── .✦ ¿𝐀𝐃ó𝐍𝐃𝐄 𝐕𝐀𝐒?── .✦

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—¿Crees que somos almas gemelas en todos los universos? —preguntaste distraídamente, mirando el techo que estaba adornado con estrellas de papel

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¿Crees que somos almas gemelas en todos los universos? —preguntaste distraídamente, mirando el techo que estaba adornado con estrellas de papel.

¡Oh, cómo te encantaban esas estrellas!

Disfrutabas observar las estrellas antes de que tu vida se fuera a la mierda, era un ritual cotidiano para ti.

Fue una grata sorpresa cuando Sebastián te dijo que te taparas los ojos y te acostaras en el frío suelo.

"Confía en mí, recuéstate". Podías escuchar una sonrisa en su voz, así que decidiste confiar en él.

Te acomodaste en una posición cómoda, dejando que tu cuerpo se relajara.

"Abre los ojos ahora". Y así lo hiciste. El techo estaba lleno de todo tipo de estrellas hechas con papel y lápiz.

"¿Te acordaste?"

Por supuesto que sí. —Se acostó a tu lado, enrollando su cola para que no te estorbara.

—¿En todos los universos? ¡Por supuesto! No lo veo de otra manera. —Entrelazó sus dedos con los tuyos. No importa cuántas veces lo haga, siempre te pones colorado.

"¿Promesa de meñique?"

"Promesa de meñique".

Sonríes ante la tranquilidad, cierras los ojos y te dejas caer en un sueño tranquilo.

Sebastián no se dio cuenta hasta que escuchó unos suaves ronquidos a su lado.

No tienes remedio, te amo —susurró Sebastian antes de llevar su mano libre hasta su señuelo y bajarlo para dejar que la habitación se consumiera en la oscuridad.

Cuando despertaste, Sebastian no estaba a la vista. Sentías un leve dolor en la espalda por haber dormido en el duro suelo, pero tu principal objetivo era buscar a Sebastian.

Después de sentarte, te arrastraste hacia la abertura de ventilación.

Asomaste la cabeza, las puertas estaban cerradas y reinaba el silencio.

Sabías que era una mala idea, lo hiciste, pero tu curiosidad pudo más que tú.

Te dijo que nunca salieras de su escondite sin él. Tenía miedo de que te hicieran daño.

Con un ligero empujón, saliste del respiradero. El aire parecía denso, más denso que cuando recorriste esos pasillos las primeras veces.

Decidiste ir a las puertas que estaban en orden descendente, pensando que sería inútil que Sebastián pasara por las puertas más nuevas.

Estaba solo. Sebastian no estaba allí para distraerte de los horrores que había allí abajo. Daba miedo, casi.

Ahuyentaste esos pensamientos y continuaste adelante.

𝐎𝐂𝐄𝐀𝐍   ˢᵉᵇᵃˢᵗᶤᵃᶰ ˢᵒˡᵃᶜᵉ ˣ ʳᵉᵃᵈᵉʳDonde viven las historias. Descúbrelo ahora