Habías seguido la misma rutina todos los días, cada día se repetía sin nada nuevo ni interesante. No era que buscaras algo llamativo, productivo o que te hiciera saltar de alegría. Apenas podías reunir fuerzas para levantarte de la cama y obligarte a cubrir tus necesidades básicas para no acabar peor de lo que ya estabas.
No es que te hayas encontrado enferma, ni que hayas estado enferma de verdad; quizá sufrías una depresión severa, pero no podías estar segura porque no querías tratar con un psicólogo. Sentías que cualquier palabra que te dijeran caería en saco roto, tal como había sucedido con conocidos y familiares.
Los hechos ocurridos doce años atrás todavía te afectaban duramente, cada día te parecía peor que el anterior. En los primeros días, negaste vehementemente creer que a tu marido realmente lo habían secuestrado por un crimen del que ni siquiera te permitieron ver las pruebas que afirmaban que él era el autor del delito.
Así fue hasta que llegó el día del juicio y la noticia de que Sebastian Solace iba a ser condenado a muerte en la silla eléctrica te golpeó como un camión. La distancia entre tú y Sebastian era considerable en ese momento; él estaba atado y esposado, flanqueado por dos policías, mientras tú estabas de pie junto al abogado que podías pagar.
La mirada de Sebastian no mostraba expresión alguna, sus mechones de cabello ocultaban casi toda su cara y parecía que solo quería bajar la vista para no mirarte, como si le diera vergüenza y no mereciera cruzarse con tu mirada. No te diste cuenta de que temblabas hasta que te obligaron a abandonar la sala del tribunal, cada paso pesaba más sobre ti.
Dos años después de que se dictara sentencia de muerte contra el responsable de la muerte de nueve personas, éste fue declarado inocente de los asesinatos de los que se le había acusado cruelmente. Esta noticia te dejó con una sensación peor en el cuerpo y en la mente. Querías reír y llorar por la naturaleza surrealista de la situación, después de que tu marido hubiera sido condenado a muerte sólo para que dos años después lo declararan inocente. Un inocente que siempre había sido inocente.
Desde ese día hasta hoy lamentaste no haber podido hacer nada para demostrar que en verdad era inocente, que no merecía esa condena. Incluso dejaste de hablar con tu familia porque ellos creían plenamente que era un asesino a sangre fría. En cambio, los Solace compartían tu creencia en su inocencia y te permitieron llorar junto a ellos, mientras te disculpabas entre lágrimas por no haber podido hacer nada, por no hacer más de lo que estaba a tu alcance.
No volviste a acercarte a ellos por la inmensa culpa que sentías en tu interior; no te permitías ser feliz ni decirte a ti misma que la situación estaba fuera de tu control y que no habías hecho nada. Te sentías más que inútil; incluso deseabas haber estado tú en su situación en lugar de él.
Pero desgraciadamente, el destino te escuchó doce años demasiado tarde.
Había sido un día normal y corriente, esta vez te encontrabas en la sala de estar intentando concentrarte en leer un libro, hasta que un grupo de soldados derribó la puerta de tu casa y te detuvo a la fuerza. Te sujetaron los brazos detrás de la espalda mientras una parte del grupo se separaba para registrar cada rincón de tu casa.
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𝐎𝐂𝐄𝐀𝐍 ˢᵉᵇᵃˢᵗᶤᵃᶰ ˢᵒˡᵃᶜᵉ ˣ ʳᵉᵃᵈᵉʳ
Fanficִֶָ. ..𓂃 ࣪ ִֶָ🦇་༘࿐ ▶︎ •၊၊||၊|။||||။၊|• 0:10 [ᵉˣᵒ 엑소 'ᵒᵇˢᵉˢˢᶤᵒᶰ'] ──. ݁𝐧𝐢𝐧𝐠𝐮𝐧𝐨 𝐝𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝐞𝐬𝐜𝐞𝐧𝐚𝐫𝐢𝐨𝐬 𝐬𝐨𝐧 𝐦𝐢𝐨𝐬, 𝐬𝐨𝐧 𝐭𝐫𝐚𝐝𝐮𝐜𝐜𝐢𝐨𝐧𝐞𝐬 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐩𝐚𝐠𝐢𝐧𝐚 𝐭𝐮𝐦𝐛𝐥�...