ENST 'Realidad alterna' 21

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En la habitación del hotel, la atmósfera era silenciosa, rota solo por el sonido del viento que entraba por la ventana ligeramente abierta.

Dan se sentaba en la cama, su piel pálida era iluminada con la luz suave de la lámpara.

Jaekyung, con el ceño fruncido y el corazón pesado, sostenía en sus manos la jeringa que contenía el medicamento que Dan necesitaba. Aunque siempre había sido fuerte, capaz de lidiar con el dolor y las dificultades en su vida de luchador, esto era diferente. Esto lo estaba destrozando por dentro.

— Inserta la aguja de la jeringa en el cuarto superior derecho del trasero —dijo Dan— E inyéctala lentamente.

— Tendré cuidado... Dime si te duele —dijo Jaekyung.

Con delicadeza, el peleador ayudó a Dan a administrarse la inyección.

— Ahí tienes... Tiraré la jeringa a la basura — dijo Jaekyung, que tapó y rompió para evitar que algún sucio la revenda, tirando la jeringa a la basura.

La realidad de la enfermedad de Dan, su fragilidad, lo golpeaba como una ola incontrolable.

Se sentía impotente. No importaba cuánta fuerza tuviera, cuántas peleas ganara; aquí, en este momento, nada de eso importaba. Después de haber terminado, se quedó allí en silencio, con la cabeza baja.

El recuerdo de haber visto a Dan tumbado en la cama del hospital, tan vulnerable, lo persiguió. Ahora verlo así, luchando cada día, lo rompía.

Las lágrimas empezaron a escapar de sus ojos sin que pudiera detenerlas, su respiración se hizo más errática.

Nunca había sido bueno expresando su dolor, y esta era una de las pocas veces en su vida que dejaba caer su guardia.

— Jaekyung, ¿qué pasa? —dijo Dan, quien se incorporó y se sentó al borde de la cama.

Jaekyung, sintiéndose completamente indefenso ahora, se arrodilló frente a él, las lágrimas adornaban su rostro.

— No quiero que te vayas, Dan... — dijo Jaekyung entre sollozos, su voz se oía rota por la desesperación — Sé que es egoísta de mi parte... pero no puedo soportar la idea de perderte.

Dan lo observó con tristeza, entendiendo el dolor de su compañero. Lo sabía. Había visto esa lucha en sus ojos muchas veces antes.

Sabía que la enfermedad estaba afectando no solo a él, sino también a la persona que ahora sabía que lo amaba de verdad. Y aunque la realidad era dura, Dan había llegado a aceptarla.

— Jaekyung... en algún momento, todos nos vamos — dijo Dan, su voz era suave, y muy calmada — Pero quiero que el tiempo que me queda sea el más bello de todos.

Jaekyung, que rara vez lloraba delante de los demás, se cubrió la cara con las manos, sintiéndose vulnerable y expuesto.

— Me veo horrible llorando... —murmuró Jaekyung, su voz era casi inaudible por el dolor.

Dan, con una ternura infinita, le tomó las manos y las apartó de su rostro, revelando sus ojos enrojecidos y las lágrimas que caían por sus mejillas.

Dan limpió suavemente las lágrimas de Jaekyung con sus pulgares, sus gestos llenos de cariño.

— No te ves horrible — dijo Dan con una sonrisa leve, haciendo que los dos se levantaran — De hecho... Verte así es lo más humano del mundo... Me gusta ver ese lado de ti... No me importa "El Emperador"... Me gusta Joo Jaekyung, el hombre real.

Dan lo abrazó entonces, rodeando con dificultad el torso más ancho y más alto de Jaekyung.

El luchador, de 1.92 metros, se sintió pequeño en ese momento, vulnerable ante el hombre más bajo y más delgado que tanto había significado para él. Jaekyung, que siempre había sido imponente, ahora se acurrucó contra Dan como si fuera su única fuente de consuelo.

