Sebastian Solace podía oír tu débil respiración en el silencio, otra forma de melodía que adornaba sus oídos. Era tranquilizadora y lo invitaba a hacer una pausa en la carga de la vida diaria y, en cambio, a soñar. Estaba seguro de que tu sola presencia era como un destello brillante en el borde de su mundo vacío, no cegador, pero sí increíblemente radiante, un resplandor que lo atrae hacia tu existencia como la luna que atrae a las mareas.
Su mirada se detiene un poco más de lo previsto, pero no lo suficiente para saciar el hambre de su alma. Recorrió con una mirada fugaz la curva de tu figura mientras te sientas en el escritorio, perdida entre las páginas que se extienden ante ti. Cada vuelta de papel es un suave susurro, un delicado aleteo que armoniza con el tranquilo ritmo de tu respiración. No te das cuenta, estás absorta en el mundo entre líneas, historias y recuerdos, pero cada uno de tus movimientos parece coreografiado por las propias estrellas: sin esfuerzo, con gracia, como un sueño perdido hace mucho tiempo.
Sebastian observa, hipnotizado por la forma en que tus dedos rozan los bordes del libro, con delicadeza, como si estuvieras sosteniendo algo preciado. La tenue luz se derrama sobre tu piel, proyectando un suave halo que te envuelve, un brillo etéreo que parece existir solo para sus ojos. En la quietud, eres su cuerpo celestial, su estrella guía, iluminando sin saberlo los vastos y sombríos rincones de su corazón.
Incluso la forma en que inclinas la cabeza, perdida en tus pensamientos, se siente como la sutil atracción de la gravedad, acercándolo, aunque él permanece en la silenciosa distancia. Se pregunta si puedes sentir la forma en que el aire se mueve a su alrededor, cómo zumba con el anhelo silencioso que intenta contener en lo más profundo de su ser. Eres su consuelo, su faro constante en un mar de oscuridad, y aunque no eres consciente de su mirada, cada parte de ti parece llamarlo, suave e irresistiblemente.
La forma en que tu voz envolvió su nombre le provocó un escalofrío en la columna vertebral, una sensación tan delicada como el roce de la luz del sol después de una larga tormenta. "Oh, Sebastian", habías dicho, y fue como si el aire que respiraba se hubiera transformado, se hubiera suavizado, se hubiera calentado. Había una ternura en tus palabras, una dulzura que parecía acunarlo, llenando los espacios vacíos dentro de su pecho.
Tu voz, como el viento, atravesó la habitación silenciosa, enroscándose en torno a él en zarcillos invisibles, tranquilizadores, reconfortantes e innegablemente reales. Si el sonido pudiera abrazar, entonces seguramente esto era lo más cerca que había estado de sentir el calor humano empapado de amor. Lo envolvió, como el suave abrazo de brazos que anhelaba conocer. Cada sílaba permaneció en el aire, espesa de dulzura, como si la esencia misma de tu ser fluyera a través del sonido, dejando un rastro de miel a su paso.
—Soñando como siempre —bromeaste, tus palabras sonaban de una manera que parecía un baile—. Seguro que tienes la cabeza en las nubes. Y oh, cuánta razón tenías. Él estaba mucho más allá del reino de los mortales, sus pensamientos se elevaban, perdidos entre las estrellas con las que, sin saberlo, llenabas su mundo. Su corazón, atrapado en la absoluta comodidad de tu presencia, estaba suspendido en algún lugar entre los cielos y la tierra, ingrávido, a la deriva. No eras solo la atracción que lo mantenía en tierra, sino todo el cielo en el que anhelaba flotar, una fuerza cósmica que lo mantenía soñando y despierto al mismo tiempo.
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𝐎𝐂𝐄𝐀𝐍 ˢᵉᵇᵃˢᵗᶤᵃᶰ ˢᵒˡᵃᶜᵉ ˣ ʳᵉᵃᵈᵉʳ
Fanfictionִֶָ. ..𓂃 ࣪ ִֶָ🦇་༘࿐ ▶︎ •၊၊||၊|။||||။၊|• 0:10 [ᵉˣᵒ 엑소 'ᵒᵇˢᵉˢˢᶤᵒᶰ'] ──. ݁𝐧𝐢𝐧𝐠𝐮𝐧𝐨 𝐝𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝐞𝐬𝐜𝐞𝐧𝐚𝐫𝐢𝐨𝐬 𝐬𝐨𝐧 𝐦𝐢𝐨𝐬, 𝐬𝐨𝐧 𝐭𝐫𝐚𝐝𝐮𝐜𝐜𝐢𝐨𝐧𝐞𝐬 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐩𝐚𝐠𝐢𝐧𝐚 𝐭𝐮𝐦𝐛𝐥�...