Capítulo 38: Viuda Negra

5 1 0
                                    


≿————- -ˋˏ ༻✿༺ ˎˊ- ————-≾

Nunca creí que el amor fuera algo importante, o al menos no el amor romántico. Eso de sentir que otra persona es tu otra mitad, que no puedes vivir sin ella, siempre me pareció una idea extraña, casi irreal. Hasta el momento, mi experiencia con el amor ha sido más bien una serie de momentos fugaces. Sí, algunos de ellos me han hecho feliz, no te lo voy a negar, pero, al final, han dejado más dolor que buenos recuerdos.

Recuerdo la primera vez que pensé que había sentido algo cercano al amor. Era una de esas noches de verano, en una ciudad nueva, en medio de una vida que no terminaba de pertenecerme. Sus manos eran cálidas, su risa contagiosa, y durante un tiempo, logré convencerme de que eso era lo que la gente llamaba amor. Pero como todo lo que parece demasiado bueno para ser verdad, desapareció antes de que pudiera comprenderlo. Se desvaneció, dejándome con preguntas y una sensación de vacío que todavía no logro explicar.

No me malinterpreten, no soy una cínica total. He visto lo que el amor puede hacer por otras personas, cómo puede transformarlas, cómo ilumina sus vidas de una manera que no parece posible en medio de tanto caos. Pero para mí, siempre ha sido diferente. El amor parece más una sombra que me sigue, una promesa rota antes de ser cumplida, algo que ofrece más desilusión que alegría.

Quizá por eso siempre he mantenido una distancia segura. A veces pienso que nunca he permitido que nadie se acerque lo suficiente. Quizá he sido yo quien siempre mantuvo la puerta entreabierta, solo para cerrarla antes de que alguien pudiera atravesar por completo. Pero, ¿quién puede culparme? Las heridas que deja el amor son profundas, y he tenido mi cuota.

No es que no lo haya intentado. Cada vez que el amor tocó a mi puerta, lo dejé entrar, aunque fuera por un instante. Recuerdo a Lucas. Él fue diferente. No sé si fue su risa o la manera en que me miraba como si supiera exactamente lo que estaba pensando. Con él, sentí algo que casi me hizo replantear mi idea del amor. Casi. Pero el destino, como suele hacerlo, tenía otros planes. La muerte llegó antes de que pudiera descubrir si lo que sentía por él era real o solo otro espejismo.

Y luego estaba Marco. Él no era solo un momento fugaz. Marco entró en mi vida de una manera que me desarmó por completo. A veces me pregunto si realmente me amó o si todo fue parte de su meticuloso plan, una estrategia para protegerse mientras lidiaba con sus propios demonios. Pero incluso con sus secretos y traiciones, lo extraño. A veces, en los momentos más tranquilos, puedo oler su perfume en el aire, y todo lo que pasó entre nosotros vuelve a mi mente. El dolor, la culpa, y esa indescriptible mezcla de amor y pérdida.

El precio que pagó por mí fue demasiado alto, y aunque le agradezco, no puedo evitar sentirme responsable. ¿Qué habría pasado si hubiera actuado de otra manera? ¿Si me hubiera mantenido alejada desde el principio? Pero al final, ¿de qué sirve todo esto? El amor me ha enseñado que no importa cuántas veces intentes esquivarlo, siempre te alcanzará de una forma u otra, y cuando lo hace, las heridas que deja son profundas.

Hoy, al escribir estas palabras, me siento extrañamente vacía y llena a la vez. Vacía por todas las pérdidas, pero llena por las lecciones que me han dejado. Quizá el amor no es lo que yo pensaba. Quizá no se trata de encontrar a alguien que te complete, sino de aprender a amar, aun cuando sabes que el dolor está al acecho. Tal vez algún día entenderé por qué el amor parece escapar de mis manos justo cuando empiezo a sentirlo. O tal vez no. Pero mientras tanto, aquí estoy, recogiendo los pedazos de lo que una vez pensé que era un corazón roto y tratando de seguir adelante, un paso a la vez.

Los días pasaron, uno tras otro, con la monotonía de un reloj que no se detenía. Se repetían las semanas en un ciclo interminable: trabajo, casa, silencio, y luego más trabajo. Cada jornada era idéntica a la anterior, y aunque intentaba encontrar alguna diferencia, todo se sentía igual, como si el tiempo se hubiera detenido para mí. No había nada novedoso, nada que rompiera la rutina que se había apoderado de mi vida.

Con Amor, Hannah.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora