Capítulo 20 : Especialidades

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El ambiente en el hospital se había convertido en un laberinto de exigencias y responsabilidades. Marcus había ascendido a cirujano especialista, el cargo más alto bajo la jefatura. Ser especialista significaba no sólo que sus habilidades eran reconocidas, sino también que su tiempo libre había disminuido drásticamente. Entre las clases que aún debía terminar y los exámenes que debía evaluar, rara vez lo veía fuera de su entorno laboral. La presión de su nuevo puesto lo había sumergido en un océano de compromisos, y cada vez era más difícil encontrar un espacio para nosotros.

Una tarde, mientras organizaba mis cosas en la sala de descanso, mi teléfono sonó. Era Jaime. La voz al otro lado de la línea sonaba más intensa de lo habitual.

—Hannah, ¿puedes hacerme un favor? —preguntó, su tono casi melodramático.

—Claro, ¿qué pasa? —respondí, con una mezcla de curiosidad y preocupación.

—Necesito que me reemplaces en el turno de esta noche. Es una cuestión de vida o muerte —dijo, con un tono exageradamente serio.

—¿Vida o muerte? —repliqué, riéndome—. ¿Qué te pasó, Jaime? ¿Te atrapó una nube de trabajo y ahora no puedes escapar?

—Más bien me atrapó un compromiso... digamos que es un "asunto personal" muy importante. Te lo agradecería muchísimo —dijo, casi suplicando.

—¿Un "asunto personal"? ¿Vas a una reunión secreta de espías? —bromeé, disfrutando de la situación.

—¡Por favor! Solo necesito que me cubras. Prometo que no tendrás que hacer nada emocionante, solo estarás allí, siendo increíblemente tú y posiblemente salvando vidas —insistió, convencido.

La idea de ver a Marcus y ofrecerle un momento de respiro me animaba, así que finalmente accedí. —Está bien, Jaime. Me debes una.

Colgué la llamada sintiéndome un poco más aliviada, pero también inquieta. La idea de sorprender a Marcus me emocionaba, a pesar de todo.

Al llegar al hospital, el ambiente se sentía pesado y cargado. Antes de entrar a la sala de fichaje, escuché voces que provenían del pasillo. Mi corazón se detuvo al reconocer la de Marcus. Me detuve en seco, pegando mi oído a la pared para escuchar mejor.

—Ha sido un día interminable, ¿verdad? —dijo Marcus, su tono relajado y ligeramente juguetón.

—Totalmente, no pensé que sería tan agotador —respondió una mujer, su voz llena de risitas.

—Sí, pero al menos tengo compañía. Y por cierto, tu sonrisa ilumina el lugar, aunque tengo que admitir que he estado rodeado de tanto drama que podría usar una botella de vino en este momento —dijo Marcus, dejando entrever su habitual humor.

La mujer soltó una risita. —¿Sabes? Tal vez deberíamos hacer una noche de chicas y salir a desahogarnos. Podrías unirte... pero no prometo que no intentaremos robarte la bata.

Mis entrañas se retorcieron al escuchar sus risas, un nudo de celos y confusión comenzaba a formarse en mi pecho. La conversación continuó, pero mis pensamientos se dispersaron. Todo lo que había imaginado para esa noche se desvaneció con cada palabra que escuchaba. En un impulso, decidí entrar en la sala.

Al abrir la puerta, me encontré con Marcus, que giró la cabeza hacia mí con una expresión de sorpresa en su rostro. La interna, que no había notado antes, se quedó mirando con una mezcla de curiosidad e incomodidad. Era evidente que no sabía si debía irse o quedarse, y su risa se desvaneció en un silencio tenso.

Con Amor, Hannah.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora