Diez

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-P-Pero no lo entiendo, é-él fue quién desobedeció, yo obedecí todo al pie de la letra, padre -pronunció el pequeño Park, aguantando sus lágrimas ante el susto que sentía por lo que su mayor iba hacer.

-¿No lo entiendes, hijo? -preguntó con indiferencia, concentrado afilando un cuchillo en sus manos-Lo que le pase a tu hermano, te pasará a ti, si él se golpea, tú también te golpeas, si él llora, tú también lloras, si él se corta un dedo, tú también te cortas un dedo, ambos son uno, idénticos, iguales -murmuró mientras levantaba aquel arma blanca, acercándose al pequeño Jay.

El menor soltó un sollozo.

-N-No quiero perder mi dedo, yo no hice nada ¡Yo me quedé en casa como tú dijiste! ¡Él fue quién desobedeció, es injusto!

-¡Cierra la boca, Park! -pronunció con enfado, golpeando aquella mesa en la que se encontraba el menor- Perderás el puto dedo igual que tu hermano, ambos deben ser igual en todo, sin importar qué, así que sé un buen gemelo y deja tu mano derecha en la mesa, seré rápido -dijo acercando aquel cuchillo a su pequeña mano.

Las lágrimas del pequeño Park salían en un sliencioso llanto.

-¿M-Me va a doler? -preguntó en un hilo de voz, tembloroso y aterrado.

Su padre suspiró, sonriendo levemente.

-Dolerá como el mismo infierno terminó por decir para luego, en un tortuoso movimiento, levantó su mano junto a aquel filoso cuchillo y lo clavó con toda su fuerza en su dedo índice.

Sólo se escuchó el desgarrador grito de un niño pequeño.

[Park Jongseong; Seis años]

(...)

-¿No comerás nada? -preguntó su madre preocupada, hace días que no se alimentaba correctamente, tampoco le dirigía la palabra.

-No tengo hambre -contestó cortante.

La mayor estaba preocupada, ella entendía que estuviera enojado, pero comer era algo fundamental para la salud, además de que Lee ya era lo bastante delgado.

-Cariño, sé que estás molesto por no estar en casa ultimamente -pronunció con tranquilidad, pero necesito que comas algo, ¿Está bien? -intentó convencer, tomando delicamente la mano de su hijo, un bufido escapó de ella cuando el adolescente apartó su mano bruscamente. Heesung, basta, deja de comportarte así.

-¿¡Y a ti qué te importa?! Tú vas y me dejas sólo con ese maldito al que debo llamar padre ahora, ni siquiera me dejas estar con mi verdadero progenitor - pronunció con brusquedad.

-Mira cómo te estás comportando gracias a él-atacó su mayor, molesta por la actitud de su hijo, cada vez que te ves con tu padre, tu comportamiento empeora, no me dices las cosas, ya no te juntas con tus amigos, no estás comiendo como se debe, ¿Qué quieres lograr con esto, Heesung?

-¡Deja de preocuparte por mí! ¡No te importo! ¡No le importo a nadie, mi padre es el único que me entiende, no puedo confiar en ti! -habló alzando la voz mientras se paraba bruscamente de la mesa- No puedo confiar en nadie... su voz tembló, repentinamente sus ojos se acuaron y sus manos se empuñaron.

-H-Hee, hijo, yo-

-¡No me toques! -gritó, apartándose cuando su madre tenía la intención de tocar su hombro-P-Por favor, no me toques -pronunció cuando sus lágrimas salieron de forma desesperada.

Y salió corriendo...

[Lee Heesung; Dieciséis años].

(...)

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