EL PESO DEL TRONO (BEAL)

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El viento suave de Auradon soplaba entre los árboles del majestuoso castillo, donde las luces de las ventanas brillaban con una cálida luz dorada

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El viento suave de Auradon soplaba entre los árboles del majestuoso castillo, donde las luces de las ventanas brillaban con una cálida luz dorada. Mal, la hija de Maléfica, caminaba por los pasillos con un sentimiento de inquietud creciente en su pecho. A pesar de estar rodeada de belleza y grandeza, nunca se había sentido más perdida.

Desde que aceptó su destino como la futura reina de Auradon, la presión parecía crecer cada día. Mal era fuerte, valiente, y había pasado por pruebas que la hicieron más resistente de lo que muchos podían imaginar, pero ser la futura reina de un reino tan próspero y pacífico era un reto que no sabía si podría cumplir.

Su mente estaba llena de dudas. ¿Soy lo suficientemente buena? Esa pregunta la había atormentado desde que dejó la Isla de los Perdidos, donde creció bajo la sombra de su madre, Maléfica. ¿Cómo podría ser la reina que Auradon necesitaba? Y peor aún, ¿cómo podía ser la esposa que Ben merecía?

Ben, el hijo de Bella y Bestia, actual rey de Auradon, era todo lo contrario a Mal. Donde ella era fuego y caos, él era calma y bondad. Desde el momento en que sus caminos se cruzaron, sus mundos habían chocado, y aunque estaban más enamorados que nunca, había momentos en los que Mal no podía evitar sentir que no pertenecía a su lado.

Mientras sus pensamientos vagaban, Mal llegó al salón del trono, un lugar imponente donde tantas decisiones importantes habían sido tomadas a lo largo de los años. Las puertas de madera estaban entreabiertas, y dentro, la figura de Ben se perfilaba contra el gran ventanal que daba al jardín. Estaba de pie, mirando al horizonte, con su capa de rey descansando sobre sus hombros. Al escuchar el suave crujido de la puerta, se giró y sonrió al verla.

BEN: Mal (dijo Ben con una ternura que siempre lograba derretir la armadura que ella misma se ponía). ¿Qué haces aquí? Creí que estarías descansando.

Mal sonrió débilmente y entró al salón, caminando lentamente hacia él.

MAL: No podía dormir (admitió mientras bajaba la vista hacia el suelo). Estaba pensando... en todo esto.

Ben frunció ligeramente el ceño, pero no dijo nada al principio, esperando que Mal continuara.

Conocía sus luchas internas más de lo que ella creía. Sabía que llevar el peso del pasado, siendo la hija de la villana más temida del mundo, no era fácil, aunque Mal rara vez hablaba de eso.

MAL: Ben, no sé si soy lo suficientemente buena para ser la reina de Auradon (dijo finalmente, su voz llena de incertidumbre). No soy como tú. No soy perfecta como tus padres o como tú. Crecí en la oscuridad, y por más que lo intente, a veces siento que esa parte de mí sigue ahí, acechando.

Ben dio un paso adelante, tomando las manos de Mal entre las suyas.

BEN: Mal, ¿sabes lo que más me gusta de ti? (preguntó suavemente, buscando sus ojos morados). Tu fuerza. Tu valentía. El hecho de que, a pesar de todo lo que has vivido, siempre eliges lo correcto, incluso cuando es difícil. Ser reina no significa ser perfecta, significa ser auténtica, y nadie lo es más que tú.

Mal apartó la mirada, luchando con las emociones que se arremolinaban dentro de ella.

MAL: Pero, ¿y si fallo? (susurró). ¿Y si decepciono a todos?

Ben sonrió con dulzura y acarició su mejilla suavemente.

BEN: Todos fallamos a veces, Mal. Incluso yo. Pero lo importante es cómo nos levantamos después. Y no creo que puedas decepcionarme ni a mí, ni a Auradon. Hemos elegido este camino juntos, porque creemos en un futuro mejor, y tú eres la persona que ayudará a construirlo.

Mal lo miró a los ojos y vio en ellos la confianza absoluta que él tenía en ella. Para Ben, no importaba de dónde venía, ni los errores que había cometido en el pasado. Solo importaba la persona en la que se había convertido y lo que significaba para él y para el reino.

BEN: No tienes que hacerlo sola (añadió Ben). Estoy aquí contigo, siempre lo estaré. Auradon te ha aceptado porque te conocen, no como la hija de Maléfica, sino como Mal, la chica que lucha por lo que es correcto, que ha traído esperanza a este reino y que me ha mostrado lo que realmente significa el amor.

Mal sintió un nudo en la garganta al escuchar sus palabras. Ben siempre sabía cómo calmar sus miedos y recordarle quién era en realidad. Durante tanto tiempo había temido no ser suficiente, pero con Ben a su lado, se dio cuenta de que no tenía que ser perfecta. Solo tenía que ser ella misma.

MAL: Gracias, Ben (dijo Mal, apretando suavemente sus manos). No sé qué haría sin ti.

Ben sonrió, inclinándose para besar su frente con ternura.

BEN: No tienes que agradecerme nada, Mal. Somos un equipo, siempre lo hemos sido.

El alivio que Mal sintió fue como un peso liberado de sus hombros. Aunque las dudas seguían ahí, se dio cuenta de que no tenía que enfrentarlas sola. Ben estaba a su lado, y juntos, eran más fuertes que cualquier obstáculo que se les presentara.

MAL: Entonces (dijo Mal, levantando la cabeza con una nueva determinación), ¿crees que estoy lista para ser reina?

Ben la miró con cariño, asintiendo con seguridad.

BEN: No lo creo, lo sé.

El sol se estaba poniendo detrás de ellos, arrojando un cálido resplandor sobre el salón del trono, mientras las sombras se alargaban. Juntos, Mal y Ben se sentaron en los tronos que les esperaban. Los desafíos futuros serían muchos, pero por primera vez en mucho tiempo, Mal sentía que estaba lista para enfrentarlos.

Con Ben a su lado, no había nada que no pudieran lograr.

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