𑁤.ᐟ¡ 𝐃𝐄𝐒𝐕𝐄𝐍𝐓𝐔𝐑𝐀𝐒 𝐀𝐋 𝐏𝐄𝐃𝐈𝐑 𝐃𝐔𝐋𝐂𝐄𝐒! 𑁤.ᐟ

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El frío de la noche de Halloween flotaba en el aire y la luna proyectaba un brillo extraño sobre el vecindario

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El frío de la noche de Halloween flotaba en el aire y la luna proyectaba un brillo extraño sobre el vecindario. Tu corazón se aceleró de emoción mientras te ajustabas el disfraz: un conjunto improvisado de bruja con un sombrero torcido. Te giraste hacia Sebastian, que estaba a tu lado, vestido con una sencilla capa negra. Siempre había tenido un comportamiento serio, pero esa noche, algo en la atmósfera lo hacía parecer más intenso, como si sintiera la oscuridad que se avecinaba a tu alrededor.

—¿Estás listo para irte? —preguntó con voz firme pero cargada de un matiz de anticipación.

—¡Por supuesto! ¡Vamos a comprar dulces! —respondiste con voz alegre, en contraste con el crujido de las ramas y el susurro de las hojas.

La noche estaba envuelta en oscuridad cuando tú y Sebastian salieron a pedir dulces. El aire fresco del otoño estaba animado con los sonidos de las risas, la música distante y el susurro de las hojas mientras otros niños corrían de casa en casa. Vestidos con sus disfraces, sentían la emoción de Halloween, pero la atmósfera tenía un frío subyacente que les provocaba escalofríos.

Mientras paseabas por el barrio, admirabas las elaboradas decoraciones: calabazas iluminadas , telarañas adheridas a los árboles y fantasmas colgando de los porches. Pero cuando giraste hacia una calle más tranquila, el ambiente cambió. Las luces parpadeaban de manera amenazante y un silencio inquietante se instaló a tu alrededor.

—¿Te parece... extraño? —le preguntaste a Sebastian mirándolo de reojo. Él asintió con expresión seria.

—Sí. Aquí está demasiado tranquilo . —Justo cuando estabas a punto de sugerir que dieras la vuelta, viste una casa al final de la calle, adornada con un brillo inquietante y un cartel que decía:

"Dulces mágicos: truco o trato bajo tu propio riesgo". Intrigada, intercambiaste miradas con Sebastian, y él se encogió de hombros, con un dejo de curiosidad en sus ojos.

"Vamos a echarle un vistazo. Puede ser divertido", dijiste, con una mezcla de emoción e inquietud.

Al acercarte a la casa, llamaste a la puerta. Esta se abrió con un crujido y apareció una figura oscura con una capa hecha jirones. Con voz ronca, te ofreció un cuenco lleno de caramelos extraños y brillantes.

—Toma uno, si te atreves... —dijo con voz áspera y su mirada penetrante. Dudaste y miraste a Sebastian, que dio un paso adelante con un instinto protector brillando en sus ojos.

—¿De verdad crees que deberíamos hacerlo? —preguntó, con un tono de cautela. Pero la curiosidad pudo más que tú y sacaste del cuenco un caramelo brillante que parecía latir con vida propia.

Cuando te metiste el caramelo en la boca, una sensación electrizante te recorrió el cuerpo. El mundo a tu alrededor se retorció, los colores se mezclaron y transformaron, y de repente, te rodearon figuras etéreas y brillantes: fantasmas que bailaban en el aire, riendo y girando a tu alrededor.

𝐎𝐂𝐄𝐀𝐍   ˢᵉᵇᵃˢᵗᶤᵃᶰ ˢᵒˡᵃᶜᵉ ˣ ʳᵉᵃᵈᵉʳDonde viven las historias. Descúbrelo ahora