Capítulo 1 : El amor que no olvidamos

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En la brisa suave de Doral, Florida, se esconde en un susurro de historias pasadas, murmullos de sueños que alguna vez fueron grandes. En este punto de mi vida, no puedo evitar preguntarme cómo las decisiones que tomaron mis padres moldearon no solo su vida, sino también la mía, una herencia que llevo conmigo cada día.

Ellos se conocieron en un pequeño café de Londres, un lugar donde el aroma del café recién hecho se mezclaba con el sonido de risas y conversaciones animadas. Era un refugio para estudiantes que, como ellos, estaban inmersos en el frenético mundo de la medicina. Ella, con su cabello castaño rizado y una sonrisa deslumbrante, iluminaba cualquier habitación; él, con su cabello desordenado y ojos llenos de determinación, irradiaba una pasión contagiosa por ayudar a los demás.

Se encontraron en el mismo grupo de estudio, rodeados de libros gruesos y notas desordenadas. Era un rincón del café donde las horas pasaban volando, atrapados entre la teoría y la práctica. Una tarde, mientras revisaban los sistemas del cuerpo humano, ella dejó caer un lápiz al suelo. Él se agachó para recogerlo, y al hacerlo, sus miradas se encontraron por un instante. Ella sonrió tímidamente, el corazón latiendo un poco más rápido.

—No puedo creer que tengamos que aprender todo esto en una noche —dijo ella, su voz suave como un susurro, mientras jugueteaba con su cabello—. A veces, me pregunto si vale la pena el esfuerzo.

Él la miró, su expresión mezcla de sorpresa y convicción. —Por supuesto que vale la pena —respondió él, su sonrisa confiada llenando el espacio entre ellos—. Imagina poder salvar vidas, hacer una diferencia. Eso es lo que realmente importa, ¿no?

A medida que pasaron las semanas, su conexión se hizo más fuerte. Pasaban horas en el café, hablando de anatomía y enfermedades, pero también compartiendo sueños de un futuro lleno de posibilidades. Ella lo miraba con admiración mientras él hablaba de sus ambiciones.

—Siempre quise viajar, conocer nuevos lugares y ayudar —dijo él un día, mientras revolvía su café—. Sería increíble hacer misiones médicas en lugares remotos.

Ella asintió, con sus ojos brillando de emoción. —Sí, eso suena maravilloso —respondió ella, su voz llena de pasión—.

Los días se convirtieron en semanas y sus corazones se entrelazaron más allá de lo que las palabras podrían expresar. Se apoyaban mutuamente en los exámenes y las largas noches de estudio. Cada triunfo era celebrado con risas, y cada fracaso, mitigado por el apoyo incondicional del otro. Sin embargo, el destino siempre es caprichoso.

Era una tarde nublada en Londres, el aire cargado de la inminente lluvia que parecía reflejar la tormenta emocional que se avecinaba. Estaban sentados en la cocina de su pequeño departamento, el aroma del café aún flotando en el aire. Lily jugueteaba con las tazas, su corazón palpitaba en su pecho. Era un momento que había esperado evitar, pero sabía que había llegado el tiempo de enfrentar la realidad.

—William —comenzó, su voz temblorosa—, hay algo que necesito decirte.

Él levantó la mirada, el brillo de sus ojos llenos de curiosidad y preocupación.

—¿Qué sucede, querida? —preguntó, su tono suave, casi como un susurro. Se inclinó hacia ella, como si su cercanía pudiera calmar la tormenta que se desataba en su interior.

—No sé cómo decirlo... —dijo ella, sintiendo que las palabras se atascaron en su garganta. —Estaba... estaba en la consulta médica hoy. — Un silencio tenso llenó la habitación. William, al notar su nerviosismo, tomó su mano con ternura.

Con Amor, Hannah.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora