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Cuando te atrae suavemente hacia su regazo y guía tu cabeza para que descanse contra su pecho, cómo su latido tan humano se ve amortiguado por la amalgama de ADN intercambiado a lo largo del tiempo, cómo sus manos aún están cálidas mientras te envuelven, él sigue siendo el consuelo Sebastian que alguna vez fue.
se nota lo mucho que le importas. Con una mano apoyada en la parte baja de tu espalda, la otra pasando por tu cabello, la última frotando pequeños círculos a lo largo del arco de cómo te inclinas hacia él. Es tan cuidadoso de no lastimarte, de no rasgar tu pijama improvisado con sus garras. Él quiere lo mejor para ti.
Él apoya su barbilla en la parte superior de tu cabeza. No puedes ver su expresión, pero sonríe cuando instintivamente te acurrucas en el hueco de su cuello. La bocanada de aire cálido mientras exhalas cómodamente. El agarre de tu mano contra el cuello de su camisa.
Él aprecia las pequeñas cosas como esta. Cuando se sienten tan cálidos y cómodos juntos en su pequeña habitación, el sitio negro no significaba nada. El miedo a que algo te lastimara no estaba con él, solo la posibilidad de que te arrebataran. Su agarre se aprieta, él nunca dejaría que eso sucediera. No a ti , nunca.
Así como así, sólo por un momento. Todo deja de doler. Él nunca podrá dejarte ir.
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