BAJO EL ARBOL DE LOS DESEOS (DEVIE)

70 4 0
                                    

El sol comenzaba a ponerse sobre el campus de Auradon Prep, pintando el cielo con tonos naranjas y rosas

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El sol comenzaba a ponerse sobre el campus de Auradon Prep, pintando el cielo con tonos naranjas y rosas. Evie caminaba junto a Doug por los amplios jardines, donde las flores exóticas y los senderos de piedra les ofrecían un espacio para relajarse después de un largo día de clases.

Aunque a simple vista todo parecía normal, había algo especial en el aire, un cambio sutil que ninguno de los dos quería mencionar.

DOUG: ¿Te acuerdas de la primera vez que caminamos por aquí? (preguntó Doug de repente, sus ojos brillando con nostalgia mientras ajustaba sus gafas).

Evie sonrió, recordando ese momento perfectamente. Era uno de sus primeros días en Auradon, y había estado tan preocupada por encajar. En ese entonces, Evie solo quería ser perfecta, la princesa impecable que su madre siempre había querido. Pero Doug había sido uno de los primeros en verla más allá de esa fachada. Había visto su verdadero yo, y con el tiempo, Evie había comenzado a bajar las defensas que siempre había levantado.

EVIE: Lo recuerdo muy bien (respondió Evie, mirando a Doug con cariño). Estabas tan nervioso cuando me ofreciste ayudarme con historia. Era adorable.

Doug se sonrojó ligeramente, su sonrisa tímida siempre la hacía sentir cálida por dentro.

DOUG: Bueno, no todos los días puedes ayudar a una princesa (bromeó, rascándose la nuca).

Se detuvieron al llegar a un árbol grande en el centro del jardín, uno que era famoso entre los estudiantes de Auradon. La leyenda decía que si colgabas un deseo escrito en un papel de sus ramas, ese deseo eventualmente se haría realidad. Evie y Doug se habían sentado bajo ese árbol muchas veces a lo largo del año, compartiendo secretos y risas.

DOUG: ¿Alguna vez has hecho un deseo aquí? (preguntó Doug, apoyándose en el tronco del árbol y mirando las ramas que colgaban con pequeños papeles atados con cintas).

Evie sacudió la cabeza lentamente, observando las hojas moverse con la brisa.

EVIE: No, nunca lo he hecho (admitió). Cuando llegué a Auradon, no creía mucho en los deseos. Pensaba que, si querías algo, tenías que trabajar duro para conseguirlo.
DOUG: Eso suena muy a lo Evie (respondió Doug, sonriendo). Pero, ¿y ahora? ¿Qué piensas ahora?

Evie lo miró, sorprendida por la pregunta. La verdad era que muchas cosas habían cambiado desde que llegó. Ya no sentía la presión constante de ser la hija perfecta de la Reina Malvada. Había hecho amigos verdaderos, personas que la aceptaban por lo que era. Y Doug... Doug había cambiado todo. Su presencia tranquila y su lealtad inquebrantable le habían enseñado a Evie que no tenía que cargar sola con el peso del mundo.

EVIE: Creo que ahora... creo que los deseos no están tan mal (respondió con una sonrisa suave). ¿Tú has pedido uno?

Doug se rió, aunque había una seriedad en sus ojos que Evie no pudo ignorar.

DOUG: Lo hice, una vez. Pero no te diré qué fue, o no se cumplirá (dijo con una sonrisa traviesa).

Evie levantó una ceja, divertida.

EVIE: ¿De verdad crees en eso? (bromeó).

Doug se encogió de hombros.

DOUG: Nunca se sabe. Auradon es un lugar lleno de magia. Algunas cosas no necesitan lógica para ser reales.

La idea de que Doug, siempre tan racional, creía en la magia de los deseos hizo que Evie lo mirara con nuevos ojos. Era una de las cosas que más le gustaban de él: su habilidad para ser práctico y soñador al mismo tiempo. Con una sonrisa juguetona, se agachó, sacó un pequeño papel de su bolso y comenzó a escribir en él.

Doug la observó con curiosidad.

DOUG: ¿Vas a hacer un deseo?

Evie asintió sin decir palabra, concentrándose en lo que estaba escribiendo. Cuando terminó, dobló el papel y lo ató con una pequeña cinta que llevaba en su muñeca. Luego se acercó al árbol, buscando una rama baja para colgarlo.

Doug la miraba, intrigado.

DOUG: ¿Vas a decirme qué escribiste?
EVIE: No si quieres que se cumpla (respondió Evie, guiñándole un ojo mientras dejaba que el papel colgara suavemente entre las hojas).

Por un momento, el silencio se instaló entre ellos. Las luces del atardecer bañaban el jardín, y el mundo a su alrededor parecía detenerse. Doug, sin poder contenerse más, se acercó a Evie, mirándola directamente a los ojos.

DOUG: Evie, quiero ser honesto contigo (dijo, su tono repentinamente más serio). Hay algo que he querido decir desde hace tiempo, pero... no he encontrado el momento adecuado.

El corazón de Evie empezó a latir más rápido. Sabía lo que Doug estaba a punto de decir, pero aún así, sus palabras la tomaron por sorpresa.

DOUG: Evie, desde que te conocí, he sentido algo por ti. Algo que no he podido ignorar. Eres increíble en todos los sentidos, y no solo por tu belleza o tu talento. Eres amable, fuerte, y siempre haces que los demás se sientan bien. (Doug hizo una pausa, tragando saliva antes de continuar). Lo que quiero decir es que... te amo. Y lo he sabido desde hace mucho tiempo.

Evie sintió un nudo en la garganta mientras escuchaba sus palabras. Había esperado este momento, pero ahora que estaba aquí, no sabía exactamente cómo responder. Sin embargo, sabía una cosa con certeza: ella también lo amaba.

EVIE: Doug... yo también te amo (respondió finalmente, sus palabras suaves pero llenas de verdad)

Doug sonrió, su nerviosismo desapareciendo al instante. En ese momento, todo lo que había entre ellos, toda la complicidad y el cariño, se manifestó en un beso suave bajo el árbol. Fue un beso dulce, lleno de promesas no dichas y de un amor que ambos sabían que duraría.

Cuando se separaron, Doug la miró con ternura.

DOUG: ¿Sabes cuál fue mi deseo? (le preguntó en voz baja).

Evie sonrió.

EVIE: ¿Cuál?
DOUG: Que tú también me amaras.

Evie rió suavemente, tocando el rostro de Doug con cariño.

EVIE: Parece que tu deseo se ha hecho realidad.
DOUG: Parece que sí (respondió Doug, sonriendo ampliamente).

Mientras el sol terminaba de ponerse, dejando al jardín bañado en la luz de las estrellas, Evie y Doug se quedaron allí, bajo el árbol de los deseos, sabiendo que habían encontrado algo mucho más valioso que cualquier deseo: habían encontrado el amor.

One Shots DESCENDIENTESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora