Capítulo ocho.

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Hola, linduras.

Venía a daros lo que espero que sea una buena noticia; voy a continuar la novela.

El tema de Jesús y el maldito tweet, me sigue afectando bastante, pero me encanta escribir, y no me gusta dejar las cosas a medias, así que, aquí estoy.

Es un poco irónico que haya pasado todo esto, cuando yo estoy haciendo una novela en la que Jesús odia a la protagonista, ¿No?. (Habrá que buscarle el humor por algún lado a toda esta mierda xD)

Y bueno, también por esas personas que comentáis y me alentáis a que la siga, que no os hacéis una idea de lo especial que eso es para mí, ahora aún más, si cabe.

¡AH! No puedo irme sin darle las gracias también a mis SeresitxsDivxs, que me ayudan a llevarlo todo un poquito mejor, y aunque aún soy un poco "la nueva", ha sido un honor poder entrar en el grupo y conocerlas, me recuerdan todos los días porque sigo aquí, y son amor absoluto.

- En especial a Marta, por ser tan jodidamente adorable desde el principio, y haberme hecho parte del grupo, y también a Ángela, que ha puesto su granito de arena en este octavo capítulo. -

Y por útlimo, pero no por ello menos importante... ¡Felices 17 meses! :).

Espero que os guste.

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No. No, no, no, no, y un millón de veces, NO.

- Tía, no seas tonta. Tú te vienes a la piscina como que yo me llamo Olalla. -

- Pero vamos a ver, que no, que no quiero, que no me apetece. Ya me conoces, me costó muchísimo decidirme a ir con vosotras, y ellos encima son chicos, y... Que no tía que no, que ni de coña. -

- ¿Pero tú me has visto en bikini? Ninguna somos supermodelos, _____, nos lo vamos a pasar bien, y nadie va a fijarse en eso. -

Olalla llevaba ya unos quince minutos intentando convencerme de que fuese con el resto del grupo a la piscina del patio de Dani ese mismo Viernes. Y yo, llevaba el mismo tiempo negándome en rotundo.

Cuando dijeron de quedar, yo imaginaba que saldríamos a tomar un helado, a ver una peli, a dar un paseo por un centro comercial, que se está fresquito, pero no había caído en que las piscinas aún estaban abiertas, y que uno de nuestros amigos tenía una a su completa disposición.

Mierda.

Mi cuerpo nunca me había supuesto un problema. Nadie, a parte de mi hermano y su idiotez absoluta, se habían metido conmigo por eso. Pero a mí no me gustaba, y no me sentía cómoda enseñándoselo al resto.

No tenía una 90-60-90, ni por asomo, y, nunca la tendría.

No era algo exagerado, pero, simplemente, hacía que me sintiese insegura.

Era segura con mis palabras, con mi forma de pensar, con mis principios y valores, pero no con mi cuerpo.

Odiaba sentirme así. Lo pensaba pocas veces, no tenía problemas en mirarme al espejo. Pero yo. Sola. En mi habitación.

El hecho de pensar que iba a ir a una piscina en la que me verían mis amigos y todos los que se paseasen por allí, me causaba una gran ansiedad, y no quería tener que pasar por eso.

- Mira, no sé cómo vamos a hacerlo, pero lo que sí sé es que vas a venir con nosotros. - aseguró Olalla.

- Per... - intenté interrumpirla.

- Y punto.- - Y, bueno amor, tengo que dejarte, que mi hermana quiere que la ayude con no sé qué. Ahora hablamos. Te quiero. -

- Te quiero. -

«Acércate porque te odio.» - Jesús y Tú - GemeliersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora