Capítulo 27 : Silencio y Tempestad

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Con cada paso que daba hacia la puerta del hospital, sentía el peso de lo que había decidido hacer. Mi mente no dejaba de repasar todos los detalles, cada posible escenario y las palabras exactas que utilizaría si algo salía mal. Había trazado el plan minuciosamente, asegurándome de que cada variable estuviera cubierta, pero la incertidumbre seguía rondando como una sombra. No era solo por Jaime, era por lo que estaba en juego. Mi lealtad estaba a prueba, y aunque todavía me sentía molesta con él, había tomado la decisión de protegerlo a toda costa.

Al llegar a mi coche, respiré hondo. Lo que estaba a punto de hacer no solo requería precisión, sino que también necesitaba que Jaime mantuviera su compostura. Él, más que nadie, debía saber qué hacer si las cosas se complicaban. Teníamos que actuar rápido y sin errores. La policía ya había empezado a hacer preguntas, y aunque había logrado desviar su atención durante la entrevista, no podía confiar en que eso duraría mucho tiempo.

El plan era sencillo en apariencia, pero la complejidad residía en su ejecución. El primer paso sería eliminar cualquier prueba que conectara a Jaime con el incidente. Sabía que eso implicaba cubrir nuestras huellas tanto dentro como fuera del hospital, y que cualquier movimiento en falso podría ser el último. Así que había decidido empezar con algo básico: borrar las cámaras.

Primera fase: neutralizar el sistema de vigilancia.

Con el paso de los años trabajando en el hospital, había aprendido lo suficiente sobre el funcionamiento interno del lugar como para saber quién tenía acceso a los registros de las cámaras de seguridad y cómo borrar selectivamente las imágenes. No podía pedirle a nadie más que lo hiciera, ya que eso levantaría sospechas, así que tendría que entrar yo misma. Estaba segura de que, con un poco de paciencia y un par de favores que me debían algunos colegas, podría hacerlo sin levantar alarmas.

Jaime no debía acercarse al hospital por unos días. Era demasiado arriesgado. Le dije que se quedara en casa, que cerrara las cortinas y que no atendiera a nadie, ni siquiera a amigos. Sabía que no podía confiar en que él mantuviera la calma, pero no había más opción. Lo visité una última vez antes de ejecutar la primera fase, asegurándome de que estuviera sobrio y consciente de lo que estábamos haciendo.

— ¿Estás seguro de que puedes manejar esto? —le pregunté, cruzando los brazos y mirándolo fijamente.

Jaime asintió, pero había algo en su mirada que no me convencía del todo. — Hannah, no sé si estoy listo para esto. Tal vez deberíamos simplemente enfrentarlo y...

— No. —Lo interrumpí antes de que terminara la frase—. Si te enfrentas a esto, te hundes. Y yo contigo. No estamos en posición de arriesgarnos ahora. Ya no se trata solo de ti.

Guardamos silencio por unos segundos. El aire se sentía denso, cargado de una tensión que hacía todo aún más real. Le expliqué el siguiente paso del plan, asegurándome de que entendiera cada detalle.

Segunda fase: crear una coartada sólida.

Era crucial que Jaime tuviera una excusa convincente para explicar su ausencia durante los días del incidente. Así que habíamos acordado que fingiría una visita de emergencia a un familiar enfermo en una ciudad cercana. Sabía que el hospital tenía ciertos registros de sus llamadas, así que lo haríamos parecer legítimo. Incluso llamaría al lugar fingiendo ser un médico del hospital local, confirmando que Jaime había estado allí.

— Mantente en el personaje, Jaime. —Le dije, buscando sus ojos para ver si entendía lo que estaba en juego—. No cometas errores. Si te preguntan, te aseguras de mantener la historia. Piensa en los detalles. Cuida cada palabra que digas.

Con Amor, Hannah.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora