[Fanfic/AU] Espero no sea tarde (Jinx)

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Con la llegada del otoño, la naturaleza se transforma en un espectáculo de colores vibrantes y atmósferas melancólicas. Las hojas de los árboles, que una vez lucieron exuberantes tonos de verde, ahora cambian su paleta a matices cálidos de rojo, naranja y amarillo. El paisaje se tiñe de colores otoñales, creando una sinfonía visual que atrae la mirada de todos.

En el suelo, una alfombra crujiente de hojas secas se forma, invitando a pasear entre ellas con el característico sonido que anuncia la temporada. El aire se torna fresco y nítido, llevando consigo el aroma distintivo de la tierra y la llegada de una nueva estación.

Los días se acortan gradualmente, y la luz del sol adquiere una calidad más suave y dorada. El cielo exhibe tonalidades pastel durante los atardeceres, pintando un telón de fondo romántico y nostálgico. Las temperaturas descienden, y la gente comienza a abrigarse con capas adicionales, dando la bienvenida a la transición hacia días más frescos.

En esta temporada, los campos y parques se transforman en escenarios llenos de encanto, y la naturaleza misma parece prepararse para el descanso invernal. El otoño no solo trae consigo un cambio visual, sino también una sensación de renovación y reflexión, invitando a la gente a disfrutar de la belleza efímera de cada momento antes de que el invierno se instale por completo.

Dan se encontraba sentado en una banca del parque, acompañado por la suave brisa otoñal que acariciaba su rostro y agitaba ligeramente sus cabellos. A su lado, Pang, el cachorro dorado, observaba el entorno con curiosidad, su cola moviéndose enérgicamente.

Ante él se extendía un escenario encantador de árboles cuyas hojas flamígeras vibraban con la luz del sol de otoño. Los tonos rojizos, dorados y anaranjados danzaban en las ramas, creando un espectáculo visual que inspiraba admiración. La banca de madera en la que Dan reposaba parecía fundirse con el ambiente, invitándolo a sumergirse en la serenidad del momento.

Después de someterse a un trasplante de células madre de un donante anónimo, Dan se mostraba notablemente mejor. La esperanza florecía en su corazón, y la conexión con la naturaleza parecía fortalecer aún más su espíritu. Inhaló profundamente el aire fresco y notó cómo cada respiración era más plena, más viva.

Pang se acercó a Dan, extendiendo su hocico en un gesto afectuoso. Dan acarició suavemente su cabeza, agradeciendo la lealtad y compañía del pequeño cachorro. Juntos, compartían un momento de tranquilidad y agradecimiento por la belleza que les rodeaba.

El sonido de las hojas crujientes bajo sus pies resonaba en el aire, un recordatorio constante de la efímera pero hermosa naturaleza de la vida. A medida que Dan observaba los árboles, podía sentir la energía vital que fluía a su alrededor, renovando su perspectiva y reforzando su determinación de disfrutar cada instante.

Así, sentado en la banca del parque, Dan se sumergió en la majestuosidad del otoño, dejando que la naturaleza le brindara un bálsamo para el alma y un recordatorio de que, incluso en las estaciones más desafiantes de la vida, la belleza persiste.

El aniversario luctuoso de su abuela se acercaba. La tristeza se reflejaba en sus ojos, cargados de recuerdos y afecto hacia aquella figura que había sido un pilar fundamental en su vida, prácticamente fue su mamá. Los días pasaban, la presencia amorosa y sabia de su abuela resonaba en su mente, trayendo consigo recuerdos como la ausencia que dejó a su partida.

Era una sombra que se cernía sobre él, recordándole la pérdida que aún pesaba en su corazón.

A pesar de ya el año transcurrido desde aquel día triste, la memoria de su abuela permanecía fresca en su mente. Las enseñanzas, los abrazos reconfortantes y los momentos compartidos se entrelazaban en un tapiz de afecto que resistía el paso del tiempo.

Dan se encontraba reflexivo y nostalgico, buscando maneras de honrar a su abuela en el aniversario de su partida. Quizá en medio de la tristeza hallaría espacio para celebrar la vida y el legado de esa mujer excepcional que había dejado una huella imborrable en su corazón.