capitulo diecinueve.

68 9 0
                                    

La Emperatriz Viuda Hinata se encontraba en su jardín privado, rodeada de un mar de flores de cerezo en plena floración. El aroma dulce y delicado de las flores se mezclaba con el suave susurro del viento, creando una atmósfera de paz y tranquilidad. Hinata, vestida con un kimono blanco de seda, contemplaba la belleza del jardín, pero su mente estaba lejos, perdida en pensamientos melancólicos.

De pronto, una sirvienta se acercó a ella, llevando en sus manos un sobre de papel fino y delicado.

"Su Majestad," anunció la sirvienta con una reverencia, "Ha llegado una carta de su padre."

Hinata recibió el sobre con manos temblorosas. Su corazón dio un vuelco al reconocer el sello familiar del clan Hyuga. Su padre, Hiashi, rara vez le escribía, y cuando lo hacía, era siempre con un tono formal y distante.

Con cuidado, abrió el sobre y desplegó el papel. La caligrafía de su padre era elegante y precisa, como siempre.

"Emperatriz Viuda Hinata," comenzó la carta, "Espero que esta misiva te encuentre bien. Te escribo para informarte que, en breve, me presentaré en el palacio imperial. Tengo asuntos importantes que tratar contigo."

Hinata sintió un nudo en la garganta. Su padre nunca había visitado el palacio desde que ella se había casado con el Emperador Naruto. ¿Qué asuntos tan importantes podrían llevarlo a romper con su tradición de mantener una distancia prudente?

La carta continuaba con un tono formal, pero Hinata podía sentir un dejo de preocupación en las palabras de su padre.

"Espero que puedas recibirme con la misma amabilidad y respeto que siempre has demostrado. Espero poder hablar contigo sin formalidades, como en el pasado, y que puedas dirigirme como siempre lo has hecho: 'Padre'."

Hinata suspiró, sus ojos húmedos. La visita de su padre, aunque inesperada, le traía un torbellino de emociones. La nostalgia por su familia, el miedo a la confrontación, la incertidumbre sobre el motivo de su visita.

Dobló la carta con cuidado y la guardó en su kimono. La visita de su padre no sería fácil, pero estaba decidida a enfrentarla con la misma dignidad y fortaleza que la había caracterizado durante su vida.

El jardín, con su belleza serena, seguía a su alrededor, pero la paz que antes la envolvía se había esfumado con la noticia de la llegada de su padre al palacio.

                       》》》》》》✧《《《《《《

El aroma a tinta y papel viejo impregnaba la biblioteca del palacio real, un lugar donde el silencio solo era interrumpido por el crujido de las hojas al ser volteadas. Sarada recorría los estantes de madera oscura, buscando un libro de historia que había estado buscando por días. Su doncella, ChouChou, la seguía de cerca, observando con interés la concentración de su señora.

"No entiendo por qué te gusta tanto la historia, Sarada-sama," dijo ChouChou, su voz suave y melodiosa. "Es tan aburrida."

Sarada se detuvo, sus ojos negros brillando con una luz pensativa. "La historia es la que nos define, ChouChou. Es la que nos recuerda de dónde venimos y hacia dónde vamos."

ChouChou frunció el ceño, sin comprender del todo la pasión de Sarada por el pasado. "Pero hay tantos libros interesantes sobre otras cosas," dijo, "como la moda o los viajes."

Sarada sonrió, divertida por la inocencia de su doncella. "La moda y los viajes son importantes, ChouChou, pero la historia es la que nos da contexto. Nos ayuda a entender el presente y a construir el futuro."

ChouChou asintió, aunque seguía sin estar del todo convencida. "Supongo que tienes razón, Sarada-sama."

Sarada volvió a mirar los estantes, sus ojos buscando el libro que tanto ansiaba. "Hablando de futuro," dijo, "me pregunto cómo estará Boruto hoy."

ChouChou se sonrojó levemente. "Seguro que estará trabajando duro en sus deberes como Emperador, Sarada-sama."

Sarada asintió, pero una sombra de tristeza cruzó su rostro. "Sí, supongo que sí. Bueno, después iré a verlo."

Un silencio incómodo se instaló entre las dos mujeres. ChouChou, con su habitual sensibilidad, notó el cambio de humor de Sarada.

"Te pasa algo, Sarada-sama," dijo con preocupación. "¿Te sientes mal?"

Sarada suspiró, sus ojos se nublaron con una mezcla de nostalgia y melancolía. "A veces," dijo, "extraño a mi madre. Extraño su sonrisa, su abrazo, sus consejos. Extraño sentir su apoyo."

ChouChou, conmovida por la tristeza de su señora, la tomó de la mano. "Lo sé, Sarada-sama. Es difícil estar lejos de la familia. Pero recuerda que ella te ama y siempre estará ahí para ti, aunque esté lejos."

Sarada sonrió débilmente. "Gracias, ChouChou. Necesitaba escuchar eso."

