Intento de suicidio de Lindsay...
Narra Lisandro.
Ya casi llegaba a la casa de Lindsay, estaba preocupado por ella.
Ya hacía una semana que no subía nada por lo que Camila me llamo preocupada, pidiéndome que por favor vaya a fijarme.
Según entiendo Lindsay y Enzo terminaron eso que se supone que tenían, y la rubia se había deprimido.
Para mi era raro escuchar algo así de Lindsay, si ella era peor que los hombres. O tal vez no era como todos creíamos.
Estaciono el auto fuera de la casa de Lindsay y después de tocar el timbre nadie sale.
Intento un par de veces más hasta que me doy cuenta de que era en vano seguir intentando.
Estaba por irme hasta que escucho mi teléfono sonar.
📞Cami Mayan:
-Que onda Cami-
-Licha, ¿pudiste entrar?-
-No boluda, no me abre, estoy hace un rato tocando el timbre, ya me estoy por ir-
-NO LICHA- Grita haciendo que aleje un poco el telefono-Por favor te lo pido, busca la manera de entrar-
-¿Como hago?- Pregunto mirando el paredón -A ver banca- Bloqueo el celular poniéndolo en en el bolsillo de mi pantalón y como puedo salto el muro. Dejándome algún que otro raspón pero nada grave. Me acerco a la puerta y estaba cerrada -Esta cerrada la puerta-
-Fijate la puerta del fondo Licha, o alguna ventana, ella siempre ventila-
-Bueno- Digo yendo a la puerta trasera y efectivamente estaba abierta. Me meto en la casa y la busco diciendo su nombre pero sin tener respuesta.
-Anda a su pieza-
-Dale- Asiento acercándome a la pieza de ella y golpeo la puerta al verla cerrada -¿Lindsay?- Pregunto entrando y ahí la veo -No no no-
-Licha, ¿que pasa?- Pregunta Camila desesperasa.
Fin de la llamada.
Corte porque me desesperaba más escucharla.
Me acerco a Lindsay la cual estaba tirada en su cama y la miro.
-¿Que hiciste Lindsay?- Pregunto mirandola.
Sus ojos se cerraban pero yo lo impedía.
La tomo en brazos y salgo rápido de la casa después de apretar el botón del portón eléctrico. No me importaba dejar todo abierto.
La acuesto en el asiento de atrás y rápido empiezo a manejar hacia la clínica más cercana.
Jamás en mi vida estuve tan desesperado.
Miles de pensamientos pasaban por mi cabeza.
Veía por el espejo Lindsay ya había cerrado sus ojos y eso me ponía peor.
Los autos me tocaban bocina pero no me importaba.
Después de unos minutos que se hicieron eternos, al fin llegué a la clínica.
Me baje y baje a Lindsay, entrando en el establecimiento con ella en brazos, y gritando que consigan un médico.
Mientras me guiaban a una sala me llenaban de preguntas, respondiendo solo algunas porque no sabía mucho.