Capítulo 19 : Promesas

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La noche caía sobre el hospital, y yo sentía una creciente inquietud dentro de mí. Llevaba días buscando el momento adecuado para hablar con Jaime, pero cada vez que intentaba acercarme, él parecía distraído, siempre evadiendo la conversación con algún tema banal o cambiando de turno rápidamente. Era como si supiera que había algo importante que decir, pero no quería escucharlo. Y yo, entre el trabajo y el torbellino de emociones que traía mi reciente relación con Marcus, me sentía incapaz de tomar control de la situación.

Jaime siempre había sido una constante en mi vida, alguien en quien podía confiar, pero últimamente lo notaba diferente, más distante, más tenso. Sabía que había algo más allá de lo que mostraba en sus ojos, algo que lo estaba carcomiendo por dentro. Y, de alguna manera, sentía que tenía que ver con todo lo que habíamos vivido meses atrás.

—Hannah, tenemos que hablar —dijo de repente, acercándose a mí mientras tomábamos el receso en el turno nocturno. Me sobresalté, pues no esperaba que él fuera quien iniciara la conversación que tanto había evitado.

—Claro —respondí, intentando sonar natural aunque mi corazón latía con fuerza.

Caminamos en silencio hacia la azotea del hospital, un lugar que habíamos hecho nuestro refugio en esos turnos largos y agotadores. El aire de la noche estaba fresco, y la ciudad se extendía bajo nosotros, iluminada por las luces que titilaban como estrellas distantes. Pero esa calma contrastaba con la agitación que percibía en Jaime.

Nos apoyamos contra la barandilla, observando la vista. Él permaneció en silencio por unos momentos, jugando nerviosamente con una moneda entre los dedos, hasta que finalmente habló.

—No puedo seguir con esto, Hannah. Ya no quiero tener más miedo —dijo, rompiendo el silencio con una gravedad que me tomó por sorpresa.

Giré hacia él, sin entender a qué se refería. —¿De qué hablas, Jaime?

Él me miró, su expresión era dura, pero también vulnerable. Nunca lo había visto así.

—Los de amarillo... los que nos atacaron. No puedo seguir viviendo con ese miedo constante, esperando a que algo peor pase. Quiero vengarme de ellos, Hannah. Necesito hacerlo para sentirme libre.

Me quedé paralizada ante su confesión. Esa no era la reacción que esperaba, y mucho menos algo que pensaba que Jaime sería capaz de decir. Recordé cada detalle de aquel enfrentamiento, el terror en su rostro, el miedo que casi lo consume... Y ahora estaba hablando de venganza.

—Jaime, no puedes... esto es peligroso. No puedes meterte en algo así —dije, sintiendo cómo el pánico se instalaba en mi voz.

—Ya lo decidí. Hablé con algunos... con otros que también tienen problemas con los de amarillo. Están organizados y pueden ayudarme.

Negué con la cabeza, sin poder creer lo que estaba escuchando. —¿Ayudarte? Jaime, estás hablando de algo que no puedes controlar. Es una locura.

—Hannah, no tienes que entenderlo, solo tienes que aceptar que esto es lo que necesito hacer. No quiero seguir siendo la víctima —replicó, su tono más firme que antes.

Su determinación me asustaba. Estaba tan enfocado en esa idea de venganza que no parecía haber lugar para la razón. —Por favor, Jaime, no hagas esto. No quiero perderte también —le supliqué.

Él se quedó en silencio por un momento, mirando al horizonte. Luego suspiró profundamente. —Lo siento, Hannah. Ya tomé mi decisión.

Quise detenerlo, pero las palabras se quedaron atascadas en mi garganta. El hombre que estaba frente a mí no era el Jaime que conocía. Estaba consumido por el deseo de superar su miedo, aunque eso significaba tomar un camino peligroso y autodestructivo. Sabía que no podría hacerle cambiar de opinión.

Con Amor, Hannah.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora