Epílogo.

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Los Towers fueron la maldición de los Won.

Cuándo aparecieron en Shaysville, fue con intenciones de meterse cómo una enfermedad en la vida de los ellos.

Oxford, Inglaterra, Lunes 13 de junio 2022.

Los dedos de Axel jugaban con una sortija de compromiso, le divertía jugar con pequeños accesorios de sus víctimas. Aunque no solía matar con intenciones, no le importaba mucho los daños que ocasionaba.

Miró el techo por unos segundos, las risas de sus padres llegaban hasta aquí, era su aniversario de no sé qué, tenían muchos aniversarios y quién los entendía, al final iban a terminar en la cama y sin ropa y Ax no le gustaba tener esa imagen en su cabeza.

Cerró sus ojos unos segundos y ella apareció de nuevo, con sus ojos rasgados, cabello negro y liso atado en un moño bajo. Estaba practicando tiro, con sus anteojos y audífonos de seguridad, sonrió cómo idiota al mirarla y se frustró un poco.

Siempre ha soñado con ella, desde que tiene memoria y sus poderes se desarrollaron, ella aparece en sus visiones, no sabe si es algo futuro, pasado o presente, sólo aparece y se esfuma.

Su habitación estaba llena de retratos de la chica, algunos en lienzos de diversos tamaños, otros a lápiz en algunas hojas, y en cada uno eran imágenes diferentes, la chica variaba de edad depende el cuadro, y también de escenario, pero sin dudas los favoritos de Ax eran los que estaban a lápiz en una hoja suelta, los que realizaba en esos momentos de calor y que ilustraban sus fantasías.

Relamió sus labios y se dispuso a dormir, no apagaba las luces, cada que lo hacía era más propenso a perder la noción de dónde se encontraba.

Al rato se durmió, y otra noche de visiones lo visitaron, porque en verdad no soñaba, eran sucesos a pasar, o que ya sucedieron y él simplemente no puede distinguirlos.

Ese día fue diferente.

Un letrero en grande de color rojo con sombras de casas del mismo color, tenía escrito en cursiva "Bienvenidos a Shaysville".

Aquella casa de dos pisos, estilo moderno y grandes ventanales, rodeada de plantas al frente y con pequeño patio con víveres sembrados era el principal escenario.

Una mujer asiática de algunos 40, estaba sembrando atrás, y dentro de la casa, en la cocina, hacía una chica de baja estatura y pechos grandes (considerando que al ser asiática no debería ser muy usual ver esos rasgos, los llevaba) piel pálida, cabello negro, igualmente liso y con un fleco qué tapaba sus ojos, horneaba, absorta en sus movimientos y en la música a su alrededor.

Más adelante, en la sala, un chico de cabello revuelto estaba sentado en el suelo de la sala, abrazando sus piernas y embobado con lo que sea que la TV presentaba, se dejaba cortar el cabello de otra asiática qué al igual que él llevaba el cabello negro, lo diferente en está y lo que llamaba la atención, era aquel mechón blanco en su lado derecho del cabello, con esos ojos grises profundos trataba de no entretenerse mirando la televisión, así mantenía la precisión en las tijeras.

Más arriba, allí estaba, ella.
 Frente a su escritorio, escribiendo en cuadernos, y con un desorden de hojas y libros por doquier, se veía agotada, su cabello seguía viéndose increíble, pero aquellas ojeras no.

Era hermosa, dónde sea y cómo sea que apareciera se veía hermosa, en especial con aquellos lentes, y esa posición erguida que se disimulaba gracias a la ropa ancha qué llevaba.

En la cama de ella estaba un hombre mayor, con los mismos rasgos que los demás, ojos asiáticos, y cabello negro, parecía ayudarla ya que leía varios libros, y sostenía algunas páginas.

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