ENST 'Realidad alterna' 10

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Jaekyung tenía las manos vendadas, aún cubiertas con rastros de sangre y sudor, un recordatorio de la brutal pelea que había enfrentado hace solo unas horas, y también, tenía puesta una camisola de la ropa de hospital puesta, aún seguía vestido con el short de pelea y estaba descalzo aún.

Las vendas no ocultaban el temblor en sus dedos mientras sostenía la mano de Dan. Recordaba cada segundo de aquella pelea: el estruendo del público, el rugido de su oponente, los golpes que había lanzado y recibido.

Fue una victoria, su regreso triunfal después de meses de rehabilitación, pero ahora todo eso parecía completamente insignificante. No importaba lo fuerte que hubiera sido en el octágono...

Ahí, en esta habitación estéril, con Dan tan frágil, se sentía completamente impotente.

Las luces del hospital reflejaban el sudor que aún cubría su frente, y la bata que le habían prestado no ofrecía consuelo. Cuando sostuvo a Dan en brazos al salir de la arena, su cuerpo se sentía completamente liviano, como si todo su peso hubiera desaparecido con la enfermedad. 

Todo sucedió tan rápido. Recordaba la mirada perdida de Dan mientras se desplomaba en medio del tumulto, y cómo sus piernas reaccionaron antes que su mente.

No había sido Jaekyung el luchador en ese momento, sino Jaekyung el hombre aterrorizado de perder lo que nunca había sabido valorar hasta ahora.

La doctora Lee le había dicho que Dan ya estaba en una etapa avanzada de leucemia mieloide aguda. Era una noticia que había recibido con incredulidad, negándose a aceptar que el hombre que había sido su pilar durante su rehabilitación, su fisioterapeuta, estaba muriendo lentamente.

Jaekyung no lo había visto venir, o quizá no había querido verlo. Ante sus ojos, Kim Dan siempre había sido fuerte, siempre había estado ahí, incluso cuando él lo empujaba y lo alejaba.

Esa era la realidad más amarga de todas. Había pasado meses, 1 año y casi 10 meses ignorando los sentimientos de Dan, fingiendo que no sabía que lo amaba, y respondiendo con amabilidad solo cuando le convenía, antes de volver a su muro de desprecio.

Era un ciclo interminable de maltrato emocional, verbal y sexual que Dan había soportado, esperando, esperando... siempre esperando que Jaekyung cambiara, que algún día lo viera como algo más que su fisioterapeuta, algo más que un empleado.

Jaekyung se dio cuenta de que siempre había visto a Dan, pero lo había enterrado bajo su orgullo, bajo el miedo de admitir lo que sentía. Y ahora, el tiempo que había dado por sentado se estaba acabando, yéndose como la arena de un reloj roto deslizándose hasta el suelo.

Los pitidos de las máquinas, el tono lúgubre de la habitación, la piel fría de Dan... todo le gritaba la verdad: Ya estaba siendo tarde.

— Dan... — dijo Jaekyung en un murmullo quebrado — Lo siento tanto... Debí haberte tratado mejor... debí haberte escuchado.

Pero su disculpa se perdió en el aire estéril de la habitación. Dan no podía escucharle, y la desesperación dentro de Jaekyung solo crecía. Nunca había sido bueno con las palabras, pero ahora necesitaba encontrar alguna for ma de decirle lo que siempre había sentido, lo que nunca había sido capaz de admitir.

— Kim Dan... Fuiste tú quien siempre estuvo ahí, incluso cuando no te lo pedí... incluso cuando no lo merecía — dijo Jaekyung, su voz temblaba mientras apretaba la mano de Dan con más fuerza — Y yo... fui un puto cobarde... Pero no puedes irte, Kim Dan... Aún si ya has admitido la derrota... No te vayas... No así.

Los recuerdos se arremolinaban en su mente. Las sesiones de fisioterapia, momentos en que Dan lo había forzado a parar cuando Jaekyung quería seguir entrenando a pesar de la lesión. Sus palabras firmes pero siempre cargadas de preocupación.

Jaekyung lo había ignorado tantas veces, siempre convencido de que era indestructible, y Dan había estado ahí, constantemente levantando las piezas cada vez que él caía y lo maltrataba por su frustración.

Pero ahora, no sabía cómo levantar las piezas que quedaban de Dan.

La puerta de la habitación se abrió de nuevo, y la doctora Lee entró, revisando los monitores con calma, pero con la gravedad del momento reflejada en su rostro. Miró a Jaekyung, y luego a Dan, suspirando antes de hablar.

— Señor Joo... la situación es crítica — dijo la doctora en voz baja, como si las palabras pudieran romper algo más que el silencio — La leucemia ha avanzado... su sistema inmunológico está extremadamente comprometido... Estamos haciendo todo lo que podemos, pero... Debe de estar preparado... Incluso para lo peor

Jaekyung sintió un peso caer sobre él, cual yunque de 1 tonelada que le cortaba la respiración y que limitaba su movilidad.

Las palabras de la doctora eran como un golpe directo al pecho, uno que no podía bloquear ni esquivar. Sabía lo que significaban, pero se negaba a aceptarlo. Para lo peor...

Era algo que no estaba dispuesto a hacer. No ahora, no cuando finalmente había comenzado a entender lo que Dan significaba para él.

— No lo puedo perder, doctora — dijo Jaekyung, con la voz quebrada — No de esta manera.

La doctora lo miró con empatía, pero también con la firmeza de alguien que había visto muchas veces esta misma escena.

— Haré lo que esté en mis manos — respondió la doctora antes de marcharse.

Jaekyung bajó la cabeza, apoyándola sobre el pecho de Dan, escuchando su respiración era débil, le aterraba la idea de que esta podía ser la última vez que lo hiciera. Lágrimas cayeron silenciosamente sobre la bata del hospital, y sus vendajes apretaron la mano de Dan con una mezcla de desesperación y súplica.

— Te prometo que si sales de esta, seré alguien mejor — susurró entre sollozos — Te lo prometo, por favor, te lo ruego... no te vayas.

Jaekyung bajó la cabeza y cerró los ojos, dejando que las lágrimas fluyeran libremente. No podía detenerlas, ni quería.

El dolor era insoportable, como si alguien estuviera apretando su corazón con fuerza. Se sentía débil, derrotado, pero no por una pelea ni por un oponente en el octágono, sino esta realidad devastadora que lo hacía quebrarse.

Cada lágrima que caía era un reflejo de los momentos que había perdido, de las palabras que nunca había dicho, del amor que siempre había escondido. Su respiración se volvió entrecortada, y por primera vez en mucho tiempo, Jaekyung dejó de lado el orgullo y lloró abiertamente, sin importarle nada más que el hombre que tenía delante.

Mientras las lágrimas empapaban su rostro, Jaekyung levantó lentamente la mano de Dan hacia sus labios, besándola con una ternura que rara vez había mostrado, dejando que sus labios rozaran la piel fría de Dan. Era un beso lleno de arrepentimiento, promesas no cumplidas, pero también de amor, de todo lo que siempre había sentido pero que nunca se había atrevido a expresar.

Mantuvo sus labios sobre la mano de Dan unos segundos más, como si ese gesto pudiera transmitirle todo lo que no había podido decir en palabras. Al separarse, su voz apenas fue un susurro, pero cargada de una sinceridad que venía desde lo más profundo de su ser.

—Por favor, no me dejes... Te quiero conmigo Kim Dan...

[Fanfic/AU] Espero no sea tarde (Jinx)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora