró para las gradas, desde allí su papá Sev lo miraba con los ojos como platos. Una sensación somnolienta comenzó a apoderarse de él; más que asustado, activó con más fuerzas sus paredes de Oclumancia y la sensación desapareció. Sin embargo, cuando comenzó a mirar a sus alrededores, notó que la mayor parte de las personas que estaban mirando la lucha comenzaron a caerse dormidas y unas plumas caían desde el techo del estadio.

De nuevo arriba, Sirius había observado a Kabuto sin pestañear, lo vio juntar sus manos para lanzar un Jutsu, pero hasta que no lo hiciera, no podía estar seguro de si sería maligno o no. Pero cuando toda la gente comenzó a caerse dormida por las plumas que salían de sus manos, Padfoot gruñó y atacó.

Kabuto desvió el primer intento de ataque y angostó sus ojos en el perro.

—Sabía que no eras un perro normal, pero no perteneces a un Inuzuka —murmuró Kabuto.

Padfoot le dio una mueca perruna y saltó hacia el shinobi, Kabuto levantó sus dos manos, con todas la intenciones de pararlo, pero no contó con que en medio camino, el perro se transformara en Sirius Black y que el peso mayor del hombre lo derrumbara en el piso, con el Auror montándolo a horcajadas. Kabuto peleó por liberarse, pero congeló al sentir algo frío contra su garganta.

—Ah, ah, ah —reprendió Sirius, clavando su varita en la yugular de Kabuto—. Yo no intentaría escapar si fuera tú, Kabuto. ¿Jugando al inocente, uh? Sabía que tu olor a serpiente era malas noticias desde el principio. —Sus ojos se angostaron. –Mi instinto nunca falla. Desmaius.

Quiero ser padreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora