Capítulo 46: Miradas y murmullos

57 4 0
                                    

Al salir de la cabaña, sentí de inmediato cómo las miradas de todos se posaban en mí. Era como si un gran reflector me iluminara, y el calor de las susurrantes especulaciones se hiciera tangible. Algunos fingían no mirar, pero sus ojos me seguían. Otros se inclinaban hacia sus compañeros, compartiendo comentarios en voz baja, aunque lo suficientemente alto como para que supiera que hablaban de mí.

Mantuve la cabeza baja, deseando que la tierra me tragara. "Ignóralos", me dije a mí misma mientras apretaba los labios y seguía caminando con determinación.

Pasé entre ellos sin detenerme, con el corazón latiendo rápido. Sus voces parecían hacerse más intensas.

"¿Dormió en la cabaña de Gally?"
"¿Qué hacían juntos?"
"Eso explica por qué Gally está tan raro últimamente."

Mis oídos ardían, y mi rostro seguramente estaba rojo como un tomate. Intenté no mirar a nadie hasta que finalmente llegué al comedor improvisado. Allí estaba Sarten, sirviendo las raciones para el desayuno.

Levanté la mirada, tratando de forzar una sonrisa. "Buenos días, Sarten."

Sarten me devolvió una sonrisa amplia y despreocupada, completamente ajeno —o quizás desinteresado— en los rumores que flotaban alrededor. "A desayunar, novata", dijo mientras me pasaba un plato con algo que parecía un guiso sencillo, pero cálido.

Me senté junto a él, agradeciendo su compañía y, sobre todo, su normalidad. Tomé un bocado, intentando distraerme del cúmulo de pensamientos que tenía en la cabeza.

"¿Estás bien? Te ves un poco... tensa", comentó Sarten mientras le daba un mordisco a su pan.

"No es nada", mentí, bajando la mirada hacia mi plato. "Solo un día complicado."

Sarten levantó una ceja, mirándome con una mezcla de curiosidad y preocupación. "Bueno, cualquier cosa, aquí estoy, ¿vale? Además", dijo con una sonrisa traviesa, "no dejes que los demás te molesten. Gally tiene un don para poner a todos de mal humor, así que seguro es cosa de él."

No pude evitar reír un poco ante su comentario. Era cierto. Gally siempre tenía esa capacidad de irritar a cualquiera, pero también... había algo más. Algo que no quería admitir, pero que cada vez era más evidente.

Mientras comíamos en silencio, sentí que poco a poco las miradas curiosas de los demás se disipaban. Por lo menos, por un momento, pude respirar tranquila. Pero sabía que, tarde o temprano, tendría que enfrentar lo que estaba pasando. Y, sobre todo, a Gally.

Dentro del área Donde viven las historias. Descúbrelo ahora