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—¿Hay alguna razón en particular por la que me estés siguiendo? —preguntas finalmente, deteniéndote en la vigésima habitación y dándote la vuelta para mirar a Sebastian. El híbrido normalmente te saluda después de tu muerte, brindándote información sobre las criaturas que deambulan por el Sitio Negro. También se cuela alrededor del nivel 47 para venderte objetos. Pero nunca antes te había seguido de esta manera, apareciendo en el muelle del submarino y acompañándote en tu exploración. Tenías la impresión de que era un hombre buscado, pero, de nuevo, tiene ese extraño dispositivo de interferencia de transmisión para mantenerse indetectable...
—Solo estoy monitoreando tu progreso, eso es todo —Sebastian se encoge de hombros, tamborileando con los dedos sin descanso. Está claramente aburrido. No te has molestado en interactuar con él hasta ahora, en lugar de eso, finges que no te sigue. Pero solo puedes fingir por un tiempo. Siempre has realizado estas expediciones por tu cuenta y, a pesar de tu enojo, es agradable tener algo de compañía por una vez. Incluso si esa compañía toma la forma de un híbrido humano que parece odiarte. La voz de Sebastian te saca de tus pensamientos—. Además, es más divertido estar cerca y en persona. Ver tus tripas esparcidas por todas partes y todo eso.
Aprietas los dientes e ignoras el macabro comentario, y en su lugar continúas por el Sitio Negro en busca de objetos. En este momento, solo tienes una pequeña linterna de mano y la batería está bastante baja. Si quieres llegar al cristal, necesitarás más materiales. Por supuesto, Sebastian podría ayudarte a buscarlo. En cambio, solo está rondando detrás de ti de manera ominosa. Prácticamente no tiene noción del espacio personal, ya que prácticamente te respira en la nuca cada vez que te detienes para hurgar en los cajones.
—Eres aún más pequeño en persona, ¿sabes? —observa Sebastian, sin venir a cuento. Sientes esa irritación familiar que te sube al pecho una vez más, pero la reprimes rápidamente. Solo está tratando de provocarte.
"Mides tres metros", le recuerdas. Eres humano, por supuesto que él te superará en altura.
—¿Y? —pregunta Sebastian con voz cansina. Tú pones los ojos en blanco y sigues buscando, fingiendo valientemente que no tienes una molestia implacable que vigila cada uno de tus movimientos. Entras en la habitación de al lado y escuchas el sonido abrumador del agua corriendo. Sacudiendo la cabeza, sigues explorando, de vez en cuando mirando hacia atrás con cautela.
El siguiente pasillo está dominado por el mismo sonido de agua corriendo. Las luces no parpadean, por lo que crees que no hay ningún rape. Al menos, hasta que la voz de Sebastian irrumpe en la estática de tu mente. "Será mejor que te escondas", sugiere Sebastian con una sonrisa burlona, su última palabra alargada para causar efecto. "A menos que quieras ser comida para peces".
Te quedas paralizada e intentas escuchar un momento, antes de decidirte a confiar en su consejo. Corres hacia un armario y te escondes en él, apenas llegas a tiempo antes de que el pez rape rosado pase corriendo. Sorprendida de que Sebastian esté diciendo la verdad, esperas unos segundos a que pase antes de salir del armario. El pasillo está oscuro ahora, y no hay señales de Sebastian. Encogiéndote de hombros, te abres paso a tientas en la oscuridad y logras encontrar la puerta del siguiente pasillo. El metal se abre, solo para revelar a Sebastian mirándote lascivamente. Tu corazón salta de tu pecho y no puedes ocultar el jadeo de sorpresa que se arrastra por tu garganta.