Jaekyung solo tenía 28 años, mientras que Dan, a sus 31, parecía haber vivido ya toda una vida.

Pero en ese abrazo, no importaban las diferencias de edad, ni de complexión, ni de experiencias. Solo eran dos almas compartiendo un momento de amor y dolor, luchando contra el tiempo y el destino que parecía tan implacable.

Dan sostuvo a Jaekyung más cerca, dándole el consuelo que tanto necesitaba. Para él, ver a Jaekyung así, vulnerable, lo hacía sentir más conectado con él que nunca. Era la humanidad detrás del peleador, el hombre que se estaba abriendo a sus emociones más profundas.

— Gracias — susurró Jaekyung, con la voz todavía temblorosa — Gracias por no dejarme caer solo en esto.

Dan asintió suavemente, sabiendo que, aunque el futuro era incierto, en ese momento, estaban juntos. Y eso era lo único que importaba.

Al avanzar en la oscuridad tranquila de la habitación del hotel, ambos se encontraban en la cama, pero esta vez era Jaekyung quien buscaba refugio en los brazos de Dan.

Estaba tan cerca que su respiración temblorosa se sentía contra el pecho de Dan. El luchador, que siempre había sido una fortaleza inquebrantable en su vida pública, ahora se veía frágil, acurrucado contra el cuerpo más delgado de Dan.

Incluso dormido, Jaekyung no podía contener las lágrimas que se deslizaban por su rostro, sus ojos hinchados reflejaban el dolor y el miedo que lo invadía. Aunque había sido siempre el protector, ahora era él quien buscaba protección, como si en ese abrazo pudiera encontrar la paz que tanto necesitaba.

Dan, abrazándolo, sintió cómo su pecho subía y bajaba en un ritmo agitado, roto por pequeños sollozos que escapaban incluso en el sueño.

Conmovido, Dan lo sostuvo un poco más fuerte, tratando de transmitirle con su abrazo todo el amor y el consuelo que pudiera darle. Lo había visto sufrir durante el día, había visto su corazón romperse, y sabía que ahora era su turno de consolarlo.

Con cuidado, Dan inclinó la cabeza y le dio un suave beso en la frente, sus labios apenas rozando la piel de Jaekyung. Era un gesto lleno de cariño, de ternura, una promesa silenciosa de que estaba allí con él, de que lo acompañaría hasta el final.

Mientras sentía el calor de Jaekyung en sus brazos, Dan empezó a acariciar suavemente su cabello, sus dedos deslizándose con lentitud por los mechones negro azabache, dándole pequeños mimos como si intentara calmar el alma herida de Jaekyung.

— Todo va a estar bien... — susurró Dan en un tono apenas audible, casi como una promesa al viento — Estoy aquí contigo... No estás solo.

Jaekyung, aún en su sueño, parecía aferrarse más a Dan, buscando consuelo en cada palabra, en cada caricia. Aunque el miedo y la tristeza todavía estaban presentes en su respiración temblorosa, poco a pocol, su cuerpo comenzó a relajarse.

A pesar de su propio dolor físico y emocional, Dan siguió abrazándolo, dándole la seguridad que sabía que Jaekyung necesitaba.

No importaba su fragilidad, ni su enfermedad. Lo único que importaba era el vínculo que había crecido entre ellos, algo mucho más fuerte que cualquier miedo o sufrimiento.

El tiempo seguía su curso, pero en esa cama, en ese abrazo, el mundo parecía detenerse. Jaekyung, a pesar de las lágrimas, parecía encontrar un poco de paz en los brazos de Dan, y Dan, aun sabiendo lo que vendría, encontraba consuelo en poder ser esa fuente de fortaleza para la persona que amaba.

Y así, entre abrazos, besos en la frente y suaves caricias, los dos se quedaron dormidos, aferrados el uno al otro como si, en esa intimidad compartida, pudieran desafiar el paso del tiempo y encontrar la calma que tanto anhelaban.

[Fanfic/AU] Espero no sea tarde (Jinx)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora