Había pasado una semana desde el incidente en la piscina, y, parecía que a todos se les había olvidado, menos a mí.
Aunque eso a ellos no les interesaba, en absoluto.Una persona tan insegura como yo, lo que menos necesitaba, eran comentarios como los que me habían dedicado Zaida y Jesús.
O más bien... los comentarios que me había dedicado Jesús.
A ella ya la conocía, y, con el paso de los años, había conseguido adquirir la capacidad de omitirla por completo, a ella, y a sus comentarios.Pero, que un desconocido que no sabía nada de mí, y que no se había molestado en concerme primero, para poder criticarme después, dijese ese tipo de cosas sobre mí, me afectaba bastante.
Estúpido, pero cierto.
Aunque tenía una cosa muy clara... no les daría ni un mínimo indicio que pudiese hacerles pensar que todo eso me seguía doliendo. De ninguna manera.
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Todo con el grupo iba genial. El sábado me habían convencido para salir de casa y pasar la tarde con ellos, y no se separaron ni un segundo de mí.
Habían hecho todo lo posible por distraerme, y que me divirtiese, y, aunque solo durante un rato, lo habían conseguido.
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En casa nadie había notado que estaba un poco más rara de lo normal, y no les culpo.
Suelo estar siempre a lo mío, y que estuviese algo reservada, tampoco podía extrañarles mucho, así que no tuve que comerme la cabeza buscando excusas absurdas para justificar mi comportamiento, más extraño de lo normal.
Tampoco quería tener que hacerlo, así que, todos salíamos ganando.
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El lunes llegó muy rápido, y, cuando al salir de casa me di cuenta de que tendría que volver a ver a la reencarnación de Satanás y la Niña del Exorcista juntos, se me quitaron las ganas - ya inexistentes - de volver al instituto.
María me dio una mirada de ánimo nada más verme, mientras los ojos de Noa me miraron preguntándome si todo estaba bien.
Sonreí a ambas, y me agarré del brazo de Olalla que acababa de darme un sonoro beso en la mejilla.
Cuando vimos las siluetas de Dani y Alfonso aparecer, nos unimos a ellos, y subimos a clase juntos.
- Qué cierto eso de que las cosas buenas no deberían cambiar nunca. Este ritual era ya muy nuestro, y no querría que fuese de ninguna otra manera, por muy gilipollez que pudiese parecer -
Al entrar, no había rastro de Jesús y Zaida por ningún lado - no es que me hubiese parado a comprobarlo - y tampoco aparecieron en las tres clases siguientes, por lo que mi mañana podría considerarse bastante decente, para tratarse de un lunes.
Cualquier huella de felicidad quedó borrada cuando ambos asomaron la cabeza por la puerta a cuarta hora, pidiendo permiso al profesor para entrar - Qué educados eran, cuando querían. -.
Juro que recé todo lo que conocía para que el profesor les negase la entrada, pero era el profesor más bueno que teníamos y... y yo no solía tener tanta suerte.
Y, podéis llamarme loca, pero los dos ojos que sentí clavados en mi nuca todo lo que quedaba de clase... no podían ser solo imaginaciones mías.
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Casa. Comer. Deberes. Siesta. Ducha. Tele.
Aaaaahhh, este era el mejor momento del día. Por fin podía relajarme, y desestresarme un rato.
Estaba hablando con los chicos por whatsapp.
En ese grupo siempre había marcha, en cualquier momento del día, y, aunque a veces les regañaba por saturarme el móvil con vídeos y selfies ridículas, me encantaba.
Dani: - Buah, pues mi hermano se ha pasado una misión que no veas, yo llevaba tres días para conseguirlo, y él, en cinco minutos la tenía completada. -
Alfonso: - Pero porque tu hermano se pasa la vida jugando a la play, así cualquiera. -
Vale, parecía que Dani volvía a estar bien con su hermano, y yo me alegraba infinitamente.
Si las miradas matasen, Jesús ahora mismo no estaría vivo para contar la que le echó su hermano cuando se pasó de la raya el viernes, y pensé que volvían a estar en problemas por mi culpa, así que, agradecía que lo hubiesen solucionado.
María: - Oye, ¿Qué os parece esta camiseta? ¿Es muy exagerada para el instituto...?. -
Y, ahí estaba otra vez, Santa María, salvando el mundo.
La conocía lo suficiente como para saber que había cambiado de tema en cuanto había visto el nombre de Jesús en la pantalla, por miedo a que yo pudiese sentirme mal, y la verdad es que para mí fue un respiro.
No quería ni mencionarle, y no me sentía cómoda cuando hablaban de él a mi alrededor, así que solté un suspiro que no sabía que estaba conteniendo cuando fui consciente de que nadie se había dado cuenta del repentino cambio de conversación, ayudando a que la situación no se volviese incómoda, al menos para mí.
Estuvimos hablando de todo y de nada, como siempre.
Laura era una más del grupo, ya no había ningún tipo de duda sobre ello, y nos había entretenido contándonos cómo había sido su comunión - no preguntéis cómo llegamos a ese tema, yo también sigo sin explicármelo. - y pronto todos nos fuimos uniendo, contando anécdotas de las nuestras.
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Esa noche, yo sólo pude maldecir en sueños, cuando, dos horas más tarde, una cara que me resultaba cada vez más familiar, y el acento sevillano, volvían a apoderarse de ellos.
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«Acércate porque te odio.» - Jesús y Tú - Gemeliers
Fanfiction______ es una chica de 17 años que acaba de volver a la rutina después de un verano bastante aceptable. Vive con sus padres, su hermano, y su hermana. Siente adoración por sus tres mejores amigas, de las que apenas se separa, y aunque la vuelta a l...