Capítulo XXXIV.V.

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Michael Towers.

Misma línea de tiempo que el capítulo anterior.

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Olvide la sensibilidad de los sentidos de Aitana tras una dosis, nunca han sido tan fuertes como ahora, supongo por lo pura que se le intecto la sustancia esta vez.

Cuando Ax pronuncio aquellas palabras, un sabor amargo se formó en mi boca, le inyecto algo para dormir y que no tenga que pasar aquel tormento de escuchar todo tan alto al punto que lastime sus oídos. Aitana no tardo ni 5 minutos en quedar dormida. Nosotros tres pudimos salir de ahí y dejarla descansar, pero teníamos que estar pendiente a qué vuelva a despertar, ya que, si lo hace y aún está molesta, podría ser un pequeño problema...

Ninguno dijo nada al bajar, la qué si dijo algo fue mamá que recién había llegado junto a papá, lucía un increíble vestido verde de tirantes y escote, se ajustaba de una manera sutil a su cintura, resaltando sus curvas y caderas, era largo y dejaba una de sus piernas a la intemperie, iba al conjunto de papá que vestía de una camisa verde con pantalón de tela blanco.

Escuché palabras desconocida que supuse fue en el otro idioma, parece que cayó en cuenta de que había hablado la otra lengua y se corrigió —¿Qué demonios sucedió?

Aún arriba, miramos el desastre ocasionado por Aitana. Todos los cuadros estaban en el suelo, algunos con el marco roto, la habitación a oscuras siendo la única iluminación dentro la de los faroles de afuera, que traspasaban un poco las gruesas cortinas de la sala, algunas estatuas estaban rotas al igual que algunos jarrones.

—Oh, Axel... ¿Resuelto? —Llegamos abajo, el silencio de Ax dio mucho a interpretar, y entendí su debate internó en sin mentir y conseguir algo de tiempo para resolver esto nosotros, o decir la verdad para que luego no sea peor.

—¿Por qué te interesa tanto que no descubran la entrada? Al final, te escapaste de allá y eres una criminal... —Loren y yo lo miramos absortos y por dentro maldije, ya metió la pata.

Mamá era un monstruo, es seguro, esa fachada de madre de casa, amorosa, carismática y humilde es sólo una fachada, ella adoraba el lujo, dinero, la obediencia y quería tener el mundo bajo sus pies, se enojaba con facilidad y eso traía consecuencias...Aun así quería creer que no lo volvería a hacer...ya éramos grandes, los castigos no eran necesario, pero algo dentro de mí me dijo que no importaba si teníamos 60 años y vivíamos fuera de casa, nuestras vidas siempre le pertenecerían.

—Te hice una pregunta, Axel. Contesta. —Podía ver sus ojos verdes brillar en la oscuridad con una leve chispa de molestia, inconscientemente di un paso hacia atrás.

—Allá no te quieren, si aparecieras te matarían...la tía Yuna lo dijo... —Mamá volvió a interrumpirlo con un tono de advertencia.

—Ax...

—Escapo... —La risa irónica de Lorena Towers resonó en el espacio.

—Una niña, que... si a lo mucho tiene veinte, de un metro sesenta, humana y sin experiencia en combate... ¿Escapo? —se acercó peligrosamente, miré a papá detrás de ella, él miraba a otro costado y se mantenía cómo su sombra...odiaba lo dócil que era con ella, actuando siempre bajo sus órdenes y cómo su marioneta...antes nos protegía de todo el mundo, incluyendo de mamá y sus castigos, ahora sólo observa y se va de la escena...cobarde —La dejaste escapar.

El silencio reinó entre nosotros, y se sentía la tensión en el aire, deseaba irme de aquí antes de qué me culpen también y me involucren.

—Todo esto... —señalo alrededor —¿Aitana? —Los tres miramos al suelo no queriendo exponer a nuestra hermana. Pero mamá volvió a reír —Okey. Está bien...

Entre las paredes. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora