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Desde el momento en que bajé del submarino, supe que esto iba a ser duro. Las primeras cinco puertas fueron muy fáciles de atravesar y, cuando llegué a la décima, empecé a sentirme ansioso. Al abrir la puerta, las luces parpadearon y se escuchó un fuerte chirrido a lo lejos. Rápidamente me escondí en un casillero. Me tapé los oídos mientras el chirrido se hacía más fuerte hasta que oscureció y quedó en silencio.
El pelo de mi cola se erizó cuando salí y examiné la habitación que me rodeaba. Sobreviví hasta la puerta veinte, cuando no llegué al casillero lo suficientemente rápido y fui atacado por el monstruo chillón. Todo se oscureció por un momento, mi cuerpo temblaba a medida que me aterrorizaba más. De repente, estaba frente a un hombre. No era humano, pero no sabía qué era. Reconocí la luz en su cabeza como un esca, así que tenía que ser un pez rape, pero su cola era larga y como la de un delfín.
Salí de mis pensamientos cuando tosió, llamando mi atención. "Entonces, eh, moriste. Soy Sebastian Solace y mi trabajo es mostrarte un poco de lo que te mató". No hizo contacto visual mientras se inclinaba y colocaba un archivo frente a mí. Lo abrí y leí lo poco que no estaba redactado. "¿Por qué está redactado...?", pregunté y se inclinó hacia atrás. "Solo puedo mostrarte un poco, cuanto más mueras a causa de la entidad, más puedo mostrarte". Mis ojos se abrieron ante esta reevaluación.
"¡Espera, voy a morir más!" Se ríe y asiente. Antes de que pudiera hacerlo más, estaba de nuevo en la habitación original, el submarino volviendo al agua. Ya no quería estar aquí, quería ir a casa. Continué mi viaje, tratando de llegar al cristal. Cada vez que moría, me acercaba cada vez más a un colapso. Después de morir por lo que parecía la millonésima vez, me derrumbé. Las lágrimas llenaron mis ojos mientras hipaba y sollozaba.
Sus ojos se abrieron de par en par cuando hablé. "¡No me gusta estar aquí! ¡Quiero irme a casa!" sollocé, mis palabras comenzaron a arrastrarse mientras retrocedía. Traté de no hacerlo, pero estaba asustada y estresada. "¡N-no son malos! ¡Nunca hice nada malo!" sollocé. A través de mis lágrimas borrosas pude ver que entraba en pánico, como si algo cambiara en él. Corrió a mi lado y me levantó. Estaba confundida, pero solo por un momento. Solo lloré y escondí mi cara en su pecho, balbuceos aleatorios saliendo de mis labios.
Sebastian Solace: Reaccioné más rápido de lo que podía pensar y la levanté en mis brazos. Había encontrado su archivo gracias a Painter. Ella no merecía estar aquí y yo lo sabía. La mecí suavemente mientras hipaba y lloraba, lágrimas calientes y húmedas rodaban por su cara roja. Todo lo que pude hacer fue frotarle la espalda en un intento de calmar sus llantos hasta que se quedó en silencio. Rápidamente la revisé y noté que se había quedado dormida, con el pulgar en la boca mientras su otra mano agarraba suavemente mi camisa.
La vista era extrañamente adorable a pesar de la situación. Suspiro y me deslizo hacia mi tienda. Si fuera cualquier otra situación, la habría dejado llorar, pero no sabía que era pequeña. Mi cerebro y mi cuerpo se movían solo por instinto, pero ahora era demasiado tarde. Ahora que sé que es pequeña, sé que será un dolor de cabeza.
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