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En las primeras etapas de su conocimiento, te referiste a él como el Archivista de la Oscuridad. La Voz , el guardián de las profundidades. Omnisciente, una presencia constante en tu ciclo interminable de muerte y renacimiento.
Estaba amargado y se divertía infinitamente con todos tus fracasos. Era casi sádico. Enumeraba todos tus errores con regocijo y alegría malvada. Sabías que no tenía nada más para calentar su oscuro corazón en el reino de las sombras.
Tus visitas se habían vuelto más frecuentes. Sus ojos azul océano brillaban con una excitación desquiciada cada vez que necesitabas desesperadamente su ayuda y sus objetos. Transacciones, acuerdos... era un maestro en la creación de contratos.
Habías empezado a aprender de él.
La confianza floreció en tu corazón. Deseabas derribar la organización que les había causado tanto dolor a ambos.
Le habías hecho una oferta que sería una locura rechazar.
Sebastian había accedido a enseñarte todo lo que sabe, a cambio de todo el contenido de tu corazón y de tu alma. La rabia, el deseo de venganza, todo eso os unía. Entre besos, caricias desesperadas y salvajes, os juráis lealtad el uno al otro, jurando enfrentaros juntos a vuestros enemigos mutuos.
Juntos tomaréis el control. Volveréis a tomar vuestro destino en vuestras manos.
Saboteadores. Conspiradores. Almas gemelas.
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