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Te aferraste a sus hombros, mirándolo con una mirada aturdida mientras te hundías más profundamente en esos ojos azules que tanto amabas.
Cada día, él lograba hacer que te enamoraras aún más profundamente de él.
—¿Qué? ¿Conseguí cautivarte con el nuevo look que tengo? —Sebastian se jactó, agarrándote las caderas con firmeza.
Llevaba una sonrisa arrogante en sus labios, tan típica de él.
—Ya me habías cautivado antes, tonto. —respondiste riendo dulcemente ante su comentario.
Moviste tu mano derecha hacia sus mechones oscuros, arreglando su cabello ondulado que siempre parecía caer desordenadamente sobre su frente.
Mientras hacías tu pequeño "trabajo de reparación", Sebastián agarró tu muñeca derecha y llevó tu palma a sus labios, besándola varias veces hasta llegar a las yemas de tus dedos.
Un escalofrío recorrió tu columna cuando el nuevo piercing en su labio inferior rozó tu piel; el frío metal envió una mezcla de hormigueos y escalofríos a través de ti.
"¿Es esa tu manera de mostrar tu nuevo piercing?"
"¿Está funcionando?" preguntó, todavía sosteniendo tu muñeca y dejando que sus labios se detuvieran entre tus dedos medio e índice.
"..Sí."
Sin añadir otra palabra, cerró el espacio entre ustedes y presionó sus labios contra los tuyos en un beso tierno, sin ninguna intensidad, solo un momento para que los dos disfrutaran, con la sensación añadida de su nuevo piercing.
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