Capítulo catorce.

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Venga, ¿Quién abre?. - Dijo Dani - que venía cargado de la cocina, con una botella de Coca-Cola y vasos de plástico para todos - al mismo tiempo que sonaba el timbre, indicando la llegada de la comida.

Nos miramos entre todos un segundo, yo no pensaba levantarme, estaba demasiado cómoda.

- Madre mía, no podéis ser más vagos, ya voy yo. - dijo Olalla, levantándose.

- El dinero está en la estantería de la entrada, al lado de las llaves. - contestó Dani, dejando todo en la mesa.

- Oye, yo el próximo día te pago, que no he traído dinero. - dijo María, con visible apuro.

- ¿Tú eres tonta? - contestó Dani. - Os dije que os invitaba a merendar, así que, os voy a invitar a merendar. -

- Bueno, pero a la próxima te invitamos nosotros, que esto ha tenido que ser un pastizal. - dijo Noa.

- No es tanto, además, lo ha dejado nuestra madre aposta, y nos ha dicho que como os hagamos pagar algo estando en su casa, nos mata. - dijo Jesús, con demasiada confianza, para mi gusto.

- Ay, qué mona, por favor. - la piropeó Laura.

- A ver, a quién te crees que hemos salido. - bromeó Jesús.

- A ella no, desde luego. - le contestó Laura, sacándole la lengua.

Olalla entró en el salón, y dejó las pizzas en la mesa.

- Yo corto esta, a ver, ¿A cuántos trozos tocamos?. - dijo Alfonso, para sí mismo, agarrando y abriendo una de las cajas de cartón.

Yo me enderecé en el sofá, la otra pizza se había quedado en frente de mí, y decidí que podría ayudar.

- Acuérdate de que yo no como, Alfonso, así que tocáis a un poco más. - dije, mientras me concentraba en mirar lo que hacía, para no cortarme.

Subí la mirada un momento, mientras hacía cálculos mentales, y pude observar como Jesús me miraba con el ceño fruncido.

Me aguantó la mirada un segundo, y en seguida miró a Alfonso, fingiendo centrarse en como su amigo dividía las porciones.

- Oye, _________, ¿Y por qué no vas a comer? ¿Estás mala?. - preguntó Hugo.

Qué espontáneo. Me sentí algo incómoda, pero respondí, sonando todo lo natural que pude.

Noté como Jesús levantaba la cabeza al oír la pregunta.

¿Le interesaba mi respuesta?.

Me sentí tonta ante ese pensamiento.

Obviamente, no.

- Ah, no, no, qué va. Es que estoy a dieta, y hasta mañana no me la puedo saltar. -

- ¿Qué pasa?, ¿Estás intentando ser más guapa, aún? Porque no creo que se pueda. - dijo Hugo con gracia.

Me reí. Habíamos cogido confianza muy rápido, y él, con ese arte andaluz, soltaba todo lo que se le venía a la cabeza.

Yo, en cambio, aún seguía un poco cortada.

Jesús seguía mirándonos.

- Jajajajaja, qué tío. Pensaba que me caerías bien, pero no esperaba que tanto... - le contesté, subiendo y bajando las cejas con rapidez, mientras me reía.

- Ya, me suele pasar... - se río.

- Dios, cómo acabas de parecerte a tu primo, qué horror. -

- Ya, la verdad es que Jesús es un creído... -

Oops. Momento incómodo. Estaba claro que Hugo no sabía nada de lo que había pasado, y era ajeno a la tensión que existía entre el gemelo repelente, y yo.

«Acércate porque te odio.» - Jesús y Tú - GemeliersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora