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Baltimore se despertaba lentamente, envuelta en un suave velo de neblina que se deslizaba entre los edificios históricos de ladrillo rojo de la universidad. Las calles estaban impregnadas de un aire fresco y vibrante, mientras los estudiantes comenzaban a llenar los espacios al aire libre con risas y conversaciones animadas. El campus de era un lugar donde el pasado y el presente se entrelazaban, con sus fuentes que burbujeaban alegremente y los árboles de hojas doradas que danzaban con la brisa matutina.
Hoy tenía un plan claro en mente: iba a disfrutar de un café en la nueva cafetería del campus que prometía ser un refugio acogedor para los estudiantes. A medida que caminaba, sentía una energía renovada que irradiaba confianza. Vestía una blusa negra, combinada con unos pantalones de mezclilla oscuros y botas de cuero. Mi cabello castaño claro caía en suaves ondas, un contraste perfecto con el atuendo, y sentía que cada paso que daba resonaba con un propósito.
Las conversaciones de los estudiantes a mi alrededor se convertían en una melodía de fondo, pero mi mente estaba centrada en disfrutar de ese momento. A medida que me acercaba a la cafetería, mi corazón latía con una emoción inesperada, un ligero cosquilleo que me mantenía alerta, como si algo importante estuviera a punto de suceder.
Al llegar a la cafetería, la puerta de cristal se abrió con un suave tintineo, noté el aroma del café recién hecho y los pasteles que se mezclaban en el aire. Me abrí camino entre las mesas, sintiendo la energía del lugar. Tenía planeado disfrutar de un café solo, tal vez un sándwich, y luego regresar a estudiar. Pero, al cruzar la entrada, algo me hizo detenerme en seco. Era una sensación que me erizó la piel.
En ese momento, lo vi. Ethan. Sus ojos buscaban los míos, y en un instante, todo el ruido del mundo se desvaneció. Sentí esa conexión instantánea, un tira y afloja en mi pecho que me decía que el tiempo no había pasado. Se acercó lentamente, como si cada paso fuera una danza cuidadosamente coreografiada.
— Hola, Estrellita —dijo, su voz una mezcla de sorpresa y calidez.
No podía evitar sonreír, ese apodo evocaba tantos recuerdos.— Ethan... —respondí, sintiendo cómo mi corazón se aceleraba—. No esperaba verte aquí.
— La facultad de Historia no está tan lejos de aquí —contestó, con una chispa en sus ojos—. Solo pensé que era hora de hacer una visita a la famosa Facultad de Medicina.
Ambos comenzamos a hablar como si el tiempo no hubiera pasado. Hablamos de clases, de lo que estábamos aprendiendo, de cómo nos estaba yendo. Era como si todas las risas y los momentos compartidos de nuestra infancia volvieran a la vida.
Con el tiempo, nuestros encuentros se hicieron más frecuentes. Pasábamos horas en la cafetería, compartiendo café y risas, y en esos momentos, me sentía más viva que nunca. Jossie, por supuesto, no podía dejar de molestarme sobre mi "nuevo amigo".
— ¿Qué te pasa, Hannah? ¡Te veo sonreír más que nunca! —me decía, entre risas.
— Solo es un viejo amigo, Jossie —respondía, aunque en el fondo, sabía que había algo más en el aire, algo que prometía nuevas aventuras y emociones.
Con cada encuentro con Ethan, me sentía más viva que nunca. Era como si las estrellas en el cielo se alinearan de nuevo, dándole un sentido a esos días grises que a veces me acechaban. Jossie, siempre perceptiva, no tardó en notar mi entusiasmo.
— Oye, te veo con una sonrisa que no se te quita —me dijo una tarde mientras estábamos en nuestra habitación. Estaba sentada en su cama, con un libro en las manos, pero sus ojos brillaban con curiosidad.
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Con Amor, Hannah.
Fiksi RemajaEn un mundo donde el amor y el desamor son dos caras de la misma moneda, Hannah se enfrenta a un corazón destrozado, marcado por recuerdos de pérdidas y promesas olvidadas. A través de cartas, ella desvela sus pensamientos más profundos y vulnerable...