Dentro del área

Capítulo 51: La verdad en el aire

Gally me tomó de la mano sin decir nada, y, con su otra mano, cuidadosamente cubrió las marcas rojas en mi piel con mi cabello. Su gesto era protector, como si quisiera asegurar que no me sintiera vulnerable frente a los demás, aunque sabía que era inevitable. A pesar de su silencio, sentí su tensión en el contacto, como si estuviera peleando una batalla interna por no explotar en ira.

Fuimos hacia el comedor, y al entrar, los chicos nos miraron, pero fue Minho quien, al verme, se levantó de la mesa con una expresión de preocupación. Su mirada recorrió rápidamente mi rostro y luego bajó hasta mi cuello, donde las marcas eran evidentes.

"¿Qué te pasó?" preguntó Minho, su tono grave, casi demandante, mientras sus ojos se fijaban en las marcas con evidente sorpresa y malestar.

Me quedé quieta, sin saber cómo responder, y sentí que la presión aumentaba al instante. Sabía que no podía esconder la verdad por mucho más tiempo, pero no estaba lista para contarle a todos lo que había pasado. Miré hacia Gally, buscando apoyo, y noté que él se había puesto rígido a mi lado, como si quisiera enfrentar la situación con la misma furia que se veía en sus ojos.

"Fue un accidente," dije, intentando sonar tranquila, aunque mi voz temblaba. "No es nada."

Minho no pareció convencido. Sus cejas se fruncieron y su mirada se intensificó, clavándose en mí. "No es 'nada', lo que veo ahí no son accidentes," respondió con voz firme. "Alguien te hizo esto. ¿Quién fue?"

El ambiente en el comedor se volvió tenso. Todos nos miraban en silencio, como si esperaran una respuesta, y yo sentí que la presión sobre mis hombros se hacía cada vez más fuerte. No quería hablar, pero sabía que tenía que hacerlo. Gally, al ver mi lucha interna, apretó mi mano con más fuerza, un gesto que parecía tranquilizador, pero al mismo tiempo revelaba su rabia.

"Déjala," dijo Gally, su voz fría y controlada, pero sus ojos brillaban con furia. "No fue su culpa."

Minho lo miró de reojo, sin apartar la vista de las marcas en mi piel. "No me importa si es su culpa o no, Gally. Me importa que alguien haya tocado a ella de esa manera," dijo con firmeza, señalando las marcas. "¿Qué piensas hacer al respecto?"

Gally soltó una pequeña risa irónica, pero su expresión seguía siendo grave. "Lo que haré al respecto es que nadie más se acerque a ella. Nadie más."

Los chicos en la mesa intercambiaron miradas. La tensión aumentaba, pero nadie se atrevía a hablar. Yo sentía un nudo en el estómago, sin saber si lo que estaba sucediendo era lo que había imaginado o si en realidad Gally tenía razón en su forma de actuar.

"Es solo que... no quiero que te lastimen," murmuré, mirando a Gally. "No quiero causar problemas."

Gally no respondió de inmediato. Solo me miró con una intensidad que me dejó sin palabras. Luego, volvió su mirada a Minho, quien aún estaba de pie, observándonos con ojos acusadores.

"¿Me vas a decir que vas a dejar que alguien se acerque a ella después de lo que pasó?" preguntó Minho, frunciendo el ceño. "¿Es que no entiendes lo que está pasando?"

"Ya lo entendí," dijo Gally, su tono bajo pero firme. "Y no dejaré que nadie toque a ella."

Minho lo miró por un momento, sin decir nada más. Finalmente, resopló y se sentó de nuevo en la mesa, aunque no quitaba los ojos de nosotros. Los chicos a su alrededor seguían en silencio, y el aire se sentía cargado de una tensión incómoda.

Tomé una respiración profunda y miré hacia Gally. "Gracias," murmuré. "Gracias por estar aquí."

Él asintió lentamente, aún con una expresión seria, pero sus ojos mostraban algo más suave, algo que me tranquilizó. "Siempre estaré aquí. No te preocupes."

Gally me dio un pequeño empujón con el hombro, intentando aligerar la tensión. "Venga, siéntate a comer. No dejes que esta conversación arruine el día."

Me obligué a sonreír levemente, aunque mis pensamientos seguían enredados en lo que había sucedido. Gally se sentó junto a mí, y aunque Minho no había dicho nada más, pude sentir su mirada sobre nosotros, llena de inquietud y, quizás, algo de culpa.

El desayuno pasó en silencio, cada uno inmerso en sus propios pensamientos, mientras las marcas en mi piel parecían contar una historia que aún no estaba lista para contar. Pero, por un momento, sentí que las palabras no importaban tanto. Gally estaba aquí, y tal vez eso era lo único que necesitaba en este instante.