Capítulo 30: Adiós... por ahora

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A pesar de sus mejores esfuerzos, Tsunade no resultó ser una mujer muy cooperativa, además estaba el hecho de que Orochimaru ya la había contactado mucho antes de que ellos lleguen a verla.

—¿Y puedo preguntar qué le prometió a cambio de su ayuda? —siseó Abraxas, angostando sus ojos—. Estoy seguro que lo que sea que le ofreció, puedo doblarlo. Soy, después de todo, un hombre muy rico.

La mujer lo fulminó con la mirada, sintiéndose irritada. Desde la primera vez que lo vio, este hombre no le cayó bien. No, contrario a lo que el idiota de Jiraiya quería pensar, ella no estaba celosa (porque después de presentarse, Abraxas aclaró que era el amante de Jiraiya), lo que la molestaba era el hecho de que este hombre la miraba como si él fuera mejor que ella, y, claro está, estaba también el pequeño tema de que él lucía como su estuviera a la mitad de sus años treinta, cuando en realidad casi pasaba los sesenta y no era por un Jutsu, era natural.

—No tiene que ver con lo que Orochimaru me ofreció –gruñó, dando una palmada a la mesa—. Tiene que ver con que Konoha me trae muy malas memorias y, cuando me fui, juré nunca volver.

—Eso no tiene sentido —interrumpió Naruto, frunciendo el ceño—. Cuando era adolescente, mi padre se fue de su casa y también juró que jamás regresaría, sin embargo después que me tuvo, él volvió. Porque yo era suficiente motivo como para que dejara de lado sus malas memorias. Él fue a esa casa, la remodeló y se encargó de hacer nuevas y buenas memorias junto conmigo. —La miró a los ojos. —¿El motivo que le hemos dicho no es suficiente? ¿El saber que su aldea natal la necesita, por la muerte de su antiguo sensei? ¿No le remueve nada? Y quien lo mató es ese mismo bastardo que le está prometiendo el cielo y la tierra.

Hubo un largo silencio luego del discurso del niño, todos los adultos contemplando sus palabras.

—Aun así, no es suficiente —declaró al fin Tsunade.

Naruto resopló y le dio una mirada de desdén.

—¿Entonces qué tal si apostamos? —Abraxas sonrió de lado, mientras tecleaba la mesa con dos dedos. —Sé por Jiraiya que le gusta apostar, así pues, si su vida depende de una apuesta, le propongo una para jugar su vuelta a su aldea. Si es que pierdo, nos iremos y la dejaremos en paz.

Los ojos de la rubia se angostaron.

—¿Qué propone?

Abraxas sonrió más ampliamente y barrió sus ojos de plata sobre la mesa.

—Veo que le gusta el sake —comentó—. ¿Qué le parece una competencia de consumición?

Tsunade enarcó una ceja y después rió escandalosamente.

—¿Usted me propone una competencia de consumición? —Lo miró haciendo una mueca. —Usted luce... delicado.

La ceja derecha de Malfoy crispó, pero no dejó mostrar su irritación.

—Las apariencias puede engañar. Usted debe saberlo más que nadie, Tsunade-hime.

Naruto, Jiraiya, Shizune y hasta el cerdo Ton-Ton retrocedieron al sentir la tensión venir de los cuerpos de Tsunade y el mago. Había como rayos que salían de los ojos de cada uno.

—Acepto —gruñó la mujer.

—Perfecto. —Aplaudió sus manos. —Sólo tengo una condición.

—¿Qué? —Angostó sus ojos.

—Prefiero una bebida más refinada, como el whiskey. ¿No le molesta?

—Claro que no —bufó—. El whiskey no se compara al sake. Será pan comido.

Quiero ser padreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora