Capítulo 8 : Respuestas

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El paso del tiempo se siente extraño cuando estás tan inmersa en una rutina. Los días se convierten en semanas, y las semanas en meses antes de que puedas darte cuenta. Hace ya algunos años que pasé de ser una estudiante nerviosa, con miedo de no encajar, a convertirme en alguien que los demás buscan para pedir ayuda.

La transición no fue fácil, especialmente con Josselyn a mi lado, siempre llena de energía y entusiasmo. Ella se convirtió en un apoyo constante en mis días de estudio, sus risas y su forma vibrante de ver la vida contrastaba con mi naturaleza más reservada. Juntas, creamos un espacio en nuestra habitación donde las largas noches de estudio se transformaban en maratones de información, con ella insistiendo en que también tomáramos pausas para desconectar.

Las noches de insomnio, los días en los que me preguntaba si algún día dejaría de sentirme agotada, están todavía frescos en mi memoria. Recuerdo los exámenes finales de cada semestre como si hubieran sido batallas, y la adrenalina de estudiar sin descanso para salir airosa. Josselyn estaba allí, a menudo interrumpiendo mis momentos de desesperación con un poco de humor, o simplemente ofreciendo un té caliente y un abrazo reconfortante.

Hubo momentos en los que me sentía como una cuerda tensa, a punto de romperse, pero siempre había algo que me impulsaba a seguir: la promesa a mis padres, mi propio deseo de ser mejor, y el apoyo silencioso de Jossie, quien, aunque a veces se perdía en sus propios estudios, nunca dejaba de animarme a seguir adelante.

Durante mi tercer año, las pasantías se convirtieron en una parte fundamental de mi vida. Pasaba semanas en diferentes hospitales, sumergiéndome en la realidad de la medicina, donde cada día presentaba un nuevo desafío. Recorría los pasillos de la sala de emergencias, observando a los médicos en acción, sintiendo la adrenalina de las decisiones rápidas y el peso de la responsabilidad. Tenía la suerte de ser asistente de varios profesores, lo que me brindaba la oportunidad de dar pequeñas charlas a los estudiantes de primer año. Fue una experiencia gratificante, ver cómo se iluminaban sus ojos al entender conceptos complejos.

El Dr. Anderson, en particular, se convirtió en un mentor esencial para mí. Su pasión era contagiosa. Siempre encontraba la manera de hacer que los temas más áridos cobraran vida, y me animaba a participar en las discusiones. A menudo, me pedía que preparara breves presentaciones sobre investigaciones recientes, lo que me hizo sentir que mis conocimientos eran valorados. Recuerdo una tarde en su oficina, rodeada de libros y artículos científicos, mientras él sonreía y me decía:

— Hannah, tienes una habilidad única para explicar lo complicado. No subestimes el impacto que puedes tener en tus compañeros.

Sus palabras resonaban en mí, empujándome a esforzarme más. A medida que me sumergía en las dinámicas del hospital y en las enseñanzas del Dr. Anderson, sentía que estaba encontrando mi lugar en el mundo de la medicina.

Para ese entonces, el aula era diferente para mí. Ya no era solo una estudiante más, sino la persona a la que algunos acuden cuando las cosas se complican. Sentada en una sala de estudio, rodeada de libros y estudiantes de primer año, me sentía en un lugar que ya me resulta familiar. A mi alrededor, varios alumnos intentan descifrar diagramas de fisiología, sus rostros marcados por la frustración y el cansancio.

—No entiendo cómo funciona esto— dice una chica de cabello claro, con ojos que revelan la fatiga. Está mirando una hoja llena de notas que no parecen tener sentido para ella. Me acerco, dejando mi propio libro de lado.

—Es más simple de lo que parece —le digo suavemente, sentándome a su lado—. Piensa en los pulmones como una estación de recarga. La sangre sin oxígeno llega desde el ventrículo derecho, pasa por las arterias pulmonares y entra en los pulmones para llenarse de oxígeno. Una vez oxigenada, regresa al corazón por las venas pulmonares hacia el ventrículo izquierdo y de ahí se distribuye al resto del cuerpo. Es un ciclo, como una carretera de doble sentido.

Con Amor, Hannah.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora