Capítulo 27: El último esfuerzo

13 2 0
                                    

Padfoot caminó perezoso por las calles nocturnas de Konoha, olfateando por aquí y por allá y molestando a los gatos callejeros de la aldea. Sev le había negado sexo esta noche, diciéndole que estaba demasiado nervioso por la lucha de su hijo al día siguiente como para concentrarse en eso. Así pues, caliente e insatisfecho, Sirius decidió salir a pasear en su forma perruna.

Escuchó un susurro de voces a su derecha y después saltó cuando escuchó un sonido de tos. Esta tos activó algo en su memoria, así que se acercó sigiloso hacia el sonido de las voces. Ah sí, ese de allí era el árbitro de la lucha que su hijo tuvo después de salir del Bosque de la Muerte y al otro ninja no lo conocía de nada, pero tenía el símbolo de la Arena en su frente. Cuando Hayate sacó su espada se asustó y gruñó con fuerzas al ver que en un movimiento rápido, el enemigo le quitó su espada y estaba a punto de hacer un daño severo, si es que su gruñido no lo distraía. El tajo en el pecho del shinobi de la Hoja resultó ser menos dañino, pero todavía hizo que Hayate callera el piso, colocando una mano en su herida.

—Hmph, un perro sarnoso –dijo el ninja de la Arena con despreció y volvió sus ojos hacia el ninja herido, con todas las intenciones de acabarlo.

—Error. Soy un mago.

El enemigo giró violentamente la cabeza y sólo tuvo tiempo de ver una figura humana, antes de que una luz blanca lo petrificara.

Sirius lo miró con desprecio y convocó unas fuertes cuerdas para atarlo, por si acaso. Después guardó su varita y se acercó a Hayate.

—Ey, ¿estás bien?

—Más o menos —gimió con dolor—. Debemos ir al Hokage, la Arena no es nuestro aliado más y creo que planean hacer algo mañana en el examen.

La cara de Sirius endureció. Así pues, el nerviosismo de Severus no era injustificado. Debía haberle hecho más caso, antes de enojarse por negarle el sexo, su Slytherin tenía un sexto sentido cuando se trataba de un peligro inminente que se acercaba.

*Al día siguiente*

Severus frunció el ceño, mientras ayudaba a su hijo a abotonarse el chaleco que le había traído. Él mismo lo había mandado a confeccionar, con cuero de dragón que era conocido por ser muy resistente. Teóricamente, los Genin no deberían tener nada de ayuda para el examen, pero en ningún lado decía nada de la ropa, y si este chaleco de cuero verde con toques en negro ayudaba a que su hijo repeliera en algo los ataques, que así sea. Él había investigado acerca de los poderes de esos Hyuuga y sabía que con un simple toque de sus dedos en el lugar correcto, podían inhabilitar a su hijo. Él no sabía si el chaleco y los guantes que venían de juego podrían ayudarle, pero más vale prevenir que curar.

— ¿Nervioso? —preguntó, cuando escuchó al niño suspirar por enésima vez.

—Un poco. Quiero convertirme en Chuunin pronto.

Snape le dio una mirada de reojo y terminó de abotonar el último de los muchos botones que tenía el chaleco, antes de apoyar sus dos manos en los hombros de Naruto.

—Mira, no quiero presionarte, hijo, pero ayer hablé con tu Hokage. —Naruto levantó sus cejas. –He visto tus cuadernos de apuntes y las lecciones que los profesores nos molestamos en mandarte y he notado que no te va muy bien.

El rubio hizo una mueca de dolor.

—Sí, bien. Esto de ser ninja toma mucho de mi tiempo y casi no puedo estudiar —masculló.

—-Ya lo sé, hijo. No te estoy juzgando. Ese fue el motivo por el cual fui a hablar con Sarutobi. Le dejé en claro que tú has decidido vivir tu vida como mago, que el ser shinobi es algo que prometiste hacer sólo para honrar la memoria de Uzumaki Kushina y Namikaze Minato, pero que por ningún motivo piensas vivir de esto. –Naruto asintió, dejándole saber que estaba de acuerdo. —Así pues, como el ser ninja está interfiriendo con tus estudios de mago, el Hokage y yo llegamos a un acuerdo.

Quiero ser padreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora