One Shots DESCENDIENTES

UN ENCANTO EN LA NOCHE (DEVIE)

Era una noche tranquila en Auradon, y Evie no dejaba de darle vueltas a una idea en su mente. Su cumpleaños estaba cerca, y aunque ella misma había organizado una celebración pequeña en su taller, había algo que realmente deseaba: una noche especial con Doug, solo ellos dos, sin nada ni nadie que los interrumpiera.

Así que decidió que sería ella quien le diera una sorpresa a Doug. Llamó a Ben para pedirle las llaves de una pequeña cabaña escondida en el bosque detrás del castillo, un sitio reservado y lleno de magia donde podrían pasar una velada privada. Pasó el día arreglando cada detalle, decorando la cabaña con luces tenues, y colocando pétalos de rosa sobre la mesa donde cenarían.

Cuando el sol comenzó a ponerse, Evie se cambió de ropa, eligiendo un vestido azul oscuro que había diseñado especialmente para la ocasión. Con el corazón palpitante de emoción y los nervios a flor de piel, caminó hasta el taller de Doug y lo sorprendió con una gran sonrisa.

EVIE: Hola, amor, (dijo Evie, tomándolo de la mano). Te tengo una sorpresa... y no puedes decir que no.
DOUG: (la miró, divertido e intrigado, mientras dejaba sus herramientas). ¿De qué se trata?EVIE: Solo sígueme, (dijo ella, guiñándole un ojo).

Con una sonrisa emocionada, Doug se dejó guiar hasta la cabaña. Cuando abrieron la puerta, él se quedó sin palabras al ver el trabajo que Evie había hecho: las velas en los estantes, las luces suaves colgando del techo, y el aroma dulce de las flores que había esparcido por el lugar.

DOUG: Evie... esto es increíble, (murmuró Doug, impresionado). ¿Todo esto es para nosotros?
EVIE: (sonrió con timidez, algo que no era habitual en ella). Sí, quería hacer algo especial. Hemos tenido semanas tan ocupadas que casi no hemos pasado tiempo juntos... y quería que esta noche fuera solo para nosotros.
DOUG: (la miró con cariño, tomándola de ambas manos). No sabes lo mucho que significa esto para mí. Siempre haces que me sienta especial, Evie. Nadie me ha amado así antes.

Ella sintió que su corazón se derretía, y, por un momento, se perdieron en la mirada del otro, dejándose envolver por la calidez y la dulzura del momento. Lentamente, Doug se inclinó y la besó suavemente, transmitiendo en ese beso todo el amor que sentía por ella.

DOUG: Gracias por hacer todo esto, (dijo Doug después de unos segundos, sin soltar sus manos). Prometo que esta noche será tan especial para ti como lo es para mí.

Compartieron una cena tranquila, entre risas y miradas cómplices. Hablaban de todo: de sus sueños, de los momentos divertidos que habían tenido, y de lo mucho que habían cambiado desde que se conocieron. Era como si el mundo exterior hubiera desaparecido y solo existieran ellos dos en aquella cabaña iluminada.

Cuando terminaron, Doug se levantó y le extendió la mano.

DOUG: ¿Te gustaría bailar, princesa?

Evie sonrió, sintiéndose como en un cuento de hadas. Se levantó y se dejó llevar por él, rodeándolo con sus brazos mientras comenzaban a balancearse al ritmo de una música que solo ellos podían escuchar. Bailaron en silencio, mirándose a los ojos, y Evie sintió cómo cada paso y cada suspiro la acercaban más a él.

EVIE: Doug, eres lo mejor que me ha pasado, (dijo en un susurro, acariciando suavemente su rostro). Nunca pensé que alguien pudiera hacerme sentir tan amada.
DOUG: (le devolvió la caricia, rozando su mejilla con sus dedos). Evie, contigo encontré un lugar al que pertenezco. Y no me imagino mi vida sin ti.

En ese instante, Evie se dio cuenta de que cada detalle de aquella noche, cada momento que habían compartido, solo había fortalecido su amor. No importaban los desafíos, ni las diferencias entre ellos. Eran dos almas que, de alguna forma mágica, encajaban perfectamente.

Entonces, mientras el mundo se volvía pequeño a su alrededor, volvieron a besarse, entregándose completamente a aquel momento. No había necesidad de palabras; solo el amor profundo y verdadero que los unía en ese instante bajo las estrellas.