Las dos mujeres se quedaron en silencio por un momento, cada una perdida en sus propios pensamientos. El aroma a tinta y papel viejo seguía impregnando la biblioteca, pero el silencio ya no era tan pesado. La conversación entre Sarada y ChouChou había abierto una ventana al pasado, un pasado lleno de dolor y esperanza, un pasado que seguía presente en el corazón de la Emperatriz.

                       》》》》》》✧《《《《《《

El sol de la tarde se filtraba a través de las ventanas de la oficina imperial, bañando el espacio en un cálido resplandor dorado. Boruto, sentado detrás de su imponente escritorio de ébano, revisaba documentos con una concentración que contrastaba con la tranquilidad del ambiente. Su mirada, normalmente llena de picardía, estaba seria, absorto en los intrincados detalles de la administración del imperio.

Un suave golpe en la puerta lo sacó de sus pensamientos.

"Adelante." Su voz, aunque grave, era amable.

La puerta se abrió y Sarada entró, su presencia llenando la habitación con un aura de poder y belleza. Su vestido rojo, un tejido de seda carmesí que se movía con gracia a cada paso, realzaba la intensidad de su mirada. Su cabello negro azabache, adornado con una diadema de rubíes, caía en cascada por sus hombros, enmarcando un rostro delicado pero firme. Sus ojos, también negros como la noche, brillaban con una luz inteligente y penetrante.

"Boruto," dijo, su voz melodiosa, "Espero no interrumpir tu trabajo."

"Nunca interrumpes," respondió Boruto, levantándose de su silla y acercándose a ella. "Es un placer tenerte aquí."

Sarada sonrió, sus labios curvándose en una sonrisa que iluminaba su rostro. "He venido a compartir contigo un informe sobre la situación en el reino del sur, y a hablar de los progresos que hemos logrado en el imperio."

Boruto asintió, invitándola a sentarse en el sofá de terciopelo rojo que se encontraba frente a su escritorio. Se sentó a su lado, su mirada fija en ella.

"Te escucho, Sarada."

Sarada, con su habitual elegancia y precisión, comenzó a hablar de la situación en el reino del sur. Su voz, aunque suave, contenía una fuerza innegable, transmitiendo la complejidad de los problemas y la profundidad de su análisis.

"Las cosechas han sido abundantes este año," continuó, "y la economía ha experimentado un crecimiento significativo. La paz se ha extendido por todo el imperio, gracias a las políticas que hemos implementado juntos."

Boruto asintió, sintiendo un profundo orgullo por los logros que habían alcanzado juntos. "Es verdad, Sarada. Hemos trabajado duro y los resultados son visibles. El imperio está floreciendo."

"Sí," dijo Sarada, "y aún hay mucho por hacer. Pero estoy segura de que, trabajando juntos, lograremos construir un futuro próspero y pacífico para nuestro pueblo."

"Eso espero. Y cambiando de tema, quiero decirte que hoy estás muy hermosa."

Las mejillas de Sarada comenzaron a sonrojarse ante los halagos de Boruto.

"¡Basta! Haces que me sonroje."

Boruto río.

"Me gusta verte cuando sonríes. ¿Te he dicho lo hermosa que eres?"

Sarada asintió. "Sí."

Boruto se acercó a ella, su mirada intensa, llena de admiración. "Pero no me canso de decírtelo. Eres la mujer más hermosa que he visto. Y no solo por fuera, sino por dentro. Tu inteligencia, tu fuerza, tu corazón... todo en ti me fascina."

Sarada sintió un calor recorrer su cuerpo ante las palabras de Boruto. Su corazón latía con fuerza, sus mejillas ardían de vergüenza.

"Boruto..." susurró, sintiendo que las palabras se le escapaban.

Boruto la miró fijamente, sus ojos brillando con una intensidad que la hipnotizaba. "Sarada," dijo, su voz ronca, "eres mi esposa, mi emperatriz y la futura madre de mis hijos. Te amo más que a nada en el mundo."

Sarada no pudo resistirse más. Se inclinó hacia él, sus labios buscando los suyos. El beso fue lento, apasionado, lleno de la promesa de un amor eterno.

En ese momento, el mundo se desvaneció a su alrededor. Solo existía Boruto, su amor, su deseo.

"Te amo, Sarada," susurró Boruto, su voz llena de emoción.

"Yo también te amo, Boruto," respondió Sarada, su corazón rebosante de felicidad.

El sol de la tarde se filtraba a través de las ventanas, bañando la oficina imperial en un cálido resplandor dorado.

¿Continuará?


Notas:

—Para quienes no les quedó claro, confirmo una vez más que Boruto está enamorado de Sarada, no de Sumire.
Espero que esta aclaración sea suficiente para todos.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: 3 days ago ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

𝑬𝒎𝒑𝒆𝒓𝒂𝒕𝒓𝒊𝒛 𝑼𝒄𝒉𝒊𝒉𝒂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